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Conflicto Del Beagle Quien Hubiera Ganado?

Conflicto Del Beagle Quien Hubiera Ganado
Conflicto Del Beagle Quien Hubiera Ganado El conflicto del Beagle fue una disputa territorial entre la República Argentina y la República de Chile sobre la determinación de la traza de la boca oriental del canal Beagle, que afectaba la soberanía de las islas ubicadas dentro y al sur del canal, y al este del meridiano del cabo de Hornos y sus espacios marítimos adyacentes.

  1. Los primeros antecedentes del conflicto datan de 1888, siete años después de la firma del Tratado de Límites, y en 1901 apareció el primer mapa argentino en el que algunas de las islas en cuestión fueron dibujadas bajo soberanía argentina.
  2. A pesar del pequeño tamaño de las islas, su valor estratégico entre los océanos Atlántico y Pacífico originó un largo conflicto entre ambos estados sudamericanos durante gran parte del siglo XX,

El conflicto se centró en la disputa por la soberanía de las islas y de los derechos oceánicos generados por ellas a Chile. El gobierno militar argentino rechazó el fallo declarándolo «insanablemente nulo». Luego reactivó sus reclamaciones hasta el cabo de Hornos, incluyendo en la disputa a parte de las islas Wollaston y de las islas Hermite ( Evout, Barnevelt, Freycinet, Terhalten, Sesambre, Deceit e islotes adyacentes) y la parte oriental de la isla de Hornos, ​ ​ poniendo a ambos países al borde de una guerra.

El conflicto llegó a su punto culminante el 22 de diciembre de 1978 cuando la Junta Militar argentina ordenó la Operación Soberanía : invasión de las islas en disputa, retractándose de su ejecución, cuando el choque de la Escuadra de Chile y la Flota de Mar argentina era inminente. La decisión política, de último momento, de la Junta Militar argentina, de aceptar la intervención vaticana, evitó la guerra y condujo una mediación que llevó a la firma del Tratado de Paz y Amistad el 29 de noviembre de 1984, que solucionó el conflicto tras más de dos tercios de siglo de disputa.

En él se reconoce tácitamente la frontera trazada por el laudo arbitral en el canal Beagle que otorga las islas en la mitad norte del canal a la Argentina, y las islas en la mitad sur a Chile. Además el tratado fija un límite marítimo que reconoce a Chile sin nombrarlas todas las islas con costa atlántica hacia el sur y sudeste hasta el Cabo de Hornos, Conflicto Del Beagle Quien Hubiera Ganado Durante el dominio español, la resistencia indígena y las duras condiciones climáticas dificultaron los intentos de establecerse en la zona de la Patagonia y la Araucanía, con la excepción de Valdivia, Chiloé y los Establecimientos Patagónicos sobre el Atlántico.

Tras el intento fallido de fundar Ciudad del Rey Felipe en 1584, en las costas del estrecho de Magallanes, la Corona española desistió de nuevos intentos poblacionales en la región. Tras la creación de los estados independientes en América del Sur, el establecimiento de límites entre estos se definió usando las fronteras de las antiguas jurisdicciones coloniales aplicando el principio del uti possidetis, es decir se mantendrían las divisiones territoriales coloniales.

La cordillera de los Andes, límite natural entre las zonas más habitadas de Chile y de Argentina, evitó grandes discusiones sobre el establecimiento oficial de una línea limítrofe. Pero, cuando las zonas pobladas comenzaron a expandirse, a cada lado de la frontera se entendían los documentos históricos sobre la región patagónica de manera diferente.

Debe notarse que estos derechos derivados de la época colonial eran de jure y la soberanía de ninguno de las dos estados fue ejercida efectivamente en esas latitudes del continente, que eran considerados res nullius por otros países y se hallaban bajo control de pueblos indígenas no sometidos al control de ningún estado.

La Constitución de Chile de 1822 fijó los límites del territorio chileno: Estos límites se repitieron en las constituciones de 1823, 1828, y 1833, A partir de 1830 Chile logró dejar atrás la anarquía que siguió a las luchas por la independencia y desde los años 1840, comenzó a otorgar patentes para la utilización del estrecho de Magallanes.

En consonancia con esa política, fundó los asentamientos de Fuerte Bulnes, el 21 de septiembre de 1843 y Punta Arenas en 1848, creando un polo de desarrollo y sirviendo a la navegación a vapor que comenzaba a usar el estrecho de Magallanes como una mejor alternativa al pasaje de Drake usada hasta entonces por la navegación a vela.

La posesión del estrecho de Magallanes no solo interesaba a Chile y Argentina, sino que también a las potencias europeas y a los Estados Unidos, Los casos de las islas Malvinas ( 1833 ), la zona del Canal de Panamá (1903), Gibraltar (1713), el estrecho de Malaca y Singapur (1819), todos ocupados puntualmente y a cualquier costo por Estados Unidos o el Reino Unido, demuestran el deseo de las potencias de controlar los pasos más importantes de navegación. Conflicto Del Beagle Quien Hubiera Ganado Dado que en el siglo XIX toda la cultura y casi todo el comercio chileno se orientaba a Europa, era para Chile de primordial importancia un acceso directo al océano Atlántico. En 1895 se asentaron los primeros colonos bajo bandera chilena en las islas al sur del canal Beagle, como pescadores, ovejeros o buscadores de oro.

  1. A partir de entonces Chile ejerció diferentes actos de soberanía sobre las islas.
  2. La carencia de un gobierno nacional hasta 1853 y las guerras contra el Brasil y después contra Paraguay, impidieron la ejecución de actos concretos de soberanía argentina en la región sur.
  3. El 10 de junio de 1829 el gobernador de Buenos Aires creó la Comandancia Política y Militar de las Islas Malvinas, con sede en la isla Soledad y con jurisdicción teórica sobre las islas adyacentes al cabo de Hornos.

Sin embargo, su accionar se limitó a las Malvinas y a la isla de los Estados y en 1833 las Malvinas fueron ocupadas y dominadas desde entonces por el Reino Unido. El gobernador de Buenos Aires y encargado de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina, Juan Manuel de Rosas, protestó en diciembre de 1847 por el texto de la constitución de Chile de 1833 y reclamó por la posesión sobre el estrecho de Magallanes.

De acuerdo con su posición histórica que afirmaba que la Patagonia era parte integrante de la región de Cuyo, la constitución de la provincia de Mendoza de 1854, consideró también al cabo de Hornos como su límite austral, luego este reclamo fue nacionalizado por la ley nacional Nº 28 del 17 de octubre de 1862 que federalizó los territorios pampeanos y patagónicos.

En Tierra del Fuego, Ushuaia fue fundada por el Gobierno argentino el 12 de octubre de 1884, cerca del lugar donde existía una misión anglicana dirigida por el ciudadano británico (luego nacionalizado argentino) Thomas Bridges desde 1869, En 1856 se firmó el Tratado de Paz, Amistad, Comercio y Navegación entre Chile y Argentina de 1856 que se basó en la doctrina del uti possidetis para fijar los límites entre ambas naciones. Conflicto Del Beagle Quien Hubiera Ganado Tras muchos intentos, se llegó al acuerdo plasmado en el Tratado de Límites entre Chile y Argentina de 1881 válido hasta hoy, cuya simplicidad trajo consigo claridad pero también algunas falencias. Estas falencias se intentó superar con el Protocolo de Límites entre Chile y Argentina de 1893 que contiene la mención del principio oceánico: “Chile en el Pacífico y Argentina en el Atlántico” el que la Argentina considera aplicable a toda la frontera, y Chile solo a la frontera definida por la cordillera de los Andes, es decir hasta el paralelo 52° Sur.

  1. Dada la frecuencia con que aparecían controversias se acordó el Tratado General de Arbitraje entre Chile y Argentina de 1902 para la solución pacífica de controversias.
  2. Esta sería más tarde la base legal del Laudo Arbitral de 1977,
  3. La zona del canal Beagle, descubierto en la década de los años 30 del siglo XIX, fue una de las últimas en ser colonizadas por Argentina y Chile.

Su clima frío, su lejanía y la escasez de medios de vida y transporte la mantuvieron apartada del quehacer gubernamental. Los mapas de la región reflejaron el desconocimiento de las costas e islas que aquejaba a los navegantes y exploradores de la zona, pero aún más a los estadistas que debían decidir sobre las fronteras.

Sin embargo, cuando se firmó el Tratado de Límites de 1881, por lo menos en el canal Beagle, ya eran conocidas las islas determinantes de la región. La cartografía argentina y chilena del canal Beagle inmediatamente posterior al tratado fue utilizada como prueba para demostrar como se interpretó inicialmente ese tratado.

El tratado de 1881 fue objeto de debate en ambos países en los años posteriores a su aprobación por la demarcación de la frontera a lo largo de la cordillera de los Andes. Aunque el tratado sufrió algunas modificaciones en los años posteriores, el estatus de las islas del Beagle no fue sometido a cambio alguno. Conflicto Del Beagle Quien Hubiera Ganado Los mapas argentinos muestran coincidencia hasta 1888 (y algunos hasta mucho tiempo después) en otorgar a Chile las islas al sur de la isla Grande de Tierra del Fuego, ​ Uno de los testimonios que sustentan la posición chilena es la del representante argentino para la delimitación de la frontera con Chile, Francisco Pascasio Moreno, quien en un memorándum al Ministro Plenipotenciario de Gran Bretaña en Buenos Aires prevenía a su país del reclamar las islas: ​ La opinión del representante argentino, un perito en la materia, en la comisión que debía fijar los límites con Chile no fue escuchada por los gobiernos de la Argentina.

  1. Desde 1888 algunos mapas argentinos comenzaron a incluir parte de estos territorios en su soberanía.
  2. En publicaciones de 1894 ya se evidencian reclamaciones argentinas principalmente sobre Picton y Nueva.
  3. En los años posteriores a la firma del tratado, fueron encontrados yacimientos de oro en las islas al oriente de la isla Navarino, lo que reavivó el interés de ambos países para la extracción de recursos desde aquellos territorios.

En su sentencia del 18 de febrero de 1977 la Corte Arbitral determinó: ​ ( Traducción: No cabe duda que en el período inmediatamente posterior a la firma del tratado esto es aproximadamente desde 1881 hasta por lo menos 1887/88, la catografía argentina en general mostró el grupo PNL como chileno ). Conflicto Del Beagle Quien Hubiera Ganado Como se explica en el libro Historia general de las relaciones exteriores de la República Argentina de Carlos Escudé y Andrés Cisneros: ​ La misma opinión comparten los autores Karl Hernekamp (pág.13), Annegret I. Haffa (pág.96) y Andrea Wagner (pág.106) en sus obras citadas en la referencia.

  1. Otro punto importante sobre este tratado es la posesión del canal Beagle: en Chile, algunas interpretaciones del texto “.
  2. Hasta tocar con el canal Beagle.” determinaban que el límite era la costa y la totalidad del canal sería chilena.
  3. Si este fuera el caso la Argentina tendría una costa seca, es decir tendría costa, pero no acceso al mar.

Esta interpretación fue dejada de lado y ya en la consulta a la Corte Arbitral Chile pidió sólo las islas interiores del canal que estaban en la parte sur del canal Beagle. En una conferencia ante el Instituto Geográfico Argentino, Julius Popper expuso en 1890 que el canal Beagle corría por el paso Picton entre Navarino y Picton, y por la bahía Oglander salía hacia el Atlántico entre las islas Lennox y Nueva.

  1. Se basaba en sus estudios sobre la mayor profundidad de ese recorrido respecto al brazo ubicado al norte de la isla Picton.
  2. Según él, esta isla y Nueva quedaban al norte y al Este del canal y eran de propiedad argentina.
  3. Entre 1899 y 1900 el capitán de fragata argentino Juan Pablo Sáenz Valiente realizó a bordo del acorazado ARA Almirante Brown un relevamiento desde bahía Lapataia hasta el cabo San Pío.

En la Memoria que presentó sobre sus trabajos en 1901 expuso que el canal Beagle tenía dos brazos en su boca oriental a partir de punta Navarro. El principal y más profundo (que llamaba Beagle) corría por el paso Picton y desembocaba en el Atlántico en la bahía Oglander.

El secundario, que llamó canal Moat, correspondía a la bahía Moat, desde punta Navarro al cabo San Pío. Propuso además que el límite debía ser trazado por las mayores profundidades (thalweg). ​ ​ El 25 de agosto de 1904 el ministro de Relaciones Exteriores argentino, José Antonio Terry Costa, envió una nota al de Chile expresando que: El Beagle empieza en aguas del Pacífico y termina en aguas del Atlántico, dividido por una línea media o eje entre la soberanía de ambas naciones.

Proponía efectuar las operaciones científicas necesarias para determinar el eje del canal. Conflicto Del Beagle Quien Hubiera Ganado El teniente de fragata Segundo Storni expresó en el Boletín Nº 258 del Centro Naval en mayo de 1905 que el canal Beagle formaba un delta en su desembocadura en el Atlántico, entre punta Jesse de Tierra del Fuego y punta Guanaco de Navarino. Expresó que Picton, Lennox y Nueva separaban brazos del delta dentro del canal Beagle y su soberanía estaba sin demarcar como el resto de las islas del canal.

  • El Departamento de Hidrografía de la Argentina envió una nota a la Oficina Hidrográfica de Chile el 31 de mayo de 1905 expresando: que la boca oriental del canal Beagle se encuentra, según sus descubridores, al Norte verdadero de la isla Lennox o sea hacia el paso Picton.
  • Paul Groussac publicó en el diario La Nación de Buenos Aires el 21 de enero de 1915 que el canal Beagle tenía dos bocas atlánticas y que su desembocadura era la línea entre el cabo San Pío y la punta Yawl en Navarino.

El límite era una bisectriz entre las dos puntas de la desembocadura, que debía cortar a Picton y a Nueva, por lo que proponía que la primera quedara para Chile y la segunda para Argentina. Estanislao Zeballos, basándose en el derrotero de Hull de 1860, publicó el 17 de mayo de 1915 en el diario “La Prensa” de Buenos Aires que el canal Beagle formaba un delta desembocando en el Atlántico en la línea que iba desde el cabo San Pío a la punta Guanaco en Navarino.

  1. El paso Picton era el brazo principal portador del límite, por lo que Nueva y Picton debían ser argentinas.
  2. Zeballos también expuso ante el Instituto Geográfico Argentino que Picton, Lennox y Nueva y las islas hasta el cabo de Hornos estaban en el Atlántico y de acuerdo al protocolo de 1893 eran argentinas.

Durante la redacción del protocolo de 1915 la Cancillería argentina expresó oficialmente que el canal Beagle llegaba hasta punta Navarro a los 67° 15′ Oeste, desde donde quedaba por definir si continuaba en línea recta o por el paso Picton, quedando supeditada la posesión de las islas ubicadas al este de acuerdo a lo que se resolviera sobre el canal.

  • Expresó también que el límite en el Beagle desde Lapataia hasta punta Navarro debía ser trazado por la línea media de las aguas navegables.
  • El 21 de enero de 1917 José Murature publicó en el diario La Nación su opinión coincidente con la de Popper, pero continuando el canal Beagle por el paso Goree entre Lennox y Navarino.

Según él, Picton, Nueva y Lennox quedaban argentinas por estar al este del Beagle, en el Atlántico. Conflicto Del Beagle Quien Hubiera Ganado El 28 de junio de 1915 se firmó un protocolo en Buenos Aires para solicitar los servicios del gobierno británico en base al Tratado General de Arbitraje de 1902, pero el arbitraje no se llevó a efecto. ​ En ese protocolo se disponía que el árbitro debía decidir: a quién pertenecía la soberanía sobre las islas Picton, Nueva, Lennox y los islotes adyacentes e islas situadas en el canal de Beagle, entre Tierra del Fuego al norte y la península Dumas y la isla Navarino al sur.

El 2 de febrero de 1933 se intentó facilitar la ratificación del acuerdo anterior con el compromiso entre los ministros de Relaciones Exteriores Miguel Cruchaga Tocornal (de Chile) y Carlos Saavedra Lamas (de Argentina), pero no prosperó. ​ El 4 de mayo de 1938 se firmó el protocolo entre los ministros de relaciones exteriores José Ramón Gutiérrez Alliende (de Chile) y Ramón S.

Castillo (de Argentina), en los mismos términos que el anterior. Se designó como árbitro al fiscal general de los Estados Unidos de América, pero el arbitraje tampoco se llevó a efecto. En 1944 algunos sectores de la sociedad argentina inspirados en las victorias del fascismo europeo fraguaron planes de invasión a Chile que fueron abortados, pero minaron las confianzas necesarias para la firma de tratados. Conflicto Del Beagle Quien Hubiera Ganado En 1949 el naufragio del dragaminas argentino ARA Fournier en el que murió toda su tripulación cerca de la isla Dawson ​ complicó las relaciones entre ambos países, En 1953 Chile creó la base naval Puerto Williams sobre el canal Beagle en la isla Navarino, aumentando su presencia en el área en disputa.

En 1958 ocurrió el incidente del islote Snipe ​ que tensó nuevamente las relaciones entre los dos países. Tras el incidente de laguna del Desierto ocurrido el 6 de noviembre de 1965, en Santiago de Chile se produjeron violentas manifestaciones anti-argentinas, hubo tensión en la frontera y un avión chileno realizó el 3 de diciembre un vuelo rasante sobre el crucero ARA La Argentina cerca de Puerto Williams.

​ El 29 de noviembre de 1967 ocurrió el incidente de la torpedera Quidora (PTF-82) de la Armada de Chile, Cuando barcos y aviones argentinos efectuaban maniobras militares anunciadas con anticipación, la torpedera chilena que iba rumbo al canal Murray salió de su curso normal e ingresó en la bahía de Ushuaia interponiéndose en las maniobras.

  • A su regreso fue esperada por el aviso argentino ARA Comandante General Irigoyen (A-1), que al no poder interceptarla le hizo algunos disparos.
  • ​ El gobierno argentino protestó ante el chileno y ordenó el zarpe de su escuadra hacia el Atlántico Sur con orden de hundir cualquier barco que violara sus aguas territoriales.

El incidente finalizó con la baja del comandante del buque chileno ordenada por el presidente Eduardo Frei Montalva, El 8 de abril de 1970 el gobernador de Tierra del Fuego dictó el decreto N° 149 por el cual estableció una nueva división del Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur en cuatro departamentos.

​ La jurisdicción del departamento Ushuaia fue ampliada por el decreto a las islas que se hallaban al este del meridiano del cabo de Hornos: Tras el incidente del islote Snipe, los gobiernos de la Argentina y Chile intentaron realizar acercamientos para poder solucionar los problemas derivados, además del conflicto sobre la región de del alto Palena,

El 2 de febrero de 1959, el presidente argentino Arturo Frondizi aterrizó en el Aeropuerto Los Cerrillos y firmó junto a su homólogo chileno Jorge Alessandri una declaración conocida como Declaración de Los Cerrillos en la que ambos mandatarios se comprometían a ” entrar de inmediato en negociaciones encaminadas a encontrar las fórmulas arbitrales adecuadas, que permitan resolver los diferendos existentes “. Conflicto Del Beagle Quien Hubiera Ganado El 22 de marzo de 1960 Frondizi y Alessandri firmaron en Santiago de Chile un protocolo de arbitraje. Los dos presidentes habían acordado someter al arbitraje del gobierno británico (o en su defecto del presidente de la Confederación Suiza ) la disputa limítrofe en la zona de río Encuentro y valles de Palena y California, mientras que la disputa del Beagle sería sometida ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya,

  1. El 12 de junio de 1960 el canciller argentino y el embajador chileno en Buenos Aires firmaron los acuerdos conocidos como los Pactos del Sesenta : Este texto generó suspicacias en ambos países.
  2. Mientras en Chile se consideraba una usurpación la cesión de los islotes Becasses (ubicados en la entrada del canal), el Congreso argentino no estuvo de acuerdo con la renuncia sobre Lennox y además preferían buscar una solución bilateral y no recurrir a un arbitraje.

El Senado chileno rechazó el convenio sobre navegación. Ante la falta de apoyo a los pactos en ambas naciones, el presidente chileno Eduardo Frei Montalva retiró su discusión del Congreso en 1965, A pesar del rechazo al pacto, la idea del arbitraje se concretó.

El 30 de octubre de 1964 el gobierno argentino comunicó al de Chile su decisión de someter el caso a la Corte Internacional de Justicia, lo que fue aprobado inmediatamente por el gobierno de Chile. Los ministros de relaciones exteriores de ambos países firmaron una declaración el 6 de noviembre de 1964 en la que expresaron su voluntad de iniciar conversaciones con miras a llegar al acuerdo necesario para someter el caso a la Corte en cuestión,

Al año siguiente ambos mandatarios participaron en una cumbre en la ciudad de Mendoza destinada a buscar una solución definitiva en cuanto a las fronteras. Sin embargo los avances en esta gestión se verían abortados tanto por los nacionalismos exacerbados (provenientes principalmente desde las Fuerzas Armadas de ambos países), las diversas violaciones a los acuerdos limítrofes por barcos en las costas del Beagle, el conflicto en laguna del Desierto, el derrocamiento de Arturo Umberto Illia en 1966 y la resolución pendiente del arbitraje en Palena.

Dando por frustrado lo convenido en 1964, el Gobierno chileno decidió invocar el arbitraje ante el gobierno británico. El canciller chileno Gabriel Valdés le comunicó la decisión de utilizar este método, de acuerdo a lo estipulado en los Pactos de Mayo de 1902, al embajador argentino Manuel E. Malbrán el 11 de diciembre de 1967,

Al día siguiente, se realizó lo mismo con el canciller británico George Brown, El canciller argentino Nicanor Costa Méndez cuestionó de inmediato el proceder del gobierno chileno y se negó a participar del arbitraje. En 1970 Chile y Argentina aceptaron someter el diferendo al arbitraje del gobierno del Reino Unido con la condición de que fuera un tribunal arbitral compuesto por cinco peritos internacionales, nombrados por Chile y la Argentina, quienes plantearon una propuesta al gobierno británico, el que finalmente aprobaría o rechazaría dicha propuesta de arbitraje, sin modificarla.

El 22 de julio de 1971 los gobernantes Salvador Allende y Alejandro Agustín Lanusse firmaron el Compromiso de Arbitraje entre Chile y Argentina: Solicitud de Laudo Arbitral, en la ciudad de Salta, La sentencia, llamada Laudo Arbitral de 1977, es el resultado de un exhaustivo análisis por parte del tribunal arbitral de los derechos jurídicos de ambos países sobre la zona en conflicto en el marco del derecho internacional y de los tratados vigentes.

Para ello ambos países pudieron presentar toda la argumentación y los documentos que según su interpretación aseguraban sus derechos sobre la zona y luego defender ante los jueces sus respectivas tesis. Su preparación y realización se llevó a cabo consensuadamente por ambos países, con la expresa condición argentina de descartar cualquier ventaja para la posición chilena como consecuencia del litigio argentino-británico por las islas Malvinas.

  1. Su cumplimiento era obligatorio y estaba confiado al honor de las naciones.
  2. El Laudo Arbitral fue dado a conocer por el gobierno británico el 2 de mayo de 1977, quien dictaminó que: Chile aceptó la sentencia, y la convirtió en ley chilena: promulgó los decretos de Líneas de Bases y nombró alcaldes de mar.

Argentina declaró nula la sentencia, según su declaración, por deformación de las tesis argentinas, por abuso de las prerrogativas de la corte, por contradicciones lógicas, por errores de interpretación, por errores geográficos e históricos y por parcialidad.

También se le consideró ilegal dentro de la legislación argentina por haber sido solicitado por un gobierno de facto, porque la solicitud no había sido aprobada por el congreso ​ y por haber sido elaborado por la Reina Isabel II (textual: S.M. Isabel II nombró un consejo para que la asesorase ). ​ Conforme a lo previsto en el compromiso, el tribunal arbitral se autodisolvió tras comunicar su sentencia a las partes y constatar que se había cumplido su sentencia: todas las islas en disputa se encontraban bajo soberanía de facto del respectivo país al cual se le habían otorgado.

A partir del rechazo del laudo arbitral Argentina intensificó la presión militar sobre Chile. ​ El Gobierno argentino realizó los preparativos públicamente con gran profusión de noticias: El Informe Rattenbach criticaría posteriormente la actitud bélica del Gobierno argentino durante la primera fase de la guerra de las Malvinas,

El presidente de ese gobierno era Leopoldo Fortunato Galtieri comandante de cuerpo del ejército argentino durante la fase caliente del Conflicto del Beagle que ordenó inconsultamente el cierre de la frontera con Chile. ​ El Gobierno chileno, mantenía el control sobre las islas disputadas, por lo tanto, procuraba evitar una guerra por ellas.

Y es por eso, que siempre le animó la búsqueda de una solución pacífica del conflicto. Sin embargo, se preparó de forma muy intensa para la defensa militar del país, movilizando a unidades de montaña, comandos, ingenieros, infantería y artillería del Ejército de Chile hacia los pasos cordilleranos, para su protección y defensa.

Y reforzó significativamente, mediante un intenso puente aéreo y naval con tropas, armas, equipos, y medios logísticos, a la frontera en la Región patagónica de Aysén, y especialmente en las provincias magallánicas de Última Esperanza, Magallanes (Punta Arenas) y Tierra del Fuego, zonas donde al igual que en Aysén, la defensa se hacía más dificultosa, por cuanto, la línea de frontera se encuentra en plena estepa patagónica, al oriente de la cordillera de los Andes.

Manteniendo en lo posible a la prensa y a la población alejada de esos temas. ​ ​ Por su parte, la Armada de Chile preparó a toda su Escuadra (Flota de Cruceros, Destructores, Fragatas y submarinos) en maniobras y ejercicios de guerra naval en la zona austral durante todo 1978, ​ pero no fue publicitado, sino más bien estuvo velado al público y sólo era conocido a las personas e instituciones que estaban involucradas.

Asimismo movilizó y trasladó, a la zona en conflicto, a la totalidad de sus fuerzas de Infantería de Marina, tropa profesional de cerca de 10 000 hombres fuertemente armados y expertos en combate anfibio, localizándolos durante meses en las islas en disputa, para su defensa. Por su parte, Carabineros de Chile, cuerpo armado que en el ejercicio de su rol integración nacional ​ tiene, entre otras, la misión institucional de vigilar de las fronteras terrestres, reforzó las zonas limítrofes con un contingente enviado desde la Escuela de Suboficiales, como también integró personal como unidades de refuerzo en compañías del Ejército.

​ Respecto a la aviación naval, esta, junto a la Fuerza Aérea de Chile, mantuvieron bajo permanente vigilancia visual y electrónica, las maniobras de la FLOMAR (Flota de Mar Argentina) en el Atlántico Sur. Y es por ello, que en las dos oportunidades en que la FLOMAR y el grupo de desembarco que protegía, se aproximaron hacia las islas en disputa, la Escuadra de Chile salió al encuentro de su contraparte argentina, para impedir un eventual desembarco, choque de Escuadras que finalmente no se produjo, ya que en la primera aproximación, producida el 19 de diciembre de 1978, hubo una fuerte tormenta en el océano atlántico sur, que impidió la colisión.

  • Y en la segunda aproximación ocurrida el 22 de diciembre de 1978, el gobierno argentino, en último momento, tomó la decisión política de aceptar la mediación ofrecida por la Santa Sede,
  • Y retirar su flota.
  • El profesionalismo de las fuerzas armadas chilenas, así como su marcada tendencia a manejar las cosas en forma discreta, hizo imposible que algún miembro de los altos mandos militares hiciera alardes de valentía o coraje frente a la prensa, como también hizo inviable que alguien dentro de la cúpula militar presentase exigencias diferentes a las del gobierno para obtener ventajas políticas.

En ese caso se transformaría en un concurrente para Pinochet, lo que no era deseado dentro de las FF.AA. y sería contrario con el afán del gobernante de controlar todos los aspectos de la información. ​ Pinochet preveía una guerra a gran escala, no localizada, larga y de desgaste: «una guerra de montonera, matando todos los días, fusilando gente, tanto por parte de los argentinos como por nuestra parte, y al final, por cansancio, se habría llegado a la paz».

  • ​ Dado que el camino del derecho había sido bloqueado por la negativa argentina a aceptar el consensuado laudo arbitral, los gobernantes debieron buscar otra vez el camino para un entendimiento: Cada una de estas alternativas tenía ventajas y desventajas diferentes para cada adversario.
  • La negociación directa es normalmente la forma en que los gobiernos resuelven sus cuestiones, ya sean litigios, planes para el futuro, etc.

Se pueden llevar a cabo confidencialmente, no tienen la presión de la opinión pública, la que se entera sólo cuando hay un plan presentable. Tampoco deben autoimponerse cortapisas innecesarias en las conversaciones, si ambos lo desean todo es transable.

  1. Pero si los ánimos ya están caldeados o no hay nuevos aportes, la negociación no fructifica.
  2. Además, tiene la desventaja de que puede colocar en la misma mesa a adversarios muy dispares, quedando el más débil a merced del más fuerte.
  3. Esta era, según Jorge Rafael Videla, presidente de la Argentina, la única salida pacífica al conflicto (posteriormente cambiaría su opinión).

El servicio de un mediador consiste en que, si es de confianza, puede ayudar a los adversarios a ceder algo en sus posiciones sin que el otro rival lo sepa inmediatamente, sino a través del mediador. El mediador debe entonces encontrar un punto de contacto entre las dos posiciones.

  • Para el mediador existe el peligro de fracasar, lo cual le significa un gran desprestigio.
  • Dado que el mediador debe tener la confianza de ambas partes, su prestigio debe ser mayor, algo que nadie quiere perder.
  • El Gobierno chileno veía en la mediación una posibilidad de negociar sin la presión militar argentina y buscaba un mediador, pero el Gobierno argentino no podía imponerse a los sectores militares intransigentes que formaban parte del Proceso de Reorganización Nacional,

Argentina ya había rechazado la posibilidad de solicitar la mediación de: ​ Un tribunal internacional supone la entrega del caso completamente a manos ajenas, pero dentro de un marco legal fijado de antemano. Los argumentos en este caso habrían sido sólo jurídicos.

  • La Argentina, cuyos argumentos jurídicos habían sido rechazados en la Corte Arbitral y había desechado una revisión declarándolo nulo, consideraba la presentación por parte de Chile del caso Beagle ante el tribunal de La Haya como casus belli (motivo de guerra).
  • Dado que hasta ese momento Chile estaba en posesión efectiva de las islas y el Laudo Arbitral de 1977 se las había otorgado de jure, no le convenía el camino de la guerra, menos aún considerando la correlación de fuerzas.

Sin embargo estaba dispuesto a enfrentarla con todas sus consecuencias. La Argentina en cambio, no estaba en posesión de las islas en disputa y tenía en su contra el fallo arbitral, por lo que el gobierno militar planificó acciones militares para tomar posesión de ellas, utilizando su mayor peso militar.

  1. Por ello llegaron a acontecer Movimientos preliminares de guerra durante diciembre de 1978.
  2. Chile estaba en dictadura (desde 1973 hasta 1990), con Augusto Pinochet como presidente, designado por una Junta de Gobierno tras un golpe de estado.
  3. A mediados de 1978 la Junta de Gobierno destituyó de la comandancia de la Fuerza Aérea de Chile al general Gustavo Leigh, luego de este hiciera públicas sus críticas a Pinochet y a la orientación de la dictadura a través de un medio de prensa italiano.

En la Argentina también gobernaba una dictadura militar, la autodenominada Proceso de Reorganización Nacional que gobernó la Argentina desde el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, cuando derrocaron al gobierno constitucional de la presidenta María Estela Martínez de Perón ( peronista ).

  1. Esta dictadura otorgaba igual poder a las tres ramas de las fuerzas armadas argentinas y en que se preveía la alternancia en el poder.
  2. Este balance dentro de la junta militar argentina permitía además la deliberación política dentro de las fuerzas armadas y la formación de bloques entre ellas.
  3. Se distinguieron tres corrientes políticas dentro de las fuerzas armadas argentinas: Las continuas rencillas entre estas facciones impedían la toma de decisiones y su imposición: El autor Luis Alberto Romero ​ sostiene que la belicosa rama del nacionalismo argentino que gobernaba su país se alimentaba de un fuerte chauvinismo, de viejas y nuevas fantasías argentinas (“patria grande”, “entrar al primer mundo”, “la expoliación sufrida”) y el tradicional mesianismo militar ignorante de los más básicos conocimientos de política internacional.

En esa dirección apunta también el comentario aparecido en el New York Times del 31 de diciembre de 1978: ​ ( Traducción: La controversia sobre el Canal Beagle que ha llevado a los regímenes militares de Argentina y Chile al borde de la guerra es una expresión del turbulento revisionismo operante en Argentina en reacción a las frustraciones en la vida nacional.

  • La política argentina está conducida por militares cuyos valores nacionalistas están mezclados con ambiciones personales, miedos a los políticos, progresistas.).
  • Estas apreciaciones deben verse a la luz de declaraciones como la del almirante Gastón Clement, jefe del Estado Mayor de la Flota de Mar, más tarde Ministro de Marina quien en 1948, en Bahía Blanca, postuló: También el capitán de navío José A.

Dellepianne, profesor de Estrategia y Geopolítica de la Academia de Guerra Naval de Argentina, julio de 1947 tenía similares deseos: El aislamiento internacional del gobierno de Pinochet hacía difícil a cualquier cancillería un comunicado oficial de condena al rompimiento argentino del derecho internacional porque podría ser interpretado como un acto de solidaridad con un gobierno condenado internacionalmente por sus violaciones a los derechos humanos.

Pero la prensa internacional sí comentó lo que estaba pasando: ​ Para aumentar la presión militar sobre Chile, la Argentina utilizó sus buenas relaciones con Perú y Bolivia, países que a consecuencia de la Guerra del Pacífico debieron ceder territorios a Chile y han mantenido siempre un deseo latente de revisión de esas cesiones.

La peligrosidad de un conflicto armado llamó la atención de las potencias mundiales dado que: Estas complicaciones impulsaron a los Estados Unidos a presionar a ambos países para mantener la paz y a pedir a la Santa Sede una mediación. El ministro de RR.EE.

  1. De Brasil y portavoz de la OEA aseguró que en caso de un conflicto armado la organización intervendría inmediatamente para restablecer la paz.
  2. ​ Una vez desconocida la validez del Laudo Arbitral, el gobierno militar argentino movilizó todo su poderío militar para cambiar lo establecido por el tribunal.

Para ello planificó bajo el nombre de Operación Soberanía una acción militar contra Chile, con el fin de ocupar las islas que el laudo arbitral de 1977 le había otorgado a Chile, e invadir su territorio continental si fuera necesario. Este plan de acción militar incluía la ocupación por medio de la fuerza de las islas que el laudo había reconocido como chilenas y que se hallaban bajo control chileno, algunas desde 1892.

Un acto de este tipo es condenado por: La resolución Nr.3314 (XXIX) en su artículo 2 de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 14 de diciembre de 1974 define la guerra de agresión como: La posición del aliado ​ de Argentina, los Estados Unidos de América en condenar de antemano tal acto no podía ser más clara: ​ La Operación Soberanía fue puesta en marcha la noche del 21 al 22 de diciembre de 1978, el 4º Batallón de Infantería de Marina debía desembarcar en las islas en disputa a la hora 4:00 del 22 de diciembre.

Helicópteros de la Fuerza Aérea, Ejército y la Armada transportarían al batallón, pero fue abortada sólo horas antes cuando la junta militar argentina resolvió aceptar la mediación papal. El general Reynaldo Bignone, presidente argentino de facto después de la guerra de las Malvinas, expresó que se trató de una demostración de fuerza con fines disuasivos, para forzar al gobierno chileno a aceptar un nuevo arbitraje.

Otras fuentes opinan que la operación iba a realizarse y la autoridad moral del papa Juan Pablo II fue una razón para abortarla. También la certeza de que serían condenados internacionalmente como agresores puede haber jugado un rol en la decisión. Además, las seguridades de una resistencia “simbólica” de parte de Chile y una victoria fácil se fueron desvaneciendo día a día al ver que, a pesar de los intentos de amedrentamiento, Chile no cambiaba su posición.

El historiador Jon Marco Church, en su artículo académico «La crisis del canal de Beagle» publicado en la revista Estudios Internacionales del Instituto de Estudios Internacionales Universidad de Chile, logra encontrar dentro de su investigación una cita que logra comprobar que los militares querían conquistar el territorio chileno: ​ La Santa Sede aceptó mediar entre ambos países, impidiendo el comienzo de la guerra.

  1. En Montevideo, el 8 de enero de 1979 se firmó el Acta de Montevideo que fijaba de forma bastante flexible el marco de la mediación.
  2. Ambos gobiernos se comprometieron a no hacer uso de la fuerza, retornar al statu quo militar de comienzos de 1977 y se abstendrían de tomar medidas que turbasen la armonía entre las dos naciones.

La autoridad moral que el papa posee en ambos países católicos impidió a los sectores más belicistas rechazar la oferta de mediación, aunque la Santa Sede sabía que corría un grave riesgo por la disparidad de las posiciones presentadas. Chile sostenía la validez del Laudo Arbitral de 1977, pero la Argentina lo había declarado nulo.

El papa Juan Pablo II nombró al cardenal Antonio Samoré de 73 años de edad, como responsable de sus buenos oficios. El 12 de diciembre de 1980 Juan Pablo II dio a conocer su propuesta para la solución del conflicto. El contenido de la propuesta debía permanecer confidencial hasta la aprobación por ambos gobiernos, pero « La Nación » de Buenos Aires lo publicó el 22 de agosto de 1981.

Ambos gobiernos debían dar a conocer su posición antes del 8 de enero de 1981. Esta (primera) propuesta papal otorgaba las islas en disputa a Chile, mientras que la zona marítima en cuestión, un triángulo con un vértice en el extremo oriental del canal Beagle y un lado sobre el meridiano del cabo de Hornos, sería una zona económica compartida por Chile y la Argentina.

El 25 de diciembre de 1980 la Dictadura Militar chilena declaró su aceptación a la propuesta papal. La dictadura militar argentino dejó pasar el plazo dado por el papa sin dar una respuesta. El 25 de marzo de 1981 en una declaración pública no dio respuesta sino que solicitó más precisiones y detalles.

Ninguno de los gobernantes de facto del proceso de reorganización nacional argentino se pronunció sobre la propuesta papal, ni dio una solución al problema suscitado por el desconocimiento del Laudo Arbitral de 1977. A pesar de que ambos gobiernos se habían comprometido a resolver el diferendo pacíficamente, el peligro de la guerra continuó en el sur.

  1. A comienzos de 1981 fueron detenidas a ambos lados de la frontera varias personas, bajo la acusación de espionaje.
  2. Las tropas fueron puestas otra vez en la frontera y la Argentina cerró todos los pasos fronterizos hacia Chile, una medida que se considera normalmente como previa a la guerra.
  3. El 19 de febrero de 1982, seis semanas antes del comienzo de la guerra por las islas Malvinas, cumpliendo tareas de apoyo a la regata Sídney-Río de Janeiro el remolcador argentino ARA Gurruchaga ancló sin permiso de las autoridades chilenas durante tres días frente a la isla Deceit, ubicada fuera de la zona de litigio definida por el Compromiso de Arbitraje de 1971, en una zona que el gobierno argentino había comenzado a reclamar como propia desde que había declarado nulo el laudo arbitral, pese a la promesa hecha a la Santa Sede ​ de abstenerse de tomar medidas que turbasen la armonía entre las dos naciones y a pesar de las protestas del gobierno chileno.

​ La tensión en la frontera permanecía. En la Argentina, continuaron las pugnas entre las facciones de las Fuerzas Armadas para obtener una mayor cuota de poder en el gobierno, utilizando para ello también la política exterior. Durante sus intentos para evitar la guerra entre la Argentina y el Reino Unido el secretario de estado de los Estados Unidos, Alexander Haig, envió un mensaje al canciller británico Francis Pym comentando la jerarquía en la Junta Militar de Gobierno de Argentina: Con el paso del tiempo el descrédito de los gobernantes aumentaba y la paciencia de los gobernados se terminaba, teniendo el gobierno de Leopoldo Fortunato Galtieri que luchar por su supervivencia.

  • En ese sentido, en la política argentina, la Guerra de las Malvinas se puede entender como la continuación de la crisis del canal Beagle.
  • El 2 de abril de 1982 comenzó la Guerra de las Malvinas con el desembarco argentino en las islas Malvinas.
  • Tras un combate, la fuerza anfibia tomó prisioneros a los 68 guardias británicos que protegían las islas y los deportó, junto al gobernador de las islas, hacia el Reino Unido.

El Reino Unido reaccionó, para los jefes militares argentinos inexplicablemente, enviando cuatro días después, una fuerza de tareas desde Portsmouth, Esta guerra costó la vida de 649 militares argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños. Chile se abstuvo el 29 de mayo de 1982 junto a los Estados Unidos, Colombia y Trinidad y Tobago de apoyar la aplicación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca para dar apoyo militar a la Argentina en la guerra.

La razón formal fue el no cumplimiento por la Argentina de la resolución 502 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que exigía el retiro de las fuerzas argentinas de las islas Malvinas (en su artículo 2, el TIAR exige a los contendores cumplir las resoluciones de las Naciones Unidas). El discurso de Galtieri al anunciar la recuperación de las Malvinas a los argentinos que celebraban en la Plaza de Mayo, donde dijo: «.

es el comienzo de la recuperación de nuestra soberanía en las islas del sur.», ​ ​ ​ ​ ​ más la presencia de las mejores tropas argentinas apostadas en la frontera chilena obligaron al gobierno de Chile a prever lo peor. Argentina se negaba aún a aceptar la propuesta papal y sectores de las Fuerzas Armadas Argentinas aún se inclinaban por la guerra contra Chile.

  • Un último daño que la crisis del canal Beagle le hizo a ambos países fue la cooperación chilena con el Reino Unido durante la guerra.
  • En un ejemplo de lo que durante la guerra fría se llamó Realpolitik, el gobierno chileno informaba al Reino Unido los despegues desde bases aéreas argentinas, alertando a los británicos antes que los aviones llegaran a sus objetivos.

Chile puso a disposición de los británicos la estación aérea de la Isla San Felix para vuelos espía que, después de repostar combustible con el mayor sigilo en Concepción, que peinaran el espectro electromagnético argentino. ​ Chile incluso habría permitido el repintado de aviones británicos para que aparecieran como chilenos y así volar libremente sobre la cordillera para controlar con sus radares todo el espacio aéreo argentino.

A pesar de la actitud de pretentida indiferencia del general Augusto Pinochet, el jefe de la Fuerza Aérea de Chile general Fernando Matthei manifestó que “Si Chile no ayuda a los ingleses en la guerra, después los argentinos caminarán derecho a tomarnos las islas del canal de Beagle”. ​ El 14 de junio de 1982 a las 23:59 el general argentino Mario Benjamín Menéndez rindió las islas Malvinas al general Jeremy Moore,

El conflicto dejó unas Fuerzas Armadas Argentinas completamente debilitadas tanto en sus equipos, como en el personal y en su moral. Perdió supremacía en la región y con una desprestigiada cúpula militar, las inversiones y gastos militares fueron anulados hasta el presente, ya que los sucesivos gobiernos fijaron como política de estado, no tener hipótesis de conflictos y resolver todo por vía diplomática.

Tras la inestabilidad política y financiera de la década de 1970, la economía chilena hizo crisis nuevamente a raíz de la fijación del tipo de cambio dólar-peso. Durante el año 1982 el PGB bajó un 14 % y aunque la inflación se mantuvo en un 21 %, el desempleo llegó al 26 % y las reservas internacionales disminuyeron en 1200 millones de dólares.(Ver Dictadura militar (Chile) ).

El año 1983 todos los partidos de centro e izquierda y algunos sindicatos que habían logrado recomponerse llamaron a la primera protesta nacional abiertamente, iniciando un enfrentamiento político y social con el gobierno. La redemocratización en la Argentina era un ejemplo a seguir para los opositores de la dictadura y la opinión pública chilena seguía con interés los sucesos al otro lado de la cordillera.

  • Dado que ya se conocían en Chile los entretelones de la Guerra de las Malvinas, una solución “a la Galtieri” a los problemas internos no era viable para Augusto Pinochet.
  • Una opción era desahuciar la mediación papal, dejar que pasara el tiempo hasta que se aceptara el Laudo Arbitral por parte del gobierno argentino: Argentina no podía emprender otra guerra y el derecho internacional asistía a Chile.

Es posible que los gobernantes chilenos hayan aprendido de sus errores tras la Guerra del Pacífico, cuando tomaron todo lo que pudieron tomar, y esta vez hayan escuchado el consejo de Domingo Faustino Sarmiento visionario y patriota argentino, creador de la Escuela Normal de Chile (hoy llamada Escuela de Pedagogía), propulsor de la toma de posesión del estrecho de Magallanes por parte de Chile y defensor implacable de los derechos argentinos sobre la Patagonia oriental.

En una carta ​ del 15 de febrero de 1881, un mes después de la entrada de las tropas chilenas a Lima aconsejaba a José Manuel Balmaceda : Tras el retorno a la democracia, el nuevo presidente argentino, Raúl Alfonsín, se propuso terminar con los conflictos con todos los países limítrofes, pero se enfrentó con algunos sectores de la oposición peronista en el Congreso.

El 18 de octubre de 1984 los negociadores ( Marcelo Delpech por Argentina y Ernesto Videla por Chile) firmaron en la Ciudad del Vaticano el acta de consolidación del texto de acuerdo, y al día siguiente hicieron público el contenido. Ese mismo día, el ministro de defensa chileno denunció que una batería argentina ubicada en Puerto Almanza realizó 8 descargas sobre el faro de punta Gusano, cerca de Puerto Williams, sin provocar daños.

  1. Este último incidente del Conflicto del Beagle fue negado por el gobierno argentino.
  2. ​ ​ Alfonsín recurrió a la opinión pública y llamó a un plebiscito, una consulta popular no vinculante, en la que la aceptación de la mediación papal fue abrumadora.
  3. Este fue el camino elegido por el gobierno para dejar en manos del pueblo argentino la decisión sobre la aprobación o no del tratado.

Aunque los legisladores no estaban obligados a someterse al resultado de la consulta, debido a su masiva aceptación, aprobaron el tratado de paz. Dado que el plebiscito no era de carácter vinculante ni era obligatorio participar en la contienda, el gobierno nacional no debía necesariamente acatar el resultado; sin embargo, el entonces presidente Raúl Alfonsín declaró que respetaría la decisión mayoritaria.

  1. Finalmente, más del 83% de los votos válidos fueron favorables a la propuesta, con una participación que superó el 56 %.
  2. ​ ​ El partido oficialista, Unión Cívica Radical, llamó a votar a favor de la propuesta.
  3. El Partido Justicialista, boicoteó el proceso, considerando que distraía la atención de los problemas económicos.

​ y fue el único partido con representación parlamentaria que no se pronunció en favor o en contra de la aprobación. ​ Algunos referentes de esta agrupación, como Herminio Iglesias, instaron a participar de la elección y votar en contra, en tanto otros dirigentes como Carlos Menem se manifestaron por el sí.

  1. ​ Los sectores de derecha, entre los que se encontraban los grupos militares que gobernaron Argentina de facto entre 1976 y 1983 durante la dictadura autodenominada Proceso de Reorganización Nacional, también se pronunciaron en contra.
  2. ​ El jefe de la bancada justicialista en el Senado, Vicente Saadi debatió con el canciller radical Dante Caputo por televisión sobre el plebiscito.

La actuación de Saadi, que auspiciaba la abstención, fue tan decepcionante que algunos peronistas la compararon con el episodio de la quema del cajón por Herminio Iglesias, en 1983. ​ El resultado de la votación el día 25 de noviembre de 1984 fue: ​ El Territorio Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur fue el distrito que más se opuso; no obstante, los votos a favor del tratado igualmente superaron —aunque levemente— a los que se oponían al mismo.

  • El Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile de 1984 dio solución definitiva a todos los problemas límitrofes al sur de la isla Grande de Tierra del Fuego.
  • El tratado incluye la delimitación marítima, un procedimiento para la solución de controversias, estipula derechos de navegación y precisa los límites en el estrecho de Magallanes.

En cada uno de estos puntos reafirma también los derechos de ambos países en la Antártida y exhorta a ambos pueblos a seguir el camino de la paz y la cooperación. De los territorios disputados, Chile obtuvo el reconocimiento por parte de la Argentina de la soberanía chilena sobre las islas que se encuentran desde el eje central del canal Beagle hacia el sur.

Además ambos países intercambiaron derechos de navegación en la zona. El aislamiento internacional de la dictadura chilena, el embargo de armas a Chile y la desmedida confianza en su capacidad militar condujeron a la junta militar argentina a desconocer el Laudo Arbitral sin temor a las consecuencias de una guerra.

Si bien Chile no pudo evitar el desconocimiento del Laudo Arbitral por parte de la Argentina, su despliegue defensivo en el año 1978 convenció a la junta militar argentina de que tomar las islas por la fuerza, aún llegando a ocuparlas, le causaría más costos que ganancias y la expondría a imprevisibles riesgos, ​ llegando de esa manera a los sucesos del 2 de abril de 1982, sin haber criticado sus métodos y consecuencias.

Las consecuencias de esa ruptura fueron: Ya sin amenazas de guerra ni presiones ambos países aceptaron la propuesta papal que entregó a la Argentina la mayor parte de la zona económica exclusiva que otorgan las islas en disputa a cambio de la aceptación argentina del Laudo Arbitral de 1977. Sin embargo, Chile logró la bioceanidad de facto y ganó una salida al Océano Atlántico, algo que no es reconocido por este país ya que afirmaba la existencia de una delimitación natural entre los océanos Pacífico y Atlántico Sur por el arco de las Antillas Australes,

El intercambio de derechos de navegación y la estabilidad del pacto alcanzado han permitido alcanzar una gran solidez en las relaciones entre ambos países y han favorecido el desarrollo de la región del canal Beagle y posibilitado algunos avances que en el año 1978 parecían imposibles.

Como legado físico del conflicto, existen alrededor de 3500 minas instaladas por la Armada chilena en 17 campos distribuidos de la siguiente manera: 5 en la isla Picton, 8 en la isla Nueva, 2 en la isla Deceit, 1 en la isla Freycinet y 1 en la isla de Hornos. En homenaje al mediador, el Paso Puyehue fue rebautizado como Paso Internacional Cardenal Antonio Samoré,

Es el segundo paso en importancia entre ambas naciones y conecta Villa La Angostura y Osorno,

¿Cómo se solucionó el conflicto del canal de Beagle?

Canal Beagle – Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile El denominado Conflicto del Beagle se suscitó en torno a la soberanía de varias islas e islotes (principalmente Picton, Nueva y Lennox) al sur del Canal Beagle y espacios marítimos adyacentes de una estratégica zona ubicada entre los océanos Atlántico y Pacífico.

  • El 22 de julio de 1971, los presidentes y Alejandro Agustín Lanusse firmaron un Compromiso de Arbitraje, mediante el cual ambos países se sometieron al arbitraje de la Reina Isabel II de Inglaterra.
  • El 2 de mayo de 1977 se dio a conocer el Laudo Arbitral, que otorgó derechos de navegación en el canal a ambos países, quedando Chile con la mayor parte de las islas y los derechos oceánicos.

El gobierno argentino declaró el fallo “insubsanablemente nulo”, ordenando movimiento de tropas en la zona en conflicto, a lo que Chile respondió con similares preparativos de guerra. En 1978 el gobierno solicitó la mediación del Papa Juan Pablo II, la que quedó oficializada por medio del Acta de Montevideo, firmada el 8 de enero de 1979.

¿Cómo se resolvió el conflicto entre Argentina y Chile?

Inconvenientes fronterizos entre Chile y Argentina – Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile En 1843, Chile tomó posesión efectiva del Estrecho de Magallanes y territorios adyacentes, situación que provocó la molestia de Argentina. El gobierno argentino alegó derechos en el Estrecho y sus costas, y reclamó por la fundación del Fuerte Bulnes, de propiedad chilena.

  • En 1856, fundó una colonia indígena para bloquear la soberanía chilena en la zona.
  • El conflicto fue solucionado en 1881, cuando el 23 de julio de ese año se firmó el Tratado de Límites de 1881, que estableció que el límite entre ambas naciones es, de Norte a Sur, la Cordillera de los Andes hasta el paralelo 52º, y que la línea fronteriza correrá por las cumbres más elevadas que dividan las aguas.

En la región austral del continente y al Norte del Estrecho de Magallanes el límite se estableció por una línea que parte en la divisoria de las aguas de Los Andes, continúa por el paralelo 52º hasta su intersección con el meridiano 70º, y en ese punto se quiebra y sigue por una línea hasta Punta Dungenes.

  • Los territorios que quedan al Norte de dicha línea pertenecerían a Argentina, y los del sur a Chile.
  • En cuanto a Tierra del Fuego, se dividió la isla por una línea vertical que parte del cabo Espíritu Santo; la parte oriental de la isla quedó bajo soberanía argentina, mientras que la parte occidental bajo jurisdicción chilena.

Por último, se determinó que Chile era país soberano en ambas riberas del Estrecho de Magallanes. Para ello, se comprometió a no construir fortificaciones militares para garantizar la neutralidad del Estrecho. La aplicación de estos límites no tuvo mayores problemas en el norte y centro de la cordillera, pues en esas zonas las altas cumbres y la divisoria de aguas coincidían.

  1. Sin embargo, en la región de la Patagonia hubo diversas interpretaciones del Tratado.
  2. Chile sostenía que la línea divisoria debía seguir por la divisoria de las aguas, mientras que Argentina por las cumbres más altas.
  3. Con el fin de dirimir esta disyuntiva se firmó un Protocolo en 1893, que reafirmó la división estipulada en el Tratado de 1881 y estableció que la división de Tierra del Fuego seguiría la línea de Los Andes, partiendo en la cumbre más elevada.

La aplicación del Tratado tuvo inconvenientes también en la zona de la Puna de Atacama, ubicada en la cordillera entre los paralelos 23º y 26º, actual provincia de Atacama. Los problemas se suscitaron luego de que el gobierno chileno se enterara en 1889 que Bolivia había cedido parte de la Puna a Argentina.

  1. Se necesitó de la ayuda del gobierno de Estados Unidos, quien envío en su representación a Argentina en 1889 a William Buchanan.
  2. El delegado norteamericano se reunió con su par chileno, y con el delegado argentino, José Uriburu.
  3. Mac-Iver alegó que la Puna de Atacama pertenecía a Chile y que la cesión de tierras por parte de Bolivia a Argentina era inválida, pues el territorio no le pertenecía.

La comisión decidió que el límite definitivo se establecería por una línea recta desde la intersección de los paralelos 23º y 67ºO, hasta la cima más alta del Cerro Zapaleri. A raíz de los inconvenientes originados por la aplicación del Tratado se decidió establecer un pacto en mayo de 1902.

  • En este se estipula que cualquier conflicto entre Chile y Argentina será solucionado pacíficamente, además que todas las controversias serán dirimidas por un arbitraje neutro por parte de S.M.
  • Británica.
  • Cualquiera de las dos repúblicas podrá solicitar el arbitraje, cuya sentencia será decisiva, definitiva e inapelable.

En la década de 1960 volverán a presentarse conflictos con Argentina, esta vez en la zona de Palena, al sur de Chile. Para solucionarlo, se recurre -como estaba estipulado- al laudo arbitral de S.M.B. Isabel II. El problema se suscitó por la falta de claridad con respecto a la dirección de la línea divisoria entre los hitos 16 y 17.

  1. Luego del estudio de la zona de Palena y de las dudas con respecto al trayecto de la división entre los hitos, el arbitraje decidió que la línea demarcadora iría de forma recta de Norte a Sur, aunque con desviaciones de este a oeste según los accidentes geográficos lo requirieran.
  2. Así, unió el hito 16 en la orilla norte del Río Palena y el 17 en la ribera norte del lago General Paz.

Luego de aclarado este conflicto, se puso en discusión la soberanía sobre el canal Beagle y las islas Picton, Lennox y Nueva. Argentina rechazó lo estipulado en el Tratado de 1881 que declaraba a las islas del canal Beagle hasta el Cabo de Hornos como chilenas.

Nuevamente, se recurrió al arbitraje al Arbitraje Británico, cuya sentencia referida a la zona del Canal Beagle confirmó lo expresado por el Tratado de 1881, señalando que pertenecen a Chile las islas Picton, Nueva y Lennox, conjuntamente con los islotes y rocas inmediatamente dependiente de ellas y todas las islas e islotes al sur del límite en el Canal Beagle.

Argentin, en 1978, declaró insanablemente nulo dicho fallo, generándose un clima tenso y potencialmente bélico. En 1979 se recurrió a la mediación del Papa Juan Pablo II, quien logró que ambos países firmaran el Tratado de Paz y Amistad de 1984. Este tratado confirmó lo establecido por el Laudo de 1977, que dice que las islas Picton, Nueva y Lennox eran chilenas.

  • Además delimitó los espacios del Mar Austral y la boca oriental del Estrecho ed Magallanes.
  • Asimismo, estableció la voluntad de solucionar pacíficamente los conflictos, preservando la cooperación e integración de ambas naciones.
  • El último conflicto limítrofe con la nación vecina fue el acontencido en torno a la delimitación de Campo de Hielo Sur, durante la década de 1990.

En 1998 se suscribió en Buenos Aires el “Aceurdo entre la República de Chile y la República Argentina para precisar el recorrido del límite desde el Monte Fitz Roy hasta el Cerro Daudet. : Inconvenientes fronterizos entre Chile y Argentina – Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile

¿Que le reclama Chile a Argentina?

Disputa antártica – Este diferendo en una zona considerada la “puerta de entrada a la Antártida” se suma a la disputa histórica que mantienen los vecinos sudamericanos en el continente blanco. Argentina y Chile son los únicos dos países del continente americano que reclaman una parte de la Antártida.

  1. El primero declaró su soberanía en una sección del noroeste antártico, que considera una extensión de su provincia más austral, Tierra del Fuego, en 1904.
  2. Fue el primero en el mundo en hacerlo.
  3. Chile hizo su propio reclamo en 1940, también sobre la base de que esa porción antártica era una extensión natural de la región de Magallanes, la más sureña de su territorio.

Pero parte de la Antártica Chilena —como se la conoce allí— se superpone con la llamada Antártida Argentina. Complicando aún más las cosas, Reino Unido también reclama terrenos antárticos exigidos tanto por Argentina como por Chile. Los otros cuatro países que reivindican partes del continente blanco son Noruega, Australia, Nueva Zelanda y Francia.

¿Qué territorio le quitó Argentina a Chile?

ABSTRACT Through schools, newspapers, and military quarters from Argentina and Chile, it is taught that the neighbor country is always the expansionist and lands’ robber one. To argentinians, all lands to the south of the Bío-Bío belonged to Río de la Plata’s Viceroyalty, and therefore, they should be now argentinian; to chileans, the Patagonia/would have been owned by Chile until the 1881’s Treaty, which Chile/would have signed under pressure, since the Pacific War was taking place at that moment.

  1. This article shows that both positions are untrue, since some documents, antecedents and royal dispositions haven’t been taken into consideration by these two countries; antecedents showing new information which supports the opponent positions.
  2. Serious mistakes are described and explained through new documentary evidence, mistakes which are already standardized in both, argentinian’s and chilean’s historiography.

Las relaciones diplomáticas entre Argentina y Chile se han desarrollado durante muchos años sobre ciertas desconfianzas mutuas porque en cada país se ha enseñado la historia presentando al vecino como expansionista y sustractor de territorio. Y ello ha pasado de los mapas al manual, de allí a la escuela y la prensa, y finalmente a los pasillos de las cancillerías y embajadas.

  1. Un buen ejemplo de estos desencuentros se reflejó en la Embajada Argentina en Santiago, el 6 de agosto de 1970, en víspera de las elecciones presidenciales en Chile.
  2. El embajador Javier Gallac invitó al candidato de la Democracia Cristiana, Radomiro Tomic.
  3. Se conversó sobre varios temas, incluyendo los asuntos limítrofes.

Tomic señaló al respecto: “En esta cuestión de límites existe siempre una gran sensibilidad y así como consecuencia de la Guerra del Pacífico -y de esto hace ya cien años- se mantiene en Perú y Bolivia una sensibilidad muy especial que nosotros los chilenos no podemos comprender, porque consideramos historia ya terminada.

  • Usted, señor Embajador, habla con mentalidad de país vencedor; hemos tenido conflictos, aunque felizmente nunca hemos llegado a la violencia, y al vencedor siempre le es más fácil olvidar lo ocurrido que al vencido.
  • En Chile usted va a encontrar mucha gente que piensa que hubo cancilleres y embajadores que no hicieron valer los derechos del país, que por eso perdimos la Patagonia”.

El embajador argentino escuchó atentamente estas palabras pero no pudo comprender muy bien de qué le hablaban. No conocía la Historia de Chile. No estaba enterado que Tomic estaba transmitiendo el pensamiento estandarizado en todas las escuelas y universidades chilenas.

Al contrario, las ideas que Gallac tenía en la cabeza, aprendidas también en el aula, pero de escuelas argentinas, eran exactamente inversas. Se apuró entonces a responder de acuerdo al lenguaje diplomático, y señaló que: “La coincidencia en esta materia era muy difícil de lograr, pues también del otro lado de los Andes había argentinos que pensaban que habían tenido embajadores flojos y cancillerías poco hábiles frente a una política activa, inteligente y coherente por parte de Chile con relación a los problemas limítrofes” 1,

Este diálogo, en su esencia, se ha reproducido numerosas veces en las relaciones bilaterales, no solo en el campo diplomático, sino también en el campo empresario, académico, profesional, militar, entre otros. Ello es así porque se ha estandarizado, en Argentina y Chile, una percepción del país vecino como expansionista y sustractor de territorio.

  • Cada día, millones de niños argentinos y chilenos estudian en la escuela con mapas históricos según los cuales la nación trasandina ha despojado al propio país de centenares de miles de kilómetros cuadrados de territorio.
  • La causa de este despojo se encontraría en una cancillería entreguista, en una política exterior claudicante y en un vecino voraz y ambicioso.

Estas tesis no están restringidas a los historiadores militares, tan proclives a mostrar amenazas inminentes en los países vecinos para justificar sus reclamos de mayor presupuesto y carreras armamentistas. En efecto, estos mapas son publicados por los más prestigiosos historiadores actuales de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad de Chile.

También circulan en los manuales escolares de nivel básico y medio, avalados por los Institutos Geográficos Militares de Argentina y Chile y por los respectivos Ministerios de Educación. Además, han sido difundidos por las más prestigiosas editoriales de ambos países, como Editorial Sudamericana, en la Argentina, y la Editorial Universitaria, dependiente de la Universidad de Chile.

Los mapas y manuales argentinos aseguran que, hasta 1810, todo el actual sur de Chile pertenecía al Virreinato del Río de la Plata. Ello incluye los territorios ubicados al sur del río Biobío, incluyendo la Araucanía, la ciudad de Valvidia, la isla de Chiloé, todo el Estrecho de Magallanes y la Patagonia chilena.

  1. De acuerdo al Tratado de 1856, que estableció el principio de Uti Possidetis Iuris, todos estos espacios debían pertenecer a la Argentina.
  2. Sin embargo, Chile desarrolló una política fuertemente expansionista, con un hito clave en la fundación del Fuerte Bulnes (1843), lo cual le permitió apropiarse de territorios que no le correspondían.

Por su parte, los mapas y textos chilenos señalan que, hasta 1810, toda la actual Patagonia argentina pertenecía al Reyno de Chile. Aseguran que la frontera pasaba por los ríos Diamante (en el centro de la provincia de Mendoza), y por el río Negro. De acuerdo al Tratado de 1856, que estableció el principio de Uti Possidetis Iuris, todos estos espacios debían pertenecer a Chile.

Sin embargo, Argentina desarrolló una política fuertemente expansionista que se reflejó en la Campaña al Desierto del general Roca. El golpe de gracia se produjo en el Tratado de 1881, cuando la Chile debió comprar la neutralidad argentina en la Guerra del Pacífico a un costo de 1.000.000 de kilómetros cuadrados.

Chile debió cederle la Patagonia a la Argentina para evitar que esta se aliara con Bolivia y Perú. Tras confrontar las dos premisas anteriores se llega a una conclusión clara: alguien miente entre los historiadores del Cono Sur. O mienten los chilenos o mienten los argentinos.

  1. Pero es imposible que ambos digan la verdad.
  2. Tenemos entonces un problema, porque existen afirmaciones falsas que se han difundido masivamente en ambos países.
  3. Esta irregularidad fue detectada por los gobiernos nacionales de Argentina y Chile, que convocaron a historiadores de Buenos Aires y Santiago para efectuar una revisión de los textos escolares, liderados por Luis Alberto Romero, Hilda Sábato y José Antonio Garretón.
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Durante varios años los colegas trabajaron para tratar de resolver el problema. Finalmente, lograron algunos avances. Concluyeron que lo ideal es no mencionar los temas territoriales en los manuales escolares, pues por ese camino no se podrían conciliar los enfoques de las tradiciones historiográficas de cada país.

  • La propuesta de Romero y Garretón es interesante.
  • Efectivamente, casi la totalidad de los espacios que los manuales escolares dedican al país vecino, se restringe a las cuestiones territoriales y limítrofes.
  • Sería muy conveniente dedicar ese espacio a otros temas comunes, como la historia del Ferrocarril Trasandino, los flujos migratorios, las redes de intelectuales y escritores, el intercambio comercial, las carreteras, los fenómenos deportivos y otros temas.

De todos modos, los estudios mencionados no han logrado resolver la cuestión de fondo. ¿Quién miente y por qué en la cuestión de los mapas y la evolución histórica de la frontera? Evidentemente, para resolver un problema de esta envergadura era necesario realizar una investigación profunda que tienda a resolver los siguientes puntos: Primero: cuáles eran los límites administrativos dispuestos por la Corona española entre el Virreinato del Río de la Plata y el Reino de Chile en vísperas de 1810.

Ello implicaba cruzar los documentos reivindicados por la cancillería chilena con las fuentes esgrimidas por el gobierno argentino en los debates territoriales. En este sentido había que superar las tendencias parciales de cada país, cuyos intelectuales procuraban minimizar los argumentos del otro, y enfatizar los propios.

Segundo: una vez detectado el mapa definido por el Rey antes de 1810, es necesario estudiar el proceso de deformación de los mapas. Hay que examinar qué historiador chileno inventó el mapa que atribuye a su país derechos sobre toda la Patagonia, y viceversa del lado argentino.

En resumidas cuentas, el objetivo del trabajo es describir y explicar el proceso por el cual se construyó en Argentina y en Chile una imagen distorsionada del país vecino, propuesta que luego se estandarizó a través de la escuela y la prensa. Una vez alcanzado este objetivo, el paso siguiente es elaborar una propuesta superadora que se ajuste más a la verdad histórica y permita emplear el mismo mapa en los manuales escolares de ambos países.

La realización de esta tarea tiene un serio obstáculo: ¿cómo lograr un resultado imparcial? En efecto, si el trabajo lo realiza un investigador argentino, dentro de una universidad argentina, dirigido y evaluado por historiadores argentinos, puede ser acusado de priorizar los intereses de su país.

Y a la inversa si la tarea la realiza un historiador chileno dentro de Chile. Para superar esta dicotomía, se encargó este trabajo a un investigador argentino, profesor titular de una universidad argentina e investigador del CONICET. Con estos antecedentes, el autor se instaló tres años en Chile y realizó una tesis doctoral en la Universidad de Santiago, dirigida por el profesor chileno Joaquín Fermandois, profesor titular de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

La tesis fue evaluada por un tribunal compuesto por un inglés y tres chilenos: el doctor Ian Thomson (CEPAL); la doctora Carmen Norambuena Carrasco, directora del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago; el doctor Iván Witker, director de la Mención Relaciones Internacionales del Doctorado de dicha universidad y funcionario del Ministerio del Interior del Gobierno de Chile, y el mencionado doctor Fermandois.

  • La tesis fue aprobada por unanimidad, y en el momento de comunicar su resultado, el decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago señaló que la misma “marca un hito en nuestra historia nacional”.
  • Además, adelantó que la citada facultad se iba a ocupar de la publicación de dicha tesis, compromiso que se cumplirá tal vez hacia fines de este año 2,

La tesis demostró que el Tratado de Límites firmado por Argentina y Chile en 1881 y los tratados posteriores (incluyendo el laudo del Beagle) se ajustaron al principio de Uti Possidetis Iuris de 1810. Es decir, respetó las divisiones administrativas dispuestas por la Corona española entre el Virreinato del Río de la Plata y el Reino de Chile.

  • Argentina poseía la Patagonia en la época colonial y Chile poseía la Araucanía, Valdivia, Chiloé, el Estrecho de Magallanes, el Beagle y el Cabo de Hornos.
  • Por lo tanto, ni Argentina ha despojado a Chile de territorio ni viceversa.
  • Por razones de espacio, es imposible comprimir una tesis de 400 páginas en un artículo como el presente.

Pero se pueden seleccionar los aspectos más relevantes para el público de cada publicación. El autor ha elaborado un informe para publicar en Argentina, en el cual se dé a conocer aquellos aspectos que la historiografía chilena no ha considerado, para demostrar los errores de los mapas que actualmente circulan en ese país.

Y a la vez, en el presente escrito, nos proponemos dar a conocer en Chile los fundamentos que muestran las falencias de los mapas que hoy circulan en los manuales chilenos.1. LOS MAPAS ESTANDARIZADOS Y SUS FUNDAMENTOS Los mapas que actualmente se han estandarizado en los manuales de Historia de Chile, explican la evolución territorial de ese país en una serie de documentos.

Como punto de partida, los historiadores chilenos consideran las Reales Cédulas de 1554, 1555 y 1558, por las cuales la Corona española dispuso que la Gobernación de Chile se extendía del desierto de Atacama hasta el Estrecho de Magallanes, con un ancho de cien leguas desde el Pacífico hacia el este.

  • Ese era el territorio original.
  • Posteriormente, la Corona española separó de Chile la Gobernación de Tucumán, mediante Real Cédula de 1563; más tarde, el rey Carlos III hizo lo mismo con Cuyo, que fue incorporado al Virreinato del Río de la Plata en 1776.
  • Pero, de acuerdo a la tradición historiográfica chilena, la Corona nunca separó la Patagonia del Reyno de Chile.

Por ende, hacia 1810, este territorio todavía pertenecía a la Capitanía General y, por ende, fue heredado por la República de Chile. Esta es la lectura compartida por todos los historiadores chilenos de la segunda mitad del siglo XX, incluyendo Francisco Antonio Encina, Jaime Eyzaguirre y Sergio Villalobos.

Institucionalmente, esta tesis es compartida por los colegas de la Pontificia Universidad Católica de Chile, de la Universidad de Chile y la Universidad de Santiago. Del lado argentino, la tradición historiográfica considera otros documentos. Los más importantes son las reales cédulas por las cuales se implantó el sistema de intendencias en el Reino de Chile (1786), que quedó dividido en dos intendencias: la de Santiago y la de Concepción.

La primera se extendía del desierto de Atacama hasta el río Maule y desde la cordillera al Pacífico. La segunda se prolongaba del Maule hasta la Araucanía, desde la cordillera al Pacífico. Estas disposiciones habrían dejado sin efecto las reales cédulas de mediados del siglo XVI.

  1. Además, al no existir la res nullius (tierra de nadie), todos los territorios del Biobío hacia el sur debían pertenecer el Virreinato del Río de la Plata hacia 1810.
  2. Y por lo tanto, les correspondía a su heredero histórico, es decir, la República Argentina.
  3. Con estos criterios se han elaborado todos los mapas que circulan en los manuales de las escuelas argentinas en las últimas décadas.

Autores como Diego Luis Molinari, Elena Chioza, Daniel Santamaría, Randel, Enrique Tandeter y Juan Suriano han aprobado, legitimado y difundido mapas con estos contenidos, a través de numerosas obras difundidas a través de EUDEBA, el Centro Editor de América Latina y Editorial Sudamericana, por dar algunos ejemplos.

Además estos mapas circulan en numerosos manuales escolares, con el aval del Instituto Geográfico Militar y del Ministerio de Educación de la Nación.2. LOS DOCUMENTOS HISTÓRICOS QUE LOS CARTÓGRAFOS NO TUVIERON EN CUENTA Tanto los historiadores argentinos como chilenos, al diseñar los mapas señalados, omitieron la consideración de documentos fundamentales de la época colonial.

Al no conocer esta información, los colegas se vieron empujados a incurrir en inexactitudes que luego se estandarizaron en sus respectivos países. La tradición historiográfica chilena no tomó conocimiento de la Real Cédula de 1570, por la cual la Corona prolongó el límite austral de la Gobernación de Buenos Aires, del paralelo 37º al paralelo 49º.

Esta Real Cédula no fue conocida por José Miguel de Amunátegui, en su monumental obra de 1880. Al no conocerla, construyó de buena fe su tesis, conforme a la cual, sobre el filo de la Revolución de 1810, se hallaban perfectamente en vigencia los derechos del Reino de Chile sobre la totalidad de la Patagonia.

Por otra parte, ni los historiadores argentinos ni los chilenos han considerado completo el Corpus Documental Intendencial, a través del cual se produjo el asentamiento del sistema de intendencias en el Reino de Chile. Como hemos señalado antes, la Corona creó las intendencias de Santiago y Concepción, mediante documentos conocidos por todos los historiadores.

  • Pero lo que pocos han tenido en cuenta es que además de esas dos intendencias, la Corona creó también la intendencia de Chiloé, que iba de la Araucanía hasta el Cabo de Hornos, de la cordillera al Pacífico.1.
  • La Real Cédula que Amunátegui no conoció La Corona generó, a favor de Juan Ortiz de Zárate, uno de los documentos más importantes de la historia de las jurisdicciones del sur de América.

Este documento fue desconocido por el principal estudioso chileno de la historia de las jurisdicciones territoriales con Argentina, Miguel Luis Amunátegui, lo cual desató una serie de problemas para interpretar la voluntad del Rey en torno a este delicado tema.

  1. La accidentada trayectoria de los protagonistas de este título guarda relación con las dificultades que hubo en el siglo XIX para considerarlo.
  2. Conviene, por lo tanto, examinar los aspectos principales de la agitada trayectoria de este conquistador y su círculo más próximo, para poder, luego, comprender las vicisitudes que se desencadenaron con sus títulos.

El beneficiario de la Real Cédula de 1570, Juan Ortiz de Zárate, nació en Vizcaya, en el seno de una familia poderosa de la España del siglo XVI. Participó en la conquista del Perú, donde tuvo una destacada actuación. Logró hacer una buena posición socioeconómica y una familia expectante, especialmente con el nacimiento de su hija, Juana Ortiz de Zárate (1553-1584), que tendría un inesperado papel en esta historia.

En el Alto Perú las vidas de ambos se cruzaron con la de Juan de Garay, otro personaje clave de esta agitada historia, el cual merece una digresión. Juan de Garay (1528-1583) había nacido en España, en el seno de una familia de relativamente baja extracción social. Su suerte cambió cuando resolvió viajar a América con su tío Pedro de Zárate, miembro de la comitiva del virrey del Perú, Blasco Núñez de Vela (1544).

Garay desplegó una activa labor en ese virreinato, donde logró construir una posición destacada para una persona de sus orígenes. Consiguió una satisfactoria inserción en Santa Cruz de la Sierra. Además, adquirió amplios conocimientos geográficos de la región debido a su participación en las expediciones que se realizaron por el actual noroeste argentino (1549-1550).

En estas empresas fue cofundador de la ciudad del Barco, posteriormente llamada Santiago del Estero. Garay ya se perfilaba como un caudillo expectante. En el Alto Perú estableció estrechos lazos con su pariente Juan Ortiz de Zárate, quien ya figuraba como encomendero importante de Charcas. Después Garay viajó a Asunción del Paraguay (1568).

Allí fue nombrado alguacil mayor. El gobernador le encargó realizar varias expediciones hacia el sur, con vistas a asegurar el control de la cuenca del Plata. En uno de estos viajes, Garay fundó la ciudad de Santa Fe (1573) y comenzó los preparativos para volver a fundar Buenos Aires 3,

Mientras tanto, Ortiz de Zárate también realizaba una carrera ascendente. Como reconocimiento a los servicios prestados, el virrey del Perú lo nombró adelantado del Río de la Plata (1567). A esta altura, su situación era la inversa a la de Rasquin: este había conseguido un título más importante, pues lo había emitido el Rey.

Pero Ortiz de Zárate tenía la ventaja de hallarse ya en tierras americanas, por lo tanto, estaba más cerca de su gobernación. De todos modos, había una situación ambigua, y Ortiz de Zárate necesitaba que la Corona le confirmase el título que le había concedido el virrey del Perú.

  1. Tras una serie de gestiones, Ortiz de Zárate dejó a su hija en el Alto Perú y viajó a España.
  2. Allí logró finalmente la capitulación de julio de 1569, por la cual el Rey lo nombraba como adelantado con prácticamente la misma jurisdicción que Pedro de Mendoza, Alvar Núñez Cabeza de Vaca y Domingo de Irala 4,

El significado de la Real Cédula del 1 de junio de 1570 fue desplazar la frontera austral de la Gobernación del Río de la Plata, del meridiano 36° 57’ al 48° 21’ 15’’ de latitud sur. Es decir, ante la vacancia del territorio otorgado originalmente a Simón de Alcazaba (1534) y Francisco de Camargo (1539), la Corona española tomaba la decisión de confiar el mismo al único polo poblacional que exhibía capacidad para consolidarse en el Atlántico Sur.

En el documento de 1570, el rey de España no entregaba a la gobernación de Buenos Aires todo el territorio que originalmente había cedido a Alcazaba y Toledo. Este había recibido todo el espacio, entre los paralelos 37° y 48°, de océano a océano. En cambio, en la Real Cédula de 1570 solo se menciona el Atlántico, pero se hace silencio con respecto al litoral Pacífico, actitud coherente con los títulos que la Corona había emitido a favor de la Gobernación de Chile en 1554, 1555 y 1558.

Al conseguir las Reales Cédulas de 1569 y 1570, Ortiz de Zárate quedaba en condiciones de asumir una gobernación de creciente importancia en las Indias. De todos modos, tenía que organizar la expedición y ello no iba a resultar muy fácil. Esta recién estuvo lista en septiembre de 1572.

El viaje al Atlántico Sur estuvo plagado de problemas, con varios naufragios y muertes. Por fin, en 1574 llegó al Río de la Plata. En la isla Martín García se encontró con su antiguo amigo, Juan de Garay, entonces enviado por el gobierno de Asunción para buscar un lugar apto para fundar una ciudad sobre el Atlántico.

De este encuentro nació un estrecho lazo entre Ortiz de Zárate y Garay. Aquel inició su marcha hacia el norte, guiado por este. En las costas del actual Uruguay, Ortiz de Zárate fundó la colonia de San Salvador (30 de mayo de 1574), asentamiento de efímera existencia.

Luego remontó el río Paraná, y llegó a la ciudad de Asunción, donde asumió sus funciones como Gobernador del Río de la Plata. Allí procuró cumplir con sus compromisos ante el Rey. Pero su quebrantada salud limitó sus posibilidades. Consciente de la cercanía de su muerte, Ortiz de Zárate elaboró un testamento en el cual reivindicaba a su hija, Juana Ortiz de Zárate, y establecía que su esposo sería el heredero de sus derechos, lo cual estaba previsto en las capitulaciones del rey Felipe II, pues el privilegio fue otorgado por dos generaciones.

Por otra parte, su hombre de confianza, Juan de Garay, fue nombrado tutor de su hija 5, Tras el fallecimiento de Juan Ortiz de Zárate (1576), Juan de Garay se dirigió a Charcas para informar de los acontecimientos a la hija de aquel, Juana Ortiz de Zárate.

  1. Ella se había casado ya con Juan Torres de Vera y Aragón, oidor de la Audiencia local.
  2. Una vez enterado de las novedades, Vera y Aragón reclamó sus derechos como Gobernador del Río de la Plata.
  3. Para legitimarse resolvió viajar a España y obtener allí una confirmación real.
  4. Mientras tanto designó a Juan de Garay como Gobernador provisorio del Río de la Plata, cargo que desempeñaría en su nombre durante varios años (1578-1583) 6,

Desde el punto de vista jurídico, las capitulaciones del rey Felipe II, por las cuales había extendido la jurisdicción de la Gobernación del Río de la Plata otras 200 leguas hacia el sur, desde el paralelo 36° al 48°, tenían una duración de dos generaciones; Ortiz de Zárate había fallecido, dejando la tarea a medias.

Quedaba en manos de su sucesor legal, Vera y Aragón, cumplir su parte del contrato. En caso de no hacerlo, los títulos entrarían en una zona gris y se debilitarían jurídicamente. De allí entonces la importancia de su gestión. Vera y Aragón era consciente de su carrera contra el tiempo. Pero se hallaba ante enormes dificultades que retrasaban su misión 7,

Mientras tanto, Juan de Garay tenía que gobernar en su nombre la amplia región del Río de la Plata. La situación de Juan de Garay en la Gobernación del Río de la Plata, con sede en Asunción, era bastante precaria debido al carácter provisorio de su título, la prolongada ausencia del titular Vera y Aragón y las intrigas del virrey Toledo.

Además, Juan de Garay se encontró con un rival inesperado en el territorio. Gerónimo de Cabrera venía de fundar Córdoba y de allí dirigió su mirada hacia el este, para asentarse en el Atlántico. Cuando Juan de Garay procuró refundar una ciudad en el río de la Plata, se encontró con la expedición de Cabrera, que apuntaba al mismo objetivo.

Para evitar una confrontación directa, se resolvió trasladar el pleito a la Corona. A pesar de un panorama tan desalentador, Juan de Garay se abrió paso entre las dificultades. Organizó una expedición de grandes dimensiones para la época. Llevaba 1.000 caballos, 500 cabezas de ganado y 74 jefes de familia para fundar la ciudad de Buenos Aires por segunda vez (1580) 8,

  1. En el acta fundacional, Garay señaló explícitamente que actuaba en el marco de los derechos que el Rey le había dado a Ortiz de Zárate.
  2. El documento dice textualmente que el acto se realizó: “conforme i al tenor de sus reales provisiones i capitulacion dadas i hechas con el mui ilustre adelantado Juan Ortiz de Zárate, difunto, su antecesor, i por virtud de la cláusula de su testamento i disposición por lo cual le sostituyó i eligió por sucesor, según que todo mas largamente por las dichas escrituras consta, a que me refiero, digo que, en cumplimiento de lo capitulado i asentado con su Majestad por el dicho señor adelantado Juan Ortiz de Zárate, i en lugar del dicho adelantado Juan de Torres de Vera i Aragon, nuestro señor”.9 Más adelante, el documento agrega que Juan de Garay: “en lugar del señor adelantado, el licenciado Juan de Torres de Vera i Aragon, en cumplimiento de lo capitulado con su antecesor, tomaba e tomó posesión de la dicha ciudad, e de todas estas provincias, leste oeste, norte i sur, en vis i en nombre de todas las tierras le fueron concedidas por Su Majestad en su adelantamiento a su antecesor” 10,

Nótese que Juan de Garay mencionó en varias oportunidades que actuaba de acuerdo a los derechos otorgados por el Rey a Ortiz de Zárate. En otras palabras, Garay estaba tomando posesión de las tierras que el Rey concedió a la Gobernación del Río de la Plata en la Real Cédula de 1570.

  • Posteriormente se verificaron otros actos en esta misma dirección.
  • En 1581 el mismo Juan de Garay realizó una expedición para reconocer las costas desde allí hacia el sur, hasta llegar al sitio donde actualmente se encuentra Mar del Plata.
  • Con este emprendimiento, Juan de Garay lograba coronar una fecunda gestión, pues participó en la fundación de tres ciudades argentinas (Santiago del Estero, Santa Fe y Buenos Aires).

Su espíritu lo llevó a nuevos viajes y exploraciones, hasta que en una de ellas resultó herido de muerte por los indígenas (1583). Se cerraba de esta manera una trayectoria plena de sobresaltos, propia de aquellos conquistadores. Mientras tanto, Vera y Aragón seguía con dificultades y muy tardíamente llegó a asumir sus funciones de Gobernador del Río de la Plata 11,

  1. Con estos acontecimientos se cerró el ciclo de las dos generaciones de beneficiarios de las reales cédulas de 1569 y 1570.
  2. Desde la firma de estos documentos, los derechos de la Gobernación del Río de la Plata habían correspondido a Juan Ortiz de Zárate (1569-1576) y a Juan Torres Vera y Aragón (1576-1591).

En total fue una etapa de veintidós años, de los cuales los titulares apenas estuvieron cuatro años al frente de la Gobernación. Ninguno de los dos pudo afirmarse en el cargo. En su lugar hubo varias figuras, con distintos niveles de legalidad y legitimidad.

En algunos casos se llegó a cuestionar los títulos de estos adelantados. Esto llevaría a algunos historiadores del siglo XIX a considerar que las capitulaciones de Ortiz de Zárate fueron nulas, igual que las de Rasquin. Los hechos históricos muestran que hubo una acción legítima en el contexto jurídico de las reales cédulas de 1569 y 1570.

Ante la débil presencia de Ortiz de Zárate y su sucesor legal, Vera y Aragón, hubo una tercera figura que asumió el liderazgo en nombre de ellos. Juan de Garay se desempeñó en la Gobernación del Río de la Plata entre 1568 y 1583, primero como alguacil mayor y luego como gobernador provisorio.

En estos años Garay lideró una trascendente labor al ocupar los espacios y fundar ciudades. Con las realizaciones de Garay, Ortiz de Zárate y Vera y Aragón, entre 1569 y 1591 la Gobernación del Río de la Plata experimentó un sensible avance en cuanto a la ocupación real y efectiva del territorio. En esos años se fundaron las ciudades de Santa Fe (1573), San Salvador (1574, luego desaparecida), Buenos Aires (1580) y Corrientes (1588), tres de las cuales lograron consolidarse y generaron polos de desarrollo sociopolítico en la zona.

Además, se instaló ya una nueva dinámica en el área, con vistas a continuar la marcha hacia el sur. Ello se reflejaría poco después, durante la gestión del gobernador Hernando Arias de Saavedra, quien hacia 1605 organizó una expedición hasta el río Negro.

Los hechos mencionados muestran cómo las capitulaciones de 1569 y 1570, a diferencia de las Rasquin, no fueron documentos nominales, que perdieran su vigencia por incumplimiento por parte de los beneficiarios. Por el contrario, a partir de ellas hubo una significativa movilización de recursos humanos y materiales con la fundación de nuevas ciudades y un notable desplazamiento de la zona ocupada en forma real y efectiva, desde el punto donde se hallaba en 1569 (Asunción), hacia el sur (Corrientes, Santa Fe y Buenos Aires).

Como resultado de esta expansión, en 1617 fue preciso subdividir la extensa unidad política en dos nuevas gobernaciones, con sedes en Asunción y Buenos Aires respectivamente.2. La Patagonia y su nueva jurisdicción La Real Cédula de 1570 redefinió solo parcialmente la jurisdicción de la Gobernación del Río de la Plata o de Buenos Aires.

Entre los paralelos 25 y 37, la jurisdicción se prolongaba teóricamente hasta el océano Pacífico; pero en este territorio se encontraban las ciudades chilenas, que se desenvolvían con total independencia de la Gobernación del Río de la Plata. A ello hay que añadir que, entre los paralelos 37 y 48, ningún documento de la Corona había establecido hasta entonces el límite occidental.

La definición de la frontera jurídica occidental de la Gobernación del Río de la Plata se realizó en el siglo XVII. La Corona dio el primer paso en 1617 con motivo de la división de la extensa jurisdicción rioplatense en las gobernaciones de Asunción y Buenos Aires.

  1. A propósito de esta medida, la Corona estableció en el oeste una frontera jurídica más acorde con la frontera imaginaria y la frontera real y efectiva.
  2. En efecto, la Real Cédula de 1617 desprendió de la Gobernación del Río de la Plata los territorios que hasta entonces había tenido sobre el Pacífico, entre los paralelos 25° y 37°.

En su lugar, estableció un nuevo límite occidental, en la Gobernación del Tucumán 12, Esta delimitación fue un avance, pero solo parcial. La Real Cédula de 1617 no ofreció mayores aportes para resolver el problema en la zona austral (entre los paralelos 37° y 48°).

Este silencio era comprensible, porque la Corona no tenía necesidad de preocuparse por especificaciones tan minuciosas. Pero cuando ello fue necesario, fue la misma autoridad metropolitana quien se encargó de resolver la cuestión. La oportunidad se presentó un siglo después, con motivo de un conjunto de medidas tendientes a regular las relaciones con los indígenas.

La Real Cédula de 1669 ordenaba al gobernador de Buenos Aires tomar medidas con respecto a los indígenas, atendiendo “que en los términos de aquella jurisdicción por la parte del sud, i confines de la cordillera e Chile, iprovincia de Tucumán, habían sido siempre habitados de un numeroso jentío de indios serranos ipampas bárbaros en el modo de vivir” 13,

Este documento brinda un avance importante, pues señala los dos límites occidentales de la Gobernación de Buenos Aires: del paralelo 37° hacia el norte, la Gobernación de Tucumán; del paralelo 37° hacia el sur, la cordillera de los Andes. Esta Real Cédula completa los datos de las capitulaciones de Ortiz de Zárate (1570), en cuanto al límite austral, y confirma el enfoque de Hernando de Montalvo (1587), sobre el límite occidental de la gobernación.

Entre las Reales Cédulas de 1570 y de 1669, la Corona española terminó de definir la frontera jurisdiccional de la Gobernación del Río de la Plata en la región austral: esta limitaba al este con el océano Atlántico, al sur con el paralelo 48° y al oeste con la cordillera de Chile.

Este límite jurídico entre la Gobernación del Río de la Plata y el Reino de Chile en la zona austral se consolidó con un tercer documento, cuando la Corona emitió la Real Cédula del 21 de mayo de 1684. Igual que en el caso anterior, esta norma tenía como objetivo avanzar en la regulación de las políticas indígenas.

Por tratarse de un tema tan delicado, la Corona se vio en la necesidad de definir con toda claridad los límites de las jurisdicciones territoriales. El texto estaba concebido en los siguientes términos: “Desde esa ciudad de Buenos Aires, i costas del Río de la Plata, que miran al sur, hasta el estrecho de Magallanes, hai algunos centenares de leguas, pobladas con naciones de infieles” 14,

  • En esta primera parte del documento, el Rey ordenaba al gobernador del Río de la Plata que se ocupara de un problema que se estaba gestando en el territorio austral.
  • Naturalmente, esta era una forma de ratificar la jurisdicción de Buenos Aires sobre estos territorios, tal como había establecido la Real Cédula de 1570.

Más adelante, el texto explicaba el problema de los indígenas y la insuficiencia de las políticas de asimilación efectuadas hasta el momento. El Rey señaló que los indios de la Patagonia eran “unos enemigos declarados de los españoles, por las hostilidades que en varias ocasiones se han hecho, otros no sujetos a mi obediencia, por no haber tenido quien les instruya en la vida cristiana, no obstante que por los años de 1673, Nicolás Mascardi, de la misma Compañía, corriendo las serranías de Chile i costas del mar del Sur, para atraer al conocimiento de la fe a los muchos infieles que las pueblan, dio vuelta a la cordillera nevada, que divide aquel reino de esas provincias, i la de Tucuman i en llanos que corren hacia el dicho rio hallo naciones que con veras pedian el bautismo, que les hubiera concedido si antes de instruirlos, no le hubieran los poyas, otra nación más barbara, dado muerte violenta”.

Este texto reforzó el contenido de la Real Cédula de 1669. El rey volvió a señalar que la cordillera de los Andes separaba el Reino de Chile de la Gobernación de Tucumán en el norte, y de la Gobernación del Río de la Plata en el Sur. Además, el monarca demostraba tener conocimientos de los viajes del padre Mascardi y destacaba la importancia de su acción misionera y exploratoria en la cordillerana y costas del Pacífico.

Luego señaló que el citado misionero cruzó la cordillera nevada “que divide aquel reino de estas provincias”. Es decir, el Rey consideraba que en su viaje a la Patagonia oriental, Mascardi había atravesado los límites de la jurisdicción de Chile e ingresado en la jurisdicción del Río de la Plata.

  • El monarca evitó censurar esta actitud pero le indicó al gobernador de Buenos Aires que tomase medidas para promover la evangelización de los naturales en el área indicada, o sea, en la Patagonia.
  • Con las capitulaciones de Pedro de Mendoza (1534) y Ortiz de Zárate (1570), la Corona entregó a la Gobernación del Río de la Plata una jurisdicción sobre el Atlántico de 400 leguas, que abarcaban del paralelo 25º al 48° 21’.

Desde este lugar hasta el Estrecho de Magallanes (52°) el rey de España nunca entregó explícitamente jurisdicción a Buenos Aires. Por lo tanto, quedaba un territorio de 350 kilómetros, desde el confín austral de la jurisdicción rioplatense hasta el Estrecho, que no estaba formalmente bajo la jurisdicción de Buenos Aires.

Este criterio fue coherente con la decisión de la Corona de crear una gobernación autónoma en el Estrecho de Magallanes, objetivo fijado a la expedición de Sarmiento de Gamboa (1581-1586). El fracaso de la Gobernación del Estrecho de Magallanes generó una situación de abandono jurídico en el área. La expedición de Gamboa había anulado la jurisdicción de Chile sobre el área; además, la Gobernación del Río de la Plata tampoco llegaba a este lugar.

No había, por lo tanto, una definición clara de esta jurisdicción. Esta situación se mantuvo así durante varias décadas. Hasta que por fin la Corona resolvió reincorporar la zona del Estrecho a la jurisdicción del Reino de Chile. Así lo manifestó a propósito de la Audiencia de Chile.

En la erección de la misma (1609) no se mencionaron explícitamente los límites jurisdiccionales, pero sí se verificó este dato en documentos posteriores, como la Real Cédula de 1661 y en la Recopilación de Leyes de Indias (1680); con motivo de la puesta al día de la tradición jurídica española en América, la Corona consideró oportuno señalar los límites de la Audiencia de Chile.

Tal como hemos visto anteriormente, el documento de 1680 dispuso que la misma “tenga por distrito todo el dicho reino de Chile (.) dentro y fuera del estrecho de Magallanes y la tierra adentro hasta la provincia de Cuyo inclusive” 15, La delimitación de la jurisdicción de la Audiencia de Chile, dispuesta en 1680, fue un aporte fundamental para definir sus títulos en las fronteras de la Gobernación de Chile, tanto al sur como al este.

En la zona sur, este documento devolvió a este Reino plena jurisdicción sobre el Estrecho y zonas aledañas, títulos que se habían debilitado con motivo de la expedición de Sarmiento de Gamboa en 1581-1586. Por otra parte, este documento compatibilizó las fronteras jurídicas entre el Reino de Chile y la Gobernación del Río de la Plata.

En efecto, lo primero que salta a la vista en lo referente al límite oriental de la Audiencia de Santiago, es que las disposiciones del siglo XVII no utilizaban la forma original de las capitulaciones chilenas de 1554, 1555 y 1558. No mencionaba la proyección territorial de 100 leguas desde el Pacífico hacia el este como límite oriental de la jurisdicción ni en todo ni en parte.

Tampoco aludía a las costas de la Patagonia ni al territorio entre la costa y la cordillera; se referían vagamente a “la tierra adentro”. La explicación es obvia a la luz de las reales cédulas de 1570, 1669 y 1684. Entre 1558, fecha del nombramiento de Villagra, y 1661, año de la delimitación oficial de la Audiencia chilena, la frontera jurídica en la zona austral había variado sensiblemente.

Tras estudiar el conjunto de los documentos emitidos por la Corona para gobernar América, los expertos de la Corte tuvieron que dar una nueva redacción a los límites jurisdiccionales de la Audiencia de Chile. Hubo que modificar la fórmula. No era posible conservar la tradicional mención de las 100 leguas.

  • Era necesario disponer de una expresión nueva, que dejara a salvo los títulos de Chile en el Estrecho y alguna forma de continuidad continental desde allí hasta la Araucanía y el Valle Central.
  • Pero sin atribuirle a Chile jurisdicción sobre la Patagonia, pues entre 1570, 1669 y 1684 esta había pasado, por decisión de la Corona, a depender de la gobernación del Río de la Plata.

A través de este proceso se consolidó la cordillera de los Andes como límite natural entre la Gobernación del Río de la Plata y la Capitanía General de Chile. En el siglo XVII, esta era una idea que se estaba abriendo camino también en Europa. Basta recordar cómo en aquellos años la Corona de Francia sostuvo la tesis del Rin como su frontera natural y realizó numerosas guerras para alcanzar este objetivo.

De la misma manera, en América Meridional se aplicó un criterio parecido con la cordillera de los Andes. De todos modos, todavía quedaba un amplio margen de indecisión. Porque esta cordillera tenía un ancho que podía superar los 200 kilómetros. ¿En qué parte de la cordillera estaba el límite? Las montañas se transformaban automáticamente en zona litigiosa, jurisdicción territorial indefinida.

Allí donde hubiera montañas, más bajas o más altas, el límite no estaba claro. En cambio, donde no hubiera montañas, es decir, en las llanuras, la parte occidental era del Reino de Chile y la oriental de la Gobernación de Buenos Aires. Este criterio amplio solucionaba el problema de las misiones de Nahuel Huapi.

  • Al encontrarse entre las montañas, podían perfectamente estar sujetas al Reino de Chile, sin entrar en contradicción con las jurisdicciones territoriales dispuestas por la Corona.
  • Así lo entendía el rey de España: cuando tuvo que expresar el valor jurídico de las misiones establecidas por Mascardi en el lago citado, la Real Cédula de 1684 engloba esta actividad junto a otras más.

El texto ubica a Mascardi “corriendo las serranías de Chile i costas del mar del Sur para atraer al conocimiento de la fe a muchos infieles que las pueblan”. Es decir, para el rey Carlos II, las misiones de Nahuel Huapi estaban todavía dentro de las serranías de Chile.

  • La Corona había avanzado bastante en el esclarecimiento de la frontera jurisdiccional entre el Reino de Chile y la Gobernación del Río de la Plata.
  • Estaba claro que la frontera se encontraba en la cordillera.
  • Pero no se especificaba la delimitación dentro de ella.
  • La Corona española no tuvo necesidad de definirlo.

El litigio iba a quedar para los siglos XIX y XX.3. La implantación de las intendencias en Chile y las fronteras jurídicas de este Reino La Capitanía General de Chile experimentó cambios institucionales profundos y simultáneos. En 1784 se inauguró el sistema de intendencias con una experiencia en Chiloé.

Dos años después, Carlos III dispuso otorgarle mayor autonomía al Reino de Chile con relación al Virreinato del Perú. A partir de entonces se redujo el control de Lima sobre el Reino de Chile, que pasó a depender directamente de la metrópoli. A la vez, la Corona generalizó el régimen de intendencias en Chile, encuadrado en el reglamento de la Real Ordenanza de Intendentes, dictada en 1782 para el Virreinato del Río de la Plata.

La creación de la Intendencia de Chiloé marcó un hito importante en el proceso jurídico regional. La Corona designó a don Francisco Hurtado como gobernador-intendente de Chiloé por Real Título del 19 de mayo de 1784. Las instrucciones para el desempeño de este cargo fueron establecidas en un documento complementario, firmado un día después por Carlos III, en el cual se entregaban precisiones sobre el encuadre institucional de la flamante intendencia.

Este dependía en lo religioso del obispado de Concepción, mientras que en lo militar debía consensuar sus decisiones con el Comandante de Fronteras de Chile; en lo administrativo y en lo referente a la seguridad naval dependía directamente del virrey del Perú 16, El ministro Gálvez informó de esta novedad a la Capitanía de Chile remitiendo la Real Orden fechada en Aranjuez el 31 de mayo de 1784.

Este documento no establecía explícitamente los límites de la Intendencia de Chiloé. Pero el gobernador Hurtado, a propósito del padrón general de la isla de Chiloé, tuvo oportunidad de llenar este vacío. En mapa adjunto al citado documento, el gobernador de Chiloé establecía cuáles eran los límites de su jurisdicción: “al Norte es el Río Bueno, al sur el Cabo de Hornos, al Este la Cordillera de los Andes y toda la Tierra Firme e islas comprendidas entre estos tres rumbos, contiguas a la costa” 17,

La creación de la Intendencia de Chiloé en 1784, generó las condiciones para desajustes institucionales. Se abrió entonces un lustro de agitación, en el cual los misioneros franciscanos tuvieron un papel relevante. De acuerdo a Urbina Burgos, la administración de Hurtado como gobernador-intendente de Chiloé (1784-1789) fue “uno de los períodos más agitados y conflictivos de la historia insular, como fue precisamente el funcionamiento del nuevo sistema político administrativo de intendencias” 18,

La reforma político-administrativa se completó en 1787 con la creación de la Intendencia de Santiago y la Intendencia de Concepción. ¿Cuáles eran sus fronteras jurídicas? La Intendencia de Santiago se extendía desde el desierto de Atacama hasta el río Maule.

  1. Por su parte, la Intendencia de Concepción tenía los mismos límites que el obispado homónimo.
  2. Este llegaba hasta el Biobío con algunos territorios cercanos al mismo, tal como muestra el mapa titulado Descripción del Obispado de la Concepción 19,
  3. Barros Arana lo explica en los siguientes términos: ” El presidente Benavides i el regente Alvarez de Acevedo opinaron que la capitanía jeneral de Chile se dividiese en solo dos intendencias, la de Santiago que se estenderia desde los confines australes del virreinato del Perú hasta las orillas del río Maule; i la de Concepción que comenzaría en este río para terminar en los últimos fuertes de la frontera araucana.

Conformándose a este dictamen, el nuevo virrei del Perú don Teodoro de Croix i el visitador Escobedo, por auto de 14 de enero de 1786 confirmaron esta division, i nombraron al brigadier don Ambrosio de Benavides intendente de Santiago con la superintendencia de toda la capitanía jeneral, i a don Ambrosio O’Higgins intendente de Concepción” 20,

  1. La nueva estructuración administrativa del Reino de Chile fue el resultado de un proceso relativamente largo y consensuado entre las partes afectadas.
  2. Fue propuesta por el presidente de la Capitanía General de Chile y adoptada por el virrey del Perú 21,
  3. Remitida a España, fue convalidada por Real Orden de 6 de febrero de 1787 22,

Como se puede observar, esta disposición era solo parcial. Nada decía de los territorios australes, entre el Biobío y el río Bueno, lugar donde comenzaba la jurisdicción de la Intendencia de Chiloé según el primer gobernador-intendente, Francisco Hurtado.

Este tema ha sido deficientemente tratado por la historiografía chilena, porque, al parecer, Barros Arana no estaba informado de la creación de la Intendencia de Chiloé, tres años antes. Posiblemente el prestigioso historiador no conoció los documentos firmados por Carlos III y el ministro Gálvez en Aranjuez los días 19, 20 y 31 de mayo de 1784, a través de los cuales se creó la Intendencia de Chiloé, se nombró a Francisco Hurtado como gobernador-intendente, se le impartieron las instrucciones para cumplir su misión y se dio cuenta de ello a la Audiencia de Chile.

Entendemos que Barros Arana desconoció estos antecedentes, porque así se desprende de todo su enfoque sobre la cuestión de la implantación de las Intendencias en Chile 23, La interpretación de Barros Arana fue compartida por otros historiadores chilenos, entre los cuales cabe destacar a Francisco Encina 24,

  1. Este autor reprodujo casi textualmente partes enteras de la obra de Barros Arana, sin citarlo.
  2. Encina glosó sus palabras y muchas veces repitió sus mismos errores.
  3. Este enfoque se reiteró en otros autores que lo estandarizaron definitivamente en la tradición historiográfica chilena.
  4. Ello se reflejó en la obra de la especialista en la implementación de las intendencias en Chile, María Teresa Cobos Noriega (1978, 1980, 1986, 1989).

La autora coincidió con Barros Arana y Encina en cuanto al tema de los límites de estas intendencias 25, Las fronteras internas de la Gobernación de Chile, dispuestas con motivo de la organización de las intendencias de 1784-1787, fueron modificadas en los años posteriores.

En 1789 la Corona transformó la Intendencia de Chiloé en Gobernación. Sus límites se modificaron en la década siguiente, con motivo de la tercera fundación de Osorno (1796). La ciudad de Osorno había sido abandonada en 1604 como resultado del levantamiento general de las naciones indígenas. Durante casi 200 años este territorio quedó dentro del espacio controlado efectivamente por los mapuches, hasta que hacia fines del siglo XVIII los españoles volvieron a interesarse por esta tierra.

La iniciativa surgió desde el Reino de Chile. Allí estaban los recursos humanos y materiales, la energía y la decisión de recuperar esta espacio para afirmar las posiciones hispánicas en la Araucanía y facilitar el transporte y las comunicaciones entre Valdivia y Chiloé.

  1. La idea era relevante para mejorar los estándares de seguridad regional y promover la integración de los polos de desarrollo.
  2. Desde el punto de vista jurisdiccional, las autoridades sabían que Osorno se hallaba dentro de la Intendencia o Gobernación de Chiloé, lo cual despertó los recelos de Valdivia.

Terció en el debate Ambrosio Higgins, quien trató de eludir conflictos por jurisdicciones internas y propuso un plan de acción a la Corona. Esta aceptó la propuesta y autorizó a Higgins a avanzar en el proyecto de refundación de Osorno por Real Orden del 7 de diciembre de 1793.

En este documento “se le manifestaba que el Rey esperaba que tomara principalmente a su cargo la repoblación de Osorno, y que confiaba en su prudencia para prevenir los embarazos que pudieran surgir de la diversidad de opiniones e intereses de los gobernadores de Valdivia y Chiloé” 26, Con gran sagacidad y delicadeza, el Capitán General de Chile persuadió a los demás gobernantes de la conveniencia general de contar con esta ciudad.

Higgins articuló los distintos intereses, consiguió el apoyo de Valdivia y Chiloé, de Santiago y Lima, y finalmente puso en marcha la tarea. La tercera fundación de Osorno se llevó a cabo con el aporte de colonos de distintas ciudades de la Intendencia de Santiago, la Intendencia de Concepción y de la Gobernación de Chiloé.

  • De esta manera se reunieron los 427 cofundadores de la legendaria ciudad.
  • El acto se formalizó por decreto de don Ambrosio, en el cual dejó establecido que esta ciudad dejaba de depender de la Gobernación de Chiloé y quedaba bajo “la sola subordinación y dependencias en sus casos al señor Gobernador Intendente de la provincia de Concepción, Tribunal de la Real Audiencia y Gobierno Superior y Capitanía General del Reino” 27,

Por otra parte, Higgins estableció que los límites de la ciudad de Osorno eran: “por el sur el río Maypue, en que termina la provincia de Chiloé, por el norte el río de Pilmaiquén, por el oeste la costa entre Río Bueno y Maypué, y por el este la gran cordillera” 28,

Como se ha examinado, la Intendencia-Provincia de Chiloé tenía como límites originales el río Bueno (40º 10’ latitud sur), el Cabo de Hornos (56º), la cordillera de los Andes y el océano Pacífico. Con este decreto, Higgins desprendió la sección norte de la Gobernación de Chiloé, pero esta mantuvo intacta su jurisdicción del río Maypué al Cabo de Hornos entre mar y cordillera.

En resumidas cuentas, la refundación de Osorno significó un cambio en la jurisdicciones internas del Reino de Chile, pues se redujo parcialmente la Gobernación de Chiloé en beneficio de Valdivia. Pero se mantuvieron intactos sus límites externos. La Capitanía General de Chile se extendía todavía del desierto de Atacama al Cabo de Hornos, entre el Pacífico y los Andes.

  • Estos eran los límites jurídicos establecidos por la Corona a través de sus autoridades competentes.
  • El interés personal de don Ambrosio Higgins por el progreso de Osorno contribuyó indirectamente a generar nuevos títulos jurídicos en el área.
  • Cuando Higgins fue promovido al Virreinato del Perú, Osorno todavía era una aldea débil y dependiente.

Muchos temían que si el nuevo Gobernador de Chile no exhibía el mismo celo que don Ambrosio por mantener esta ciudad, la misma correría el riesgo de desaparecer. Por este motivo, la Corona resolvió mantener la ciudad de Osorno bajo la jurisdicción directa del flamante virrey del Perú.

Esta medida se tomó con la expresa salvedad que solo tendría vigencia durante la gestión de Higgins como virrey. Una vez superada esta circunstancia, Osorno debía reintegrarse a la jurisdicción del Reino de Chile de acuerdo a la Real Orden del 1 de junio de 1798 29, Después de la caída y muerte de Ambrosio Higgins, la situación jurídica de Osorno volvió a la normalidad.

Por Real Orden del 28 de octubre de 1802 quedó en firme el retorno de esta ciudad a la jurisdicción plena de la Gobernación de Chile. En estas condiciones se produjeron la crisis revolucionaria de 1810 primero y la llamada “guerra a muerte” después. Superados estos conflictos, las bases que había echado don Ambrosio permitieron comenzar tempranamente el proceso de colonización de la región, especialmente con el asentamiento de los colonos alemanes en los alrededores del lago Llanquihue 30,

El significado de la refundación de Osorno fue completar definitivamente las fronteras jurídicas de Capitanía General de Chile y darles la forma que iban a mantener en 1810. En efecto, entre 1796 y 1810 no se registraron nuevas alteraciones. Por lo tanto, en el momento de producirse la emancipación, la Capitanía General de Chile estaba compuesta por la Intendencia de Santiago, de Atacama hasta el Maule; la Intendencia de Concepción, del Maule hasta el rio Maypué, y la gobernación de Chiloé (dependiente parcialmente del Perú), desde el Maypué hasta el Cabo de Hornos.

En todos los casos, el límite oriental era la cordillera de los Andes. El corpus documental intendencial de fines del siglo XVIII estaba olvidado en los debates diplomáticos de 1880. No lo tuvo en cuenta ni Amunátegui ni los polemistas de su época. Pero la situación era muy diferente a principios del siglo XIX.

  • En efecto, los patriotas y primeros gobernantes de Chile conocían perfectamente el citado corpus documental.
  • Por eso, en las constituciones de las décadas de 1820 y 1830, la clase dirigente chilena por unanimidad dispuso que Chile tenía exactamente los mismos límites que los acordados por las autoridades españolas con motivo de la implantación del sistema de intendencias: Chile se extendía del desierto de Atacama al Cabo de Hornos y de la cordillera de los Andes hasta el océano Pacífico.

Por otra parte, el corpus documental intendencial, junto con los documentos anteriores, determina con toda claridad que tanto el Estrecho de Magallanes como el Cabo de Hornos estaban dentro del Reino de Chile. No existe ningún documento colonial de semejante envergadura que atribuyera esos territorios al Virreinato del Río de la Plata.

  • Por lo tanto, el Tratado de 1881 se ajustó a derecho al reconocer para Chile el Estrecho de Magallanes y las islas al sur del Beagle hasta el Cabo de Hornos.3.
  • PRESENCIA REAL Y EFECTIVA EN LOS TERRITORIOS AUSTRALES Los mapas y croquis que representan la división territorial vigente en la época colonial, que actualmente circulan en las escuelas argentinas, aseguran que todos los territorios al sur del Biobío pertenecían, hacia 1810, al Virreinato del Río de la Plata.

En nuestra tesis hemos dedicado un amplio espacio a destacar todos los títulos que la Corona española emitió a favor del Reino de Chile, en los cuales incluyó todos los territorios australes hasta el Cabo de Horno, incluyendo el Estrecho. También hemos dedicado un estudio detallado para documentar la presencia chilena en Chiloé, Valdivia y Osorno, desde el siglo XVI hasta 1810.

Mediante abundante información, hemos enviado un mensaje a los historiadores y cartógrafos argentinos, para dejar en claro que es absurda y carente de fundamento la tesis que atribuye estos territorios al Virreinato del Río de la Plata. En el presente artículo, dirigido al público chileno, nos proponemos demostrar la tesis complementaria, es decir, que así como el actual sur chileno jamás perteneció al Virreinato, la actual Patagonia argentina sí estuvo sujeta al gobierno de Buenos Aires, al menos desde 1570.1.

Buenos Aires y la posesión de las costas patagónicas En el litoral rioplatense-atlántico, el proceso de expansión hacia el sur experimentó un notable paralelismo cronológico con el centro y oeste de la actual Argentina. La ciudad de Buenos Aires no fue capaz de poner en marcha un proceso rápido y sostenido de ocupación de las tierras del sur, a pesar de los compromisos asumidos por sus autoridades ante la Corona.

  • Basta recordar que la Real Cédula de 1570 sujetaba a Buenos Aires todos los territorios hasta el paralelo 48º.
  • Sin embargo, las tierras australes no despertaron un interés permanente en las autoridades rioplatenses.
  • En los siglos XVI y XVII las costas patagónicas se percibían como territorios desolados, carentes de riqueza (el menos para la tecnología disponible en la época) y poco adecuados para el asentamiento de los europeos.

Los navegantes que se aventuraron por esas latitudes elaboraron informes altamente insatisfactorios sobre las condiciones naturales de estas tierras. Los relatos enfatizaban el frío y el viento, el hambre y la sed que debían padecer los que recorrían las gélidas tierras patagónicas en busca de calor, refugio y alimento.

A ello se sumaba el mito de los indios presuntamente antropófagos y demás maldiciones. El trágico viaje de Hernando de Magallanes y el triste fin de la expedición de Sarmiento de Gamboa fueron pilares fundamentales para la leyenda negra de la Patagonia. Viajar a estas tierras se consideraba una aventura temeraria con riesgo de muerte o de sufrir padecimientos inenarrables.

Como resultado, las costas del sur permanecieron despobladas de europeos durante largo tiempo. El tradicional abandono de las costas patagónicas comenzó a revertirse a mediados del siglo XVIII, con la realización de algunas expediciones importantes para el reconocimiento de la región.

El marco legal de ellas estuvo dado por las reales cédulas por las cuales se encargó al gobernador de Buenos Aires, Domingo Ortiz de Rozas, la realización de viajes exploratorios a la zona, a cargo de los padres Quiroga, Cardiel y Ströbel a la costa patagónica 31, Poco después tuvo lugar la expedición del piloto Jorge Barne, quien, con licencia del gobernador de Buenos Aires, exploró el puerto de San Julián (1752).

Elaboró un detallado diario de su viaje que luego presentó a las autoridades de Buenos Aires 32, Tras la llegada de Carlos III al trono español (1765-1788), los temas geoestratégicos se vieron jerarquizados dentro de la agenda imperial. En el escenario internacional, en estos años, “España abandona la política pacifista de Fernando VI y pretende retomar la iniciativa, inaugurando la política de emulación que le costaría la más grave decadencia de su historia” 33,

  • En este contexto, la Corona destinó crecientes sumas para financiar objetivos militares y políticos con la idea de hacer frente al expansionismo británico.
  • Este criterio se hizo notar en distintas regiones de América, potencialmente vulnerables a un ataque inglés, como las costas patagónicas.
  • Durante la gestión de Carlos III se reforzaron las medidas de seguridad y vigilancia en territorios que durante largo tiempo habían sido desatendidos por la Corona.

“Solamente en el año 1767 hemos identificado seis reales órdenes, y once en total, entre 1766 y 1770, dirigidas por el secretario de Estado, Julián Arriaga al gobernador de Buenos Aires, Francisco Bucarelli, sobre el tema de ingleses y franceses en el sur” 34,

  1. La toma de conciencia sobre la importancia geoestratégica de las costas patagónicas tuvo dos disparadores principales: la Descripción del Reyno de Chile de Ambrosio Higgins (1767) y la Descripción de la Patagonia del jesuita Thomas Falkner (1774).
  2. El primero de estos documentos ha sido mencionado varias veces en el presente estudio.

Tras una experiencia en la Araucanía, el autor viajó a Madrid y elevó al Rey una propuesta para promover el desarrollo y la seguridad en la región, dentro y fuera de los límites de la Capitanía General de Chile. Ya hemos explicado que para Higgins lo importante era abordar los problemas regionales en forma integrada.

  1. Esta visión regional llevó al Marqués de Osorno a mirar más allá de las fronteras del Reino de Chile, con vistas a promover políticas más articuladas territorialmente.
  2. De allí su interés en la construcción de caminos y puertos para promover el comercio y la seguridad del imperio.
  3. Los circuitos comerciales de Chile con Asunción y Buenos Aires no escapaban a su mirada, lo mismo que los amagos británicos en las costas patagónicas.

Para prevenir esta amenaza, Higgins propuso tomar medidas concretas: “Para evitar a tiempo las malas consecuencias que pueden traer tales proyectos, me parece muy necesario que los españoles piensen sin perder tiempo en buscar dos puertos en la misma costa entre los 38 grados y 45, procurando fortificarse en ellos, y traer gentes para su población de donde se pudiere.

  • La misma diligencia convendría se hiciese en la Bahía de San Julián, por los 49 grados, sin perder de vista al mismo tiempo la máxima de reducir a pueblos o poblaciones los indios de dicha costa, y interior de aquel vasto territorio”.
  • Con una visión geoestratégica muy adelantada para la época, el futuro gobernador de Chile y virrey del Perú llamaba la atención sobre la importancia de las costas patagónicas.

A la vez, anticipaba que desde estos puntos se podían generar las condiciones para colonizar el interior de la Patagonia. Higgins propuso articular los asentamientos patagónicos con la línea de fortines que debía comenzar 150 km al sur de Buenos Aires y avanzar en dirección sudoeste, hasta llegar al volcán Villarrica, proyecto que ya hemos comentado.

  • Según Higgins, entre estos seis fortines y los tres puertos patagónicos se pondría en marcha un circuito comercial de singular potencial.
  • El intercambio comercial con los indios les facilitaría progresar hasta convertirse en ciudades.
  • Además, “sería fácil abrir entre ellos caminos y correspondencias”.

Desde el punto de vista religioso, “los misioneros tendrán por ambos lados protección y facilidad de extender la doctrina cristiana y los indios con estas disposiciones se hallarán por todos aquellos contornos con la precisión de reducirse a pueblos”.

Las costas y tierras patagónicas quedarían, según Higgins, dentro de la jurisdicción de la Gobernación de Buenos Aires. En efecto, al especificar quién sería el responsable político de este proyecto, Higgins destacó “el conocido celo y eficacia del Excmo. Señor Gobernador de las Provincias del Río de la Plata, a cuya jurisdicción pertenecerá la costa patagónica y la Línea Fronteriza que se propone establecer” 35 : La propuesta de Higgins no fue aplicada inmediatamente por la Corona.

Pero fue un aporte al despertar de la conciencia territorial de la clase dirigente con relación a las costas patagónicas y su importancia geoestratégica. De esta manera Higgins contribuyó crear el clima propicio para que más adelante se tomaran medidas en esa dirección.

El interés por la Patagonia creció con la publicación de la citada obra de Tomás Falkner (1774). Esta tenía como objetivo demostrar que las costas patagónicas eran más adecuadas para un asentamiento estratégico que las Islas Malvinas. El texto llamaba la atención sobre el potencial de la región, su interés geoestratégico y su vulnerabilidad.

El autor alentaba a los ingleses a establecerse en la desembocadura del río Negro. De esta manera consideraba que se obtendría una ventaja decisiva en el Atlántico Sur, y a la vez, se echarían las bases para la captura de Valdivia, Valparaíso y, finalmente, el Reino de Chile 36,

  • Además, el ex misionero aseguraba que sería relativamente fácil tomar las ciudades de Montevideo y Buenos Aires, con pocas fuerzas (tal como se demostró en 1806).
  • La difusión de la obra de Falkner, con estas amenazadoras propuestas, no tardó en generar inquietud en la Corte española, que se predispuso a tomar medidas para prevenir el asentamiento de la bandera británica en las costas de la Patagonia.

La tensión anglo-española se profundizó con la guerra de la independencia de EE.UU. (1776-1783). Al estallar el conflicto, España consideró que tenía la gran oportunidad para tomarse revancha de Gran Bretaña y devolverle las humillaciones que esta le venía dando desde la Armada Invencible (1588).

España colaboró informalmente con las trece colonias, sabiendo que Gran Bretaña trataría de tomar represalias. Los ingleses podían hacer sentir su fuerza en cualquier lugar del globo donde hallaren posesiones españolas. La Corona tuvo que reforzar todo su imperio, especialmente los territorios más vulnerables.

Uno de ellos era, precisamente, el Atlántico Sur, donde a la amenaza inglesa se sumaba el tradicional expansionismo de sus aliados, los portugueses. Esta era, por lo tanto, un área de especial importancia estratégica para el imperio español. Para fortalecer sus posiciones en la región atlántico-rioplatense, la Corona tomó tres decisiones fundamentales de carácter estratégico: creó el Virreinato del Río de la Plata (1776), envió un contingente armado a la región para enfrentar a los portugueses en la Banda Oriental (1777) y promovió los asentamientos en la costa patagónica (1779-1780).

  • La decisión de fundar los establecimientos patagónicos tuvo su antecedente en el informe de Ambrosio Higgins, tal como se ha señalado (1767).
  • Una década más tarde, la idea se transformó en el proyecto que el secretario de Estado, conde de Floridablanca, presentó al ministro Gálvez, en el cual se propiciaba ocupar la boca del río Negro.

En pocos meses se dio forma definitiva a la propuesta y como resultado se erigieron los cuatro asentamientos australes: el fuerte de Nuestra Señora del Carmen de Patagones, en la margen izquierda de la desembocadura del río Negro; la villa de Puerto Deseado, el fuerte de San José, en la península de Valdés y la Nueva Colonia de Floridablanca, en la bahía de San Julián 37,

De acuerdo a lo señalado por don Ambrosio Higgins, estos pueblos debían tener dos objetivos: prevenir la invasión de ultramar y abrir camino a la dominación real y efectiva de la Patagonia. La propuesta de Falkner también mencionaba a los indios como aliados potenciales de la eventual colonia patagónica.

Algunos autores argentinos apoyan esta interpretación, como Navarro Floria, para quien “la verdadera finalidad de los fuertes de la nueva Superintendencia de la Costa Patagónica era servir de cabeza de puente para la conquista del interior del territorio y el sometimiento del indio, que era lo que se creía en peligro, siguiendo las sugerencias de Falkner y su editor” 38,

  1. Otros autores dicrepan con este enfoque.
  2. Para María Teresa Luiz, académica de la Universidad de la Patagonia Austral, la conquista de los indios “jamás estuvo dentro del plan de los asentamientos patagónicos españoles pues la finalidad era controlarlos simbólicamente” 39,
  3. Desde el punto de vista jurisdiccional, la Corona también siguió el criterio del plan de don Ambrosio Higgins: los cuatro asentamientos patagónicos estuvieron dentro de la jurisdicción de Buenos Aires.

Todo el proceso de planificación, ejecución y administración de estos poblados se realizó a través del virrey del Río de la Plata. El ministro “Gálvez encontró un obediente ejecutor en (el virrey) Juan José de Vértiz. La abundante y densa correspondencia entre ambos revela un buen entendimiento, y Vértiz se muestra puntilloso en el cumplimiento de cada uno de los encargos ministeriales con su característica eficacia ilustrada” 40,

  • Los asentamientos costeros facilitaron la exploración del interior del territorio patagónico.
  • Desde allí era fácil avanzar hacia el oeste remontando los grandes ríos de la región, como el Colorado, el Negro y el Santa Cruz.
  • Francisco de Viedma (1737-1809) exploró el río Negro en busca del lugar más apto para los fuertes.

En 1782 Antonio de Viedma remontó el río Santa Cruz hasta la cordillera y descubrió el lago que lleva su nombre 41, En 1780 Basilio Villarino recorrió el río Colorado. Posteriormente, entre 1782 y 1783, Villarino y José de Goycochea remontaron el río Negro 42,

En su informe oficial, Villarino propuso establecer un asentamiento en la isla de Choele Choel, con la idea de promover el camino de Carmen de Patagones a Valdivia 43, El mismo levantó en ese lugar “una estacada con galpón, batería, etc., que más tarde llamará ‘fortaleza Villarino” 44, De esta manera se echaban las bases para una eventual ocupación de la Patagonia.

Los asentamientos patagónicos significaban una sensible ventaja geoestratégica y científica. A partir de ellos se descorría el velo que todavía ocultaba la naturaleza de esos territorios y se abría el camino a su ocupación y aprovechamiento económico.

  1. Pero estas poblaciones también presentaban dificultades importantes.
  2. Las condiciones de vida de los pobladores eran muy penosas.
  3. Los vecinos se quejaban del frío, el viento y las dificultades para proveerse de bienes indispensables.
  4. Además, el abastecimiento desde Buenos Aires era insuficiente.
  5. Los barcos llegaban muy esporádicamente, lo cual generaba mayor sensación de aislamiento y marginación en los fuertes patagónicos.

A estos elementos se sumó un nuevo marco internacional. Los patriotas norteamericanos fueron abriendo el camino de la independencia. Tras la rendición de Lord Cornwallis en Yorktown (19 de octubre de 1781), la Cámara de los Comunes decidió terminar la guerra.

  1. A partir de entonces comenzaron las negociaciones de paz, que se prolongaron otros dos años.
  2. Pero la suerte de las antiguas colonias inglesas ya estaba echada.
  3. La definición de la Guerra de la Independencia de EE.UU.
  4. Aflojó las tensiones internacionales en general, e hispano-británicas en particular.
  5. La amenaza británica dejó de percibirse como un problema prioritario.

Este criterio se reflejó también en la región atlántico-patagónica. Como resultado disminuyó la importancia geoestratégica de los onerosos establecimientos costeros. A partir de entonces, muchos de ellos estaban condenados a muerte. El proceso que iba a desembocar en el desmantelamiento de las bases patagónicas comenzó cuando la Corona solicitó a Buenos Aires, por nota fechada el 15 de julio de 1781, medidas con las cuales pudieran “aminorarse los gastos de los establecimientos patagónicos, atendiendo las urgencias del erario real para la guerra y sucesos del Perú, reduciéndose a conservar lo poblado y no intentando por ahora ocupar otros puntos que San Julián y río Negro”.

  • La respuesta del Virrey fue contundente: en su opinión, no solo era conveniente detener el proceso expansivo hacia el sur, sino también retroceder hacia el norte, porque casi todos estos asentamientos eran un costo inútil para la Corona.
  • Para Vértiz “el Puerto Deseado es muy angosto”, lo cual se agravaba porque “no hay en aquel terreno manantial de agua dulce” 45,

También propuso abandonar la bahía San Julián que “no ofrece ventajas para nuestra navegación y comercio”. Además, en ese lugar “no hay arbustos para leña ni árboles para hacer madera”. A ello debía añadirse que “el agua es salobre” y que “las semillas de las legumbres de Europa no nacen o no crecen” 46,

  • El Virrey señaló también que “deberá abandonarse el puerto en la bahía de San José, pues los gravísimos costos que tiene la saca y conducción de la sal, sobre su desabrigo y aridez del terreno, hace inútiles los que se impenden en sostenerlos” 47,
  • Para Vértiz, estos asentamientos “no son de utilidad alguna”.

De los cuatro establecimientos patagónicos, solo tenía sentido que “subsistiese el establecimiento del río Negro por lo mucho que se ha gastado en él, y porque puede de allí conducirse sal; pero reducido al fuerte a la cortísima población” 48, Desde un punto de vista general, Vértiz consideraba que la relación costo-beneficio no justificaba el mantenimiento de estos enclaves.

Los costos se podían calcular en numerario: “lleva S.M. gastados hasta el mes de mayo del año pasado de 1782, 1.024.051 pesos y 3 reales”. A cambio de ello se disponía de cuatro puertos en zonas de muy difícil navegación, asoladas por el viento y el frío, donde no se podía cultivar la tierra y no había perspectivas de desarrollo comercial.

Según el Virrey, el abandono de los puertos de las costas patagónicas no resultaba peligroso, pues descontaba que potencias extranjeras hallasen utilidad en asentarse allí: “Parece imposible que ninguna nación intente esta empresa”, aseveraba Vértiz.

Sobre todo porque la escasez de recursos naturales determinaba que para poder mantenerse, cualquier asentamiento necesitare de un aprovisionamiento constante. Y ello solo era posible realizarlo desde Buenos Aires. “En un puerto de esta naturaleza no puede subsistir mucho tiempo una colonia, a menos que esta fuese socorrida desde el Río de la Plata con todos aquellos víveres que se juzgan de primera necesidad” 49,

Había otras razones no explícitas junto a estos argumentos. Para Navarro Floria hay que tener en cuenta también la situación personal del Virrey y el escenario regional del imperio. “Vértiz, ya anciano, veía más posibilidades de concluir bien su carrera aplacando una rebelión en un área central como el Alto Perú o preparando Montevideo contra un supuesto ataque inglés, que fomentando asentamientos y exploraciones en áreas marginales del imperio” 50,

Más allá de estas especulaciones, lo cierto es que el informe del virrey Vértiz fue lapidario para los asentamientos patagónicos. El ministro Gálvez dio curso a su propuesta y, finalmente, por Real Orden del 1 de agosto de 1783, la Corona aceptó la decisión de suprimir estos asentamientos con la excepción de Carmen de Patagones.

Este puerto se mantuvo como la única presencia efectiva y permanente de población “civilizada” en las costas patagónicas en los siguientes 80 años. Sobre el filo de la Revolución de 1810, el Virreinato del Río de la Plata no poseía más que un enclave en las costas patagónicas: este era Carmen de Patagones.

  • En el resto de los 1.200 kilómetros de litoral atlántico que la Corona había confiado a la tutela de Buenos Aires, no existían asentamientos estables.
  • Después de la crisis revolucionaria, las autoridades rioplatenses demoraron bastante tiempo en ocupar el territorio.
  • Los hitos principales fueron Fortaleza Protectora Argentina, luego llamada Bahía Blanca (1828); los pequeños asentamientos de Luis Piedra Buena en la isla de Pavón, en la desembocadura del río Santa Cruz (1859) y en la isla de los Estados (1862); la colonia galesa del Chubut, luego denominada Rawson (1865), y la efímera colonia Rouquaud (1872-1874).
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La acción colonizadora de Buenos Aires en las tierras australes fue notablemente tardía. La Real Cédula de 1570 autorizaba a esta gobernación a descubrir y poblar todas las costas patagónicas hasta el paralelo 48o. Durante muchos años las autoridades del Plata no se interesaron por las costas patagónicas.

Este territorio se comenzó a valorar a partir de los escritos de Ambrosio Higgins (1767) y Thomas Falkner (1774). Además, la rivalidad con Gran Bretaña agitó la amenaza de una invasión externa. Ello motivó la fundación de cuatro asentamientos en la Patagonia (1778). Tal como había propuesto Ambrosio Higgins, estos se hallaban dentro de la jurisdicción de Buenos Aires y desde allí se inició la exploración y ocupación del interior de la Patagonia.

De todos modos, las circunstancias resultaron desfavorables para el desarrollo de estos establecimientos. Sus costos eran muy altos para la Corona y sus beneficios escasos. Una vez resuelto el conflicto de las colonias norteamericanas y aliviadas las tensiones con Gran Bretaña, las autoridades españolas juzgaron que había desaparecido la principal causa de su existencia.

Tres de los cuatro asentamientos fueron desmantelados. Solo se mantuvo en su lugar el fuerte de Carmen de Patagones, en la desembocadura del río Negro. Esta situación no se revirtió en las tres décadas posteriores. Por lo tanto, en vísperas de la Revolución de 1810, el Virreinato del Río de la Plata no controlaba efectivamente las costas patagónicas al sur del paralelo 41º.3.

El Tratado de 1881 y las tesis fundacionales La información mostrada en este artículo ha sido posible reunirla hacia el año 2000, a partir de numerosas investigaciones realizadas por los colegas a lo largo del siglo XX. Pero muchos de los documentos aquí mencionados, no eran conocidos en el siglo XIX.

Por lo tanto, cuando se produjo el debate diplomático que condujo a los tratados de límites, la situación era muy diferente. En 1856 Argentina y Chile firmaron un Tratado, en el cual se pusieron de acuerdo en establecer los límites territoriales en conformidad al principio Uti Possidetis Iuris de 1810.

Es decir, cada nación iba a mantener todos los espacios que poseía en el momento de la Revolución. Para ello, era preciso estudiar los antecedentes de la época colonial. Historiadores, intelectuales, abogados y diplomáticos de ambos países se lanzaron a revisar los repositorios de Santiago, Buenos Aires y Sevilla en busca de las reales cédulas y demás documentos que avalaran las pretensiones de cada país.

Y a partir de estos elementos surgieron las tesis fundacionales. Los chilenos, liderados por Miguel Luis Amunátegui pusieron especial énfasis en las reales cédulas de 1554, 1555 y 1558, por las cuales la Corona otorgó a la Gobernación de Chile un ancho de 100 leguas desde el Pacífico hacia el este. Cabe destacar que Amunátegui no conoció la Real Cédula de 1570 ni la Intendencia de Chiloé de 1784.

Por lo tanto, concluyó que toda la Patagonia pertenecía a Chile en 1810 y por ello debía conservarla en el Tratado de 1881. Los historiadores argentinos no tuvieron una obra comparable a la de Amunátegui. La defensa de los derechos nacionales estuvo mucho más fragmentada entre pequeños aportes de Pedro de Angelis, Frías, Vélez Sarsfield, Quesada, entre otros.

Ellos tampoco conocieron la documentación referida a la Intendencia de Chiloé. En cambio sí conocieron la Real Cédula que creaba la Intendencia de Concepción, a partir de la cual levantaron la tesis que el límite sur del Reino de Chile se hallaba en el río Biobío. Por lo tanto, muchos teóricos argentinos afirmaron que desde la Araucanía hacia el sur todos los territorios pertenecían al Virreinato del Río de la Plata.

Los límites vigentes hacia 1810, debatidos en el marco de las negociaciones diplomáticas entre Argentina y Chile realizadas entre 1856 y 1881, no lograron esclarecerse. No hubo acuerdo entre los historiadores de ambos países. Cada nación elaboró sus propia tesis fundacional: para los chilenos, toda la Patagonia pertenecía a Chile; para los argentinos, del Biobío hacia el sur todo el territorio era de la Argentina.

Al no haber acuerdo entre los historiadores, la situación se resolvió en forma política. En julio de 1881 se firmó el Tratado de Límites, de acuerdo al cual la cordillera de los Andes se estableció como frontera entre ambos países. De esta manera se resolvió el problema desde el punto de vista legal. Pero en ambos países los historiadores se quedaron con la sensación de derrota, pues consideraban que el Tratado era legal pero ilegítimo.

Y esta percepción se volcó en los mapas y en los textos de historia.4. Resurgimiento de las tesis fundacionales En 1901, el destacado intelectual rioplatense, Estanislao Zeballos presentó un mapa sobre lo que él estimaba eran las fronteras entre Argentina y Chile en 1810.

  1. En esa carta se aseveraba que el río Biobío era el límite austral del Reino de Chile, y desde allí hacia el sur todos los territorios pertenecían al Virreinato del Río de la Plata.
  2. En la primera mitad del siglo XX esta interpretación fue desechada por los historiadores.
  3. Así se reflejó en el mapa de Emilio Ravignani, que planteaba las fronteras reales y efectivas vigentes en 1810, y evitaba la polémica de las cuestiones de límites.

Este mapa fue publicado en la historia general de la Argentina, publicada por la Academia Nacional de la Historia. Y luego fue levantado por los autores y editores de manuales escolares. Un buen ejemplo es el célebre texto de Ricardo Levene, Lecciones de Historia Argentina, reeditado numerosas veces y ampliamente difundido en las escuelas medias argentinas en la primera mitad del siglo XX.

Esta situación cambió a comienzos de los años 60, a partir del debate entre Diego Luis Molinari y Conrado Ríos Gallardo. Del lado chileno, después de la firma del Tratado de 1881, las tesis fundacionales de Amunátegui fueron bastante olvidadas por un buen tiempo. Durante 50 años casi nadie reivindicó esos enfoques, más allá de Morla Vicuña (1903).

Los manuales escolares chilenos tuvieron una mirada benevolente de la historia de las relaciones bilaterales, con énfasis en el abrazo de San Martín y O’Higgins y la construcción del Ferrocarril Trasandino. Esta línea fue cuestionada en 1930 por Irarrázabal Larraín, en su libro “La Patagonia: errores históricos y geográficos”.

  • En esta obra, el autor reivindicó las tesis fundacionales de Amunátegui, a partir de los documentos que este conoció (sobre todo las reales cédulas de 1554, 1555 y 1558).
  • Cabe destacar que Irarrázabal Larraín tampoco tuvo en cuenta la Real Cédula de 1570, y el corpus documental completa de la implantación de las Intendencias en el Reino de Chile.

Durante varios años el libro de Irarrázabal Larraín fue ignorado por la historiografía chilena. Hasta que Francisco Antonio Encina retomó su tesis y la comenzó a difundir. A Encina siguieron Jaime Eyzaguirre y muchos otros autores. Como resultado, hacia fines de la década de 1950, las tesis fundacionales, creadas por Amunategui y reivindicadas por Irarrázabal Larraín, estaban estandarizadas totalmente en la historiografía chilena.

  1. Los textos escolares mostraban que hasta 1881 existió un “Chile Fantástico”, que abarcaba toda la Patagonia.
  2. Y ella fue cedida para comprar la neutralidad argentina en la Guerra del Pacífico.5.
  3. Encina y el florecimiento de la teoría del “Chile Fantástico” La tradición historiográfica chilena se vio alterada por la publicación de la obra de Francisco Encina.

En cierta forma, la situación hegemónica que ejerció Barros Arana con su Historia General de Chile, durante la primera mitad del siglo XX, fue parecida a la que tuvo Encina a partir de la publicación de su Historia de Chile de la prehistoria hasta 1891 51,

A pesar de sus dimensiones, esta obra se transformó en un éxito editorial sin precedentes en el mercado chileno. En pocos años se agotaron numerosas ediciones, con una tirada superior a los 200.000 ejemplares. Desde el punto de vista de la tradición historiográfica de las relaciones bilaterales, Encina significó una ruptura con respecto al enfoque de Barros Arana.

Este transmitió una imagen positiva de la Argentina, mientras aquel la presentó como un vecino ambicioso y expansionista. Barros Arana suscribía al nacionalismo liberal de los estadistas del siglo XIX. En cambio, Encina se desplazó hacia un nacionalismo chovinista, xenófobo y racista.

Este enfoque se hizo sentir en su forma de presentar a los países vecinos en general y a la Argentina en particular. Para avanzar en esta dirección, Encina encontró sus mejores aliados en Amunátegui, Morla Vicuña e Irarrázabal Larraín. El estilo ágil y fluido de Encina ofreció un vehículo incomparable para la difusión de las tesis fundacionales del siglo XIX.

Estas se vieron liberadas del confinamiento propio de los textos para especialistas y comenzaron a difundirse masivamente. En este sentido, el significado de la obra de Encina fue el de divulgar las tesis fundacionales de Amunátegui y Morla Vicuña, con los aditamentos de Irarrázabal Larraín.

El objetivo de Encina era reivindicar la idea del “Chile Fantástico” y culpar a la Argentina y a ciertos dirigentes chilenos de su frustración. A diferencia de los estadistas chilenos del siglo XIX y de los historiadores del XX, Encina adhirió ciegamente a las tesis de Amunátegui. Lo consideraba “el descubridor de los títulos de Chile en la Patagonia”.

A partir de allí, su discurso -en lenguaje ágil, fluido y seductor- se desenvolvía siguiendo las ideas de los tres autores mencionados: Chile tenía títulos incuestionables sobre la totalidad de la Patagonia; pero debido a las erradas descalificaciones de Barros Arana y Vicuña Mackenna, perdió interés por mantenerla; finalmente, la Argentina, mediante maniobras astutas, logró quedarse injustamente con este territorio.

  • La obra de Encina fue decisiva en cuanto a la construcción de la imagen del país vecino a través de la Historia.
  • No solo por el inmediato éxito editorial que obtuvo, sino porque de allí surgieron diversos subproductos, que consolidaron este enfoque.
  • En primer lugar, tenemos que citar el Resumen de Historia de Chile, en el cual los 20 tomos se sintetizaban en tres volúmenes totalmente ilustrados (1954).

Esta obra resultó todavía más clara y de fácil acceso para el gran público. Poco después, cuando el incidente del islote Snipe puso en foco las tensiones bilaterales, el autor extrajo de su obra general los capítulos dedicados a las relaciones con Argentina y con ellos preparó un libro especial, titulado La cuestión de límites entre Chile y la Argentina desde la Independencia hasta el tratado de 1881,

  1. Una vez más reivindicó la idea de “Chile Fantástico” y las tesis fundacionales del siglo XIX.
  2. También reiteró la tesis de Irarrázabal Larraín sobre el abandono o entrega de la Patagonia debido a la falta de visión de Barros Arana y Vicuña Mackenna 52,6.
  3. Jaime Eyzaguirre y las tesis fundacionales Si Encina retomó las tesis fundacionales y las puso en foco, Jaime Eyzaguirre fue el encargado de promover su aceptación dentro de la comunidad académica e intelectual de Chile.

Encina llegaba al gran público, pero era cuestionado entre los historiadores por su falta de rigor y de metodología. En cambio Eyzaguirre era un historiador reputado, una autoridad indiscutida en el medio. Precisamente a través de su obra, las tesis fundacionales del siglo XIX recibieron pleno reconocimiento de los historiadores chilenos de la segunda mitad del siglo XX, que terminaron por asumirlas como verdades irrefutables.

  • Miembro de una tradicional familia de la elite chilena, Jaime Eyzaguirre (1908-1968) contaba con ricas conexiones en el medio social, cultural y diplomático chileno.
  • Todo ello le ayudaría a contar con las posibilidades de realizar una labor de gran influencia en sus temas.
  • Fue una figura destacada dentro del departamento de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile, lugar desde donde fundó y dirigió la revista Historia (1961-1967).

El pensamiento de Eyzaguirre sobre las relaciones entre Chile y Argentina se volcó fundamentalmente en tres obras: La soberanía de Chile en las tierras australes (1958), La frontera histórica chileno-argentina (1962) y Breve Historia de las Fronteras de Chile (1967).

  • La primera reivindicaba los derechos de Chile en la zona del Canal de Beagle.
  • La segunda era respuesta al ensayo de Diego Luis Molinari (1961), que examinaremos más adelante.
  • Y el tercera fue una obra de síntesis, que se convirtió en un verdadero éxito editorial.
  • En 1983 se publicó la decimotercera edición y volvió a agotarse, con lo cual se efectuaron varias ediciones más.

Pero más allá de lo cuantitativo, lo importante de esta obra es que ha sido sistemáticamente citada por casi la totalidad de los historiadores chilenos dedicados al tema. En relativamente poco tiempo, Eyzaguirre se transformó en un referente sobre asuntos de frontera.

  • Escribió, entre otros, los prólogos de la segunda edición de la obra de Irarrázabal Larraín 53, la primera del libro de Errázuriz Guilisasti y Carrasco Domínguez 54, y la primera del Manual de Historia Diplomática de Mario Barros van Buren (1970).
  • Sus colegas lo reconocerían como una autoridad en el tema durante décadas.

Al menos así se lo consideraba en el Instituto de Estudios del Patrimonio Territorial de Chile de la Universidad de Santiago, institución especializada en el estudio de las relaciones bilaterales con Argentina. El prestigio de Eyzaguirre en los temas fronterizos no descansaba en obras monumentales, sino en trabajos breves, claros y contundentes.

El autor se afirmaba en tres pilares: Amunátegui, Morla Vicuña e Irarrázabal Larraín. Su intuición fue sintetizar en pequeños libros unas decenas de páginas, lo esencial de la obra de Amunátegui y las también voluminosos obras de sus sucesores. Y lo importante se resumía a las siguientes preposiciones: 1- A mediados del siglo XVI, la Corona otorgó a los gobernadores de Chile una jurisdicción de 100 leguas de ancho, lo cual abarcaba la totalidad de la Patagonia, Cuyo y el entonces extendido territorio del Tucumán.2- En 1563 la Corona separó el Tucumán de Chile y en 1776 desprendió Cuyo para incorporarlo al Virreinato del Río de la Plata; pero nunca desprendió del río Diamante hacia el sur.3- Chile retuvo todos los territorios del Diamante hacia el sur.

Ello queda corroborado plenamente por el mapa de Cano y Olmedilla.4- En el siglo XIX la clase dirigente de Chile desconocía el valor económico de la Patagonia, debido fundamentalmente a Barros Arana y Vicuña Mackenna. Además, el ejército argentino realizó una ofensiva sobre la Patagonia aprovechando la contingencia de Chile en la guerra del Pacífico.

  1. En este contexto, su país accedió a ceder gratuitamente la Patagonia a la Argentina por el Tratado de 1881.
  2. Inspirado en Irarrázabal Larraín, Eyzaguirre consideraba que el Tratado de 1881 había sido intrínsecamente injusto e ilegítimo, resultado de una maniobra artera por parte del Estado argentino.
  3. Este no habría correspondido a la lealtad de Chile en momentos homólogos: “Lo que un arbitraje de derecho le habría seguramente negado a la nación del Plata, ella lo iba a obtener ahora íntegro y sin disparar un tiro.

Cuando las costas argentinas habían estado bloqueadas por la escuadra unida anglo-francesa o cuando se hallaba ese país distraído en la guerra con el Paraguay, Chile no hizo ninguna presión para arrancar un convenio favorable. Pero ahora, encontrándose el ejército chileno en una difícil tarea en distantes territorios, la Argentina supo usar el momento y urdió el arreglo” 55,

El enfoque de Eyzaguirre era notablemente simple. No incluía la complejidad de los títulos coloniales, contradicciones y ambivalencias. Consideraba las reales cédulas favorables a la gobernación de Chile (mediados del siglo XVI), pero no tenía en cuenta los documentos homólogos emitidos a favor de la gobernación de Buenos Aires (fundamentalmente la Real Cédula de 1570).

Tampoco daba cuenta de la cantidad de documentos coloniales conforme a los cuales el límite oriental de Chile se hallaba en la cordillera de los Andes. Sobre todo el corpus documental intendencial (1784-1796) de acuerdo al cual la Corona había establecido que la jurisdicción de Chile se extendía de Atacama al Cabo de Hornos, y de la cordillera al Pacífico.

  1. En el plano cartográfico, solo tenía en cuenta el plano de Cano y Olmedilla, excluyendo sus complicaciones internas y así también las demás corrientes cartográficas que tuvieron tan rico desarrollo antes y después de 1810.
  2. Eyzaguirre evitaba estas complicaciones.
  3. Prefería apoyarse en la autoridad de Amunátegui, Morla Vicuña e Irarrázabal Larraín.

Él aportaría una propuesta sintética de lo que aquellos habían demostrado. De esta manera quedaron académicamente consagradas las tesis fundacionales en la historiografía chilena.7. Las tesis fundacionales y su estandarización en la historiografia chilena El respaldo de Encina y Eyzaguirre abrió la puerta para la amplia difusión de las tesis fundacionales en la historiografía chilena.

  • En relativamente poco tiempo, la idea del “Chile Fantástico”, apoyada en los argumentos de Amunátegui y Morla Vicuña, junto con la tesis de la entrega de la Patagonia planteada por Irarrázabal Larraín, se transformaron en la versión oficial de la historia de Chile.
  • La inmensa mayoría de los autores que escribieron sobre estos temas en la segunda mitad del siglo XX, se ajustaron a esos criterios.

Los estudios de Amunátegui y Morla Vicuña, poco considerados por los historiadores chilenos en la primera mitad del siglo XX, se transformaron en bibliografía obligatoria a partir de 1950. Casi la totalidad de los historiadores que trabajaron sobre la frontera con Argentina los citaron recurrentemente.

En efecto, las obras de Amunátegui y Morla Vicuña fueron citadas por el coronel Marín Madrid (1966), Eyzaguirre (1967), Lagos Carmona (1966, 1980), Barros van Buren (1970, 1991), Vázquez de Acuña y Cabrera (1984), Bazán Dávila (1986), González Abuter (1988). Además, la obra de Amunátegui fue considerada también por Hormazábal González (1969), González Madariaga (1970), y la de Morla Vicuña fue mencionada en Errázuriz Guilisasti (1968).

Estos autores no se limitaban a nombrar las tesis fundacionales del siglo XIX -cuestión de rigor académico-, sino que asimilaban el enfoque de esos autores, sin detenerse a criticarlos. En cierta forma, se hizo una tradición en la historiografía chilena que, cuando se citaba a Amunátegui y Morla Vicuña, el análisis se daba por terminado en lugar de comenzar.

También fue notable la influencia que ejerció Irarrázabal Larraín en los historiadores especializados en las cuestiones de límites entre Argentina y Chile. Su libro de 1930 pasó desapercibido en su momento. Ante el interés que despertó a partir de la década del 50, el texto fue reeditado (1966) con prólogo de Jaime Eyzaguirre.

A partir de entonces, la obra de Irarrázabal Larraín fue citada por casi todos los autores chilenos dedicados a cuestiones de límites con Argentina, entre ellos Mateo Martinic (1963), Lagos Carmona (1966, 1980), Eyzaguirre (1958, 1967, reeditado más de diez veces), Errázuriz Guilisasti (1968), Espinoza Moraga (1969), Barros van Buren (1970 y 1991), Vázquez de Acuña y Cabrera (1984) y González Abuter (1988).

La figura de Encina también ejerció una fascinación especial en varios historiadores chilenos de esos años. Espinoza Moraga, el ensayista de posiciones más nacionalistas y antiargentinas, se jactaba de ser discípulo de Encina (1961, 1969). González Madariaga, en su obra Nuestras relaciones con Argentina: una historia deprimente, demostró un notable apego a los escritos de Encina 56,

También lo citan Lagos Carmona (1966 y 1980), Eyzaguirre (1967 y ediciones posteriores), Barros van Buren (1970 y 1991), Santis Arenas (1984), entre otros. Para los objetivos del presente capítulo, lo importante es advertir la influencia que tuvieron las tesis fundacionales de Amunátegui y Morla Vicuña en Irarrázabal Larraín y luego en Encina.

  • Entre estos cuatro autores echaron las bases de la matriz conceptual de lo que sería la percepción de la historiografía chilena en materia de relaciones con Argentina.
  • Sus ideas estuvieron presentes en la gran producción historiográfica de la etapa 1952-1984.
  • En estos años, como el tema de los conflictos limítrofes entre Argentina y Chile cobró actualidad y se convirtió en asunto de interés publico, se generaron las condiciones para una creciente producción periodística, ensayística e historiográfica.

Precisamente, esas obras, que tendrían alta repercusión pública, se construyeron sobre la matriz que habían creado los cuatro autores mencionados. El Cuadro I muestra esta trama de una forma más precisa. CUADRO I MATRIZ TEÓRICA DE LA TRADICIÓN HISTORIOGRÁFICA CHILENA EN MATERIA DE RELACIONES CON ARGENTINA (1879-1986), SEGÚN LA SUCESIÓN DE CITAS

¿Qué países ofrecieron apoyo a la Argentina en la guerra de Malvinas?

Inicio Malvinas nos une Amplio apoyo internacional a la Argentina en la Cuestión de las Islas Malvinas en la Cuarta Comisión de la Asamblea General de la ONU

Martes 4 octubre 2022 Información para la Prensa N°: 521/22 Publicado el miércoles 05 de octubre de 2022 En la primera sesión del Debate General conjunto sobre temas de descolonización de la Comisión de Política Especial y Descolonización de la Asamblea General de las Naciones Unidas (Cuarta Comisión), la Argentina presentó su posición nacional sobre la cuestión de las Islas Malvinas y recibió un amplio respaldo de otros Estados Miembros a la reanudación de negociaciones bilaterales para poner fin a la disputa de soberanía en el Atlántico Sur.

La Representante Permanente ante las Naciones Unidas, Embajadora María del Carmen Squeff, expuso los fundamentos que sustentan los derechos argentinos y reiteró la invitación al Reino Unido a resolver pacíficamente la disputa de conformidad con lo dispuesto por la Asamblea General. La Embajadora Squeff subrayó que la negativa británica a reanudar las negociaciones no encuentra fundamento en el derecho internacional, ya que “en la cuestión de las Islas Malvinas nos encontramos con un territorio colonizado por el Reino Unido, sin que haya un pueblo sujeto a las subyugación, dominación o explotación colonial”,

La representante argentina llamó la atención sobre las acciones unilaterales desarrolladas por el Reino Unido en el área en disputa, que incluyen la exploración y explotación ilegal de recursos renovables y no renovables en el área en disputa y una desproporcionada presencia militar que resulta completamente injustificada “ya que todos los Gobiernos democráticos de la Argentina han reafirmado su decisión de resolver la controversia exclusivamente por medios pacíficos”,

Reiteró asimismo el interés del gobierno argentino en los buenos oficios del Secretario General de las Naciones Unidas para asistir a las partes en la disputa de soberanía a reanudar las negociaciones. Por su parte, el Embajador de Ecuador, interviniendo en nombre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), recordó el interés permanente de los países de la región en que la Argentina y el Reino Unido reanudaran las negociaciones a fin de encontrar una solución pacífica y definitiva a la disputa.

Informó sobre el mandato de los Jefes de Estado y Gobierno de la Comunidad a su Presidencia Pro Tempore de que solicitara al Secretario General la renovación de sus esfuerzos en el cumplimiento de la misión de buenos oficios sobre el tema y destacó la permanente actitud constructiva y disposición del Gobierno argentino para alcanzar, por la vía de las negociaciones, una solución pacífica y definitiva a esta anacrónica situación colonial en suelo americano.

  • El representante del Uruguay, en nombre de MERCOSUR y Asociados, reiteró el apoyo del bloque a los derechos argentinos y señaló que la manera de poner fin a la especial y particular situación colonial de las Islas es la solución pacífica y negociada de la controversia entre las dos partes.
  • Asimismo, advirtió que resultaba imprescindible que el Reino Unido pusiera fin a la exploración y explotación de recursos naturales y que se abstuviera de promover ejercicios militares en la zona disputada y reiteró el reconocimiento al “derecho que le asiste a la República Argentina de emprender acciones legales, con pleno respeto del Derecho Internacional, contra las actividades no autorizadas en dicha área”,

Durante la sesión hubo numerosos pronunciamientos en capacidad nacional: además de Ecuador y Uruguay, tomaron la palabra Nicaragua, México, Guatemala, Perú, Brasil y Panamá, quienes se manifestaron a favor de los legítimos derechos de la República Argentina en la disputa de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes.

  1. El debate sobre descolonización de la Cuarta Comisión continuará la semana próxima y se esperan más intervenciones en relación con la cuestión de las Islas Malvinas en respaldo de los derechos argentinos y de la reanudación de las negociaciones entre la Argentina y el Reino Unido.
  2. El secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Guillermo Carmona, destacó el apoyo recibido por la Argentina en el tratamiento de la Cuestión Malvinas en la Cuarta Comisión y agradeció el trabajo de la Representación Permanente de la Argentina ante las Naciones Unidas, a cargo de la Embajadora María del Carmen Squeff,

El Gobierno argentino agradece a todos los miembros de la comunidad internacional que se han pronunciado y se pronunciarán a lo largo del debate de la Cuarta Comisión en respaldo a la reanudación de las negociaciones entre la Argentina y el Reino Unido como único modo de poner fin a la anacrónica situación colonial de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes.

Cabe recordar que en junio del presente año el Comité Especial de Descolonización, órgano subsidiario de la Asamblea General de las Naciones Unidas, adoptó una nueva resolución sobre la cuestión de las Islas Malvinas en la que reiteró el llamado a la Argentina y el Reino Unido a reanudar las negociaciones de soberanía.

A su vez, el tema estuvo presente en la semana de alto nivel celebrada en septiembre la Asamblea General, oportunidad en la que el Presidente de la Nación reafirmó los derechos argentinos sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes y reiteró la disposición para retornar a la mesa de negociaciones.

¿Qué país obtuvo derechos soberanos sobre las islas Picton Nueva y Lennox?

El desacuerdo sobre la soberanía del grupo PNL – La zona de las tres islas del grupo PNL según su asignación jurídica. El Conflicto del Beagle es la controversia entre la Argentina y Chile respecto de la soberanía del grupo PNL y otras islas del canal Beagle. Para resolverlo, en 1971 ambos países solicitaron al gobierno del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, formar una corte arbitral de cinco jueces de la Corte Internacional de Justicia para que se expidiese una resolución formal en relación con su soberanía.

La tesis argentina señalaba que de los dos brazos en que se divide el canal al llegar desde el oeste a la isla Picton, se debería considerar como el principal al brazo Picton para trazar el límite, el cual discurre entre esta isla y Navarino, por ser de mayor profundidad que el que el canal Moat, el cual corre entre Picton-Nueva y la isla Grande.

La Corte, por medio del Laudo Arbitral de 1977, consideró que no era su atribución establecer cuál de los brazos era el principal curso del Beagle, sino que debía establecer cuál era el curso al que se refiere el Tratado de 1881, inclinándose finalmente por la tesis chilena, la cual estimaba que este era el brazo Moat.

Así, se reconoció como chileno el grupo PNL y la totalidad de las islas ubicadas al sur de dicho brazo, más las profundas proyecciones marítimas que el derecho internacional les otorgaba. Posteriormente, dicho laudo fue declarado nulo por la Argentina, argumentando múltiples causas, entre la que destacaba el hecho de que la corte decidió sobre el estatus de otros territorios en litigio fuera del área acotada para ser delimitada (otorgándoselos a Chile).

Con esta declaración la Argentina intentaba reabrir nuevamente el desacuerdo austral exclusivamente en el plano de la negociación bilateral, para intentar conseguir, bajo la amenazada de una declaración de guerra, conseguir un reparto menos lapidario de los territorios que el laudo reconoció a Chile, especialmente en lo que respecta a la profunda proyección hacia lo que Argentina consideró océano Atlántico que dicho dictamen confería a las islas chilenas, sin embargo, ese sector era considerado Pacífico por Chile de acuerdo a la tesis de delimitación natural entre los océanos Pacífico y Atlántico Sur por el arco de las Antillas Australes postulada por dicho país.

Esta creciente tensión llegó, en diciembre de 1978, casi al borde de la guerra, en la cual tropas chilenas apostadas en el sector esperaban el anunciado ataque argentino, pero evitándose en el último momento por el regreso de la armada argentina aduciendo ésta el mal tiempo reinante en la zona (22 de diciembre de 1978) y posteriormente la mediación del papa Juan Pablo II,

Finalmente, tras el retorno de la República Argentina a la democracia y haber aprobado en una consulta popular no vinculante la propuesta papal, ambos países firmaron en 1984 el Tratado de paz y amistad en el cual la Argentina reconoció la soberanía chilena sobre el grupo PNL y otras islas al sur del mismo.

¿Qué guerras perdió Chile?

Siglo XX

Guerra Duración Bando 1
Segunda Guerra Mundial (Chile en la WWII)​ 1945 Fuerzas aliadas
Incidente del Islote Snipe 1958 Chile
Guerra Fría (Conflicto interno en Chile) 1973-1990 Dictadura militar
Conflicto del Beagle 1978-1979 Chile

¿Cuántas guerras perdió Argentina?

Conflictos armados a gran escala

Guerra Duración
Guerra de Independencia de Maynas 1821-1822
Guerra del Brasil ( Guerra de Cisplatina) 1825-1828
Guerra entre las confederaciones Argentina y Perú-Boliviana​ 1837-1839
Bloqueo francés al Río de la Plata 1838-1840

¿Qué presidente regalo la Patagonia chilena?

La Cámara de Diputados de Argentina aprobó en 1873 la adhesión al Pacto Perú-Bolivia,​ pero el Senado, que debía confirmarlo, lo rechazó en 1874. Tratado de 1881 entre Argentina y Chile.

Tratado de Límites de 1881
Vigencia permanente desde 1881
Firmantes Francisco de Borja por Chile Bernardo de Irigoyen por Argentina
Partes Argentina y Chile

¿Qué argentino ayudo a Chile?

José de San Martín (1778-1850)

¿Quién fue el libertador de Chile?

El 5 de abril de 1818 tuvo lugar el enfrentamiento armado que resultó decisivo, dentro del contexto de la campaña libertadora encabezada por el General San Martín, en la región chilena conocida como los Cerrillos del Maipo. El prócer argentino declaró una vez: “Con dificultad se ha visto un ataque más bravo, más rápido y más sostenido, y jamás se vio una resistencia más vigorosa, más firme y más tenaz”.

  • Publicado el martes 05 de abril de 2022 “Acabamos de ganar completamente la acción.
  • Un pequeño resto huye: nuestra caballería lo persigue hasta concluirlo.
  • La Patria es libre” fueron las palabras que dictó José de San Martín el 5 de abril de 1818, como parte del informe que envió sobre la batalla.
  • Lograr la independencia de Chile era uno de los eslabones del Plan Continental, ideado por el prócer argentino.

Desde sus primeras ideas en 1814 hasta lograr la Independencia del Perú pasaron siete años. El Plan consistía en cruzar la cordillera de los Andes y liberar Chile. Desde allí, por medio de una operación anfibia, avanzar por mar hacia Lima. Luego, junto a Bernado O’Higgins (desde Cuyo a Chile) se anhelaba emancipar para siempre al territorio sudamericano del dominio realista. La batalla de Maipú, de Mauricio Rugendas. Óleo sobre tela: Biblioteca Nacional Digital de Chile.

¿Qué país viene después de Chile?

Fronteras de Chile
Internacionales 7 801 km
Argentina 6 691 km
Bolivia 942 km
Perú 168 km

¿Quién ganó la Patagonia?

Posted by on abril 9, 2022 in Carreras de montaña, patagonia run 2022, Ultra Trail | PATAGONIA RUN 2022: PAU CAPELL y SERGIO PEREYRA CAMPEONES, Adriana Vargas oro femenin o. Nuestra sección TRAIL RUNNING ARGENTINA viaja a la prueba de Spartan trail, que sigue aun en pleno desarrollo.

¿Qué país Apoyo a Chile en la Guerra del Pacífico?

La Mirada Compartida de Antonio García Pérez Muerte del coronel chileno Yábar cargando a la cabeza de los granaderos a caballo en la Batalla de Chorrillos. Acuarela de Rudolph de Lisle.© Centro de Estudios Histórico-Militares del Perú. Blindado Almirante Cochrane. © Biblioteca Nacional de Chile. A poco más de un siglo de la llamada Guerra del Pacífico que involucró a Chile, Perú y Bolivia, sigue presente en la memoria colectiva de los países implicados este hecho de armas, cuyas consecuencias aún oscurecen las relaciones vecinales.

El 14 de febrero de 1879, el coronel Emilio Sotomayor, con una tropa de doscientos hombres, ocupó Antofagasta. Bolivia declaró la guerra a Chile el día 1 de marzo de 1879. Perú, que había tratado de aparecer como mediador en el conflicto chileno-boliviano, interviene haciendo pública la existencia del Tratado secreto de 1873.

Chile declaró la guerra a los aliados Perú y Bolivia el 5 de abril de 1879. Argentina se mantuvo al margen del conflicto, pero aprovechó la ocasión para iniciar una agresiva campaña de expansión territorial hacia la Patagonia. La Guerra del Pacífico tuvo seis fases: campaña marítima, campaña de Tarapacá, campaña de Tacna y Arica, campaña de Lima, campaña de la Sierra y campaña de Arequipa.

¿Qué gana Chile en la Guerra del Pacífico?

Artículo original La Guerra del Pacífico como referente nacional y punto condicionante de las relaciones chileno-peruanas * The War of the Pacific as a national reference point and determinant issue of Chilean-Peruvian Relations Emilio José Ugarte Díaz** ** Universidad Mayor, Santiago, Chile.

Correo electrónico: [email protected] Resumen El presente artículo analiza las consecuencias que causó la Guerra del Pacífico (1879- 1883) en la relación chileno-peruana. El conflicto ha condicionado las relaciones, siendo, incluso, utilizado como parte de la construcción identitaria y nacional de cada país.

Se analizan las consecuencias que la guerra trajo para Perú, abordando las implicancias que tuvo en el desarrollo de la identidad nacional y sus relaciones con Chile. Posteriormente se realiza el mismo ejercicio en el caso chileno, examinando cómo el conflicto influyó en las percepciones e identidad del país y sus condicionantes en las relaciones con Perú.

  1. En las conclusiones se analiza en resumen el legado del conflicto y cómo este ha contribuido a distanciar ambas naciones en un camino lleno de resquemores.
  2. Palabras clave: guerra, nación, relaciones bilaterales.
  3. Abstract This article analyzes the impact that the War of the Pacific (1879-1883) caused in the relationship between Chile and Peru.

The conflict conditioned bilateral relations and has even been used as part of the national identity construction in both countries. First, we analyze the consequences that the war left in Peru by addressing the implications that the conflict had on the development of national identity and its relations with Chile.

Later the same exercise is done in the case of Chile. In the conclusions of the article the legacy of the conflict in analyzed, as well as the way it has contributed to distancing the two nations on a path full of resentment and distrust. Keywords: war, nation, bilateral relationship. Introducción La Guerra del Pacífico 1 terminó en 1883 con la victoria de las fuerzas chilenas.

El conflicto tuvo como principal consecuencia la anexión a perpetuidad de Tarapacá y Antofagasta por parte de Chile, que incluyó Tacna hasta 1929. Bolivia perdió su litoral y Perú debió soportar una ocupación militar por tres años. A partir de entonces las percepciones entre chilenos y peruanos se verían condicionadas, no solo por el conflicto bélico, sino por la situación creada por el intento de chilenización de Tacna y Arica, consolidándose la desconfianza y resquemor como elementos centrales de la relación; situación que permanece hasta hoy.

  • En Perú hay mucha desconfianza ante Chile y desde Chile hay desconfianza hacia Perú.
  • En junio de 2010 aparecieron los resultados de una encuesta realizada en conjunto por el Instituto de Opinión Pública de la Pontificia Universidad Católica del Perú (IOP) y el Instituto de Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales e Historia de la Universidad Diego Portales (ICSO), que analizó las visiones que chilenos y peruanos tienen de sí mismos y del país vecino (Instituto de Opinión Pública, Pontificia Universidad Católica del Perú, Instituto de Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales e Historia de la Universidad Diego Portales, 2010).

La encuesta mostró, en primer lugar, que los chilenos tenían una alta confianza en su propio país. Un 42,3% de los encuestados sostuvo que Chile era un país importante en la región. Para los peruanos, Chile también es visto como uno de los países más importantes de la zona, solo superado por Brasil.

Lo cual demuestra, para el investigador peruano Farid Kahhat, que Chile es un país de gran importancia para Perú. El académico del IOP argumentó, en el informe final, que la rivalidad histórica, el propio diferendo limítrofe, el mayor gasto en defensa de Chile y la asimetría en la interdependencia económica, favorable a nuestro país, es percibido por un sector de la sociedad peruana como un riego de seguridad.

Sin embargo, al mismo tiempo la encuesta consultó al público respecto a qué pensaba sobre al país vecino en el sentido de si acataría o no el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya sobre la demanda marítima del Perú. Mientras en Chile un 48,1% de los consultados sostuvo que Perú acatará el dictamen de La Haya, un 60,7% de los peruanos sostuvo lo contrario.

Según Claudio Fuentes, investigador del ICSO, esto refleja la permanente desconfianza que condiciona la relación bilateral. Aun más, el mismo estudio reveló que una relativa minoría en Chile (36%) y una gran mayoría en Perú (60,4%) perciben que las autoridades del otro país no acatarán el fallo internacional.

Finalmente, un 8% de los chilenos y un 20% de los peruanos creen posible un conflicto armado. Está claro entonces que entre Chile y Perú hay desconfianzas y una rivalidad histórica incuestionable. El académico e intelectual peruano José Miguel Flórez habla en un artículo de la existencia de un “problema chileno”, en que la dinámica de la relación iría más allá del rol de los Estados, “pues elementos como la ‘identidad cultural’ o la ‘oportunidad política’ jugarían un papel más claro en la dinámica del problema” (Florez, 2007, p.41).

En consecuencia, Chile y Perú han vivido bajo una lógica de rivalidades, desconfianzas, resquemores, resentimientos y desconocimiento mutuo, que ha terminado por condicionar la relación bilateral, haciéndola un juego de suma-cero, en donde el éxito del uno es el fracaso del otro y la debilidad propia ha mutado en fortaleza ajena.

Lo que proponemos en este trabajo es buscar cómo el legado de la Guerra del Pacífico ha favorecido a la construcción de la identidad nacional, al choque de imaginarios y percepciones, condicionando la relación bilateral entre los dos países. Chile y Perú nacieron a la vida independiente sin ser naciones en el sentido moderno de la idea de nación y de Estado-nación proveniente del siglo XIX, ya que como algunos autores sostienen, Perú se construiría sobre las bases de una civilización (el Imperio Inca) compuesta por un Estado centralizado, burocratizado y altamente organizado.

Las elites que conquistaron la independencia se abocaron a la tarea de construir Estados que llevaran a cabo la edificación de sociedades con un sentido en común, con intereses en común, con historias, visiones y lazos comunes que permitieran conseguir lo que Benedict Anderson llamó la “comunidad imaginada”, es decir, la nación (1993).

Dentro de la autoafirmación de ese nosotros está, por cierto, la diferenciación frente a un otro, Nuestra hipótesis es que, en el caso de la construcción de la nación chilena y peruana, el factor del otro ha sido importante, y ha determinado desde el fin de la guerra no solo el modo en que la nación o la nacionalidad ha sido construida, sino que ha llegado a condicionar la vida cotidiana entre ambas naciones.

  1. Perú y la Guerra del Pacífico: Chile como referente y rival Para muchos intelectuales peruanos, la Guerra del Pacífico fue la hora cero del Perú moderno, que implicó el colapso absoluto del Estado y el riesgo de su desintegración total.
  2. A partir de entonces es otro Perú, y la relación con Chile, que hasta ese momento era más o menos discreta, tomará un rumbo absolutamente distinto.

Pese a que algunos autores, como Sergio Villalobos (2002), han sostenido que las tensiones entre chilenos y peruanos vendrían de los tiempos de la Colonia, nosotros creemos, amparados en el material historiográfico y en las entrevistas a distintos académicos e investigadores tanto en Lima como en nuestro país, que antes del conflicto Chile no habría tenido una importancia especial para Perú.

  1. Hasta 1879 tanto la clase política, como el mundo popular peruano, solo habrían visto en Chile poco más que la idea de un lejano, pobre y pequeño territorio al sur del mundo.
  2. La variable Chile era marginal, salvo en algunas cuestiones económicas que generaron tensiones menores.
  3. No hubo en los gobernantes del Perú, entre 1821 y 1879, una clara comprensión de que Chile era una contraparte sustantiva y desafiante en las relaciones de poder en el Pacífico Sur (Rodríguez, 2010, p.21).

Incluso podemos agregar que las relaciones más bien tuvieron un carácter de colaboración, con momentos importantes como la Expedición Libertadora 2 o la Guerra con España 3, en que chilenos y peruanos combatieron contra la intervención europea en las costas de Perú, lo que significó para Chile el terrible bombardeo de Valparaíso en 1866.

Heraclio Bonilla expone con crudeza el trauma de la Guerra del Pacífico. No solo constituyó una derrota militar, sino que además significó una fractura social gravísima, al filo de hacer estallar todas las estructuras sociales del país. De ahí su imborrable presencia en la memoria de Perú. La precaria conciencia nacional del país estaba subordinada así a los intereses de clase: “La guerra nacional entre Perú y Chile ahora daba paso y acompañaba a una pugna interna mucho más significativa, a aquella que oponía las diferentes clases y clientelas políticas de una sociedad profundamente dividida” (Bonilla, 1980, p.191).

A partir de entonces se reprodujo en Perú una situación ya vivida en los años posteriores a la independencia, en donde el cacicazgo militar apoyado por el terrateniente de turno dio sustento a los distintos poderes. Esta vez, sin embargo, el sustento de apoyo no sería la maltrecha clase terrateniente “gamonalista”, sino el ejército de ocupación chileno.

  1. Todas las clases dirigentes estuvieron de acuerdo, una vez concretada la caída de Lima, en acordar la paz con el invasor.
  2. El único que no se mostró de acuerdo fue el general Andrés Avelino Cáceres, un poderoso terrateniente quien, desde 1882, emprendió junto a sus montoneras una resistencia obstinada y sangrienta en las sierras andinas no solo contra Chile, sino también contra la oligarquía civilista.

Cuando el coronel Miguel Iglesias lanzó su demanda de paz en Montán, la clase dirigente peruana lo saludó con efusividad. Tanto así que se llegó al punto, según Bonilla, de adherir al ejército chileno, comandado por el general Martiniano Urriola, en el preciso momento en que combatía contra este en el pueblo de Huanta, al mando de Miguel Lazón.

Para Bonilla, este hecho constituye quizás “el más trágico epitafio de la historia política de la clase dirigente peruana” (Bonilla, 1980, p.196). Tanto la elite dirigente limeña, como las distintas oligarquías regionales, tuvieron similar comportamiento. Para Heraclio Bonilla es esta una de las mejores imágenes de la fractura y conflicto étnico de Perú, situación a nuestro juicio clave y capital para que el país no haya sido capaz de construir una identidad nacional única e inequívoca.

Lo que Bonilla quiere explicarnos es similar a la tesis de Alfredo Jocelyn-Holt respecto a la capacidad del Estado chileno durante el siglo XIX de mantener la estabilidad política sustentada en lo que él llamó “el peso de la noche”, es decir, la mezcla de costumbre, represión y carencia de perspectivas por parte de las clases menos favorecidas (Jocelyn-Holt, 1997).

En el caso peruano, el equilibrio social era precario y frágil. Una hecatombe como la guerra con Chile hizo saltar en pedazos aquella tranquilidad edificada sobre un volcán. No solo los indígenas estaban en una situación de dominación, también los negros. En el caso de los primeros, ya libres, y de los chinos, que a causa justamente del fin de la esclavitud negra habían llegado en masa a Perú.

Entre 1849 y 1874, llegaron unos 92.130 chinos, según Heraclio Bonilla (Derpich, 1976, pp.158-162, citado en Bonilla, 1980, p.204). Se trataba de grupos muy dispersos, numéricamente inferiores. Será el conflicto con Chile el que cambiará esta situación profundamente.

  1. A esto debemos agregar los levantamientos y desórdenes de los indios y mestizos del ejército peruano en desbande, una vez producida la caída de Lima.
  2. Estos procedieron al saqueo de las tiendas y a una matanza de propietarios chinos en Lima.
  3. En Cañete, la colonia china tuvo que pedir protección diplomática a Inglaterra.

La población indígena de Perú era muchísimo más grande que la de negros y chinos, razón suficiente para que la elite intentara al menos mantenerlos a raya. Sin embargo, era bien difícil que este inmenso grupo de seres humanos, marginados desde la independencia, se comprometieran con la defensa de una nación que casi no reconocían.

  • La caída de Lima provocó muchos levantamientos indígenas, además de la movilización del mariscal Cáceres.
  • La derrota con Chile produjo en el país un imperativo de definición de las que derivarían más tarde el indigenismo y el mestizaje.
  • Pero una de las primeras conclusiones fue el rol del Estado y su fracaso en constituir una nación, un ente que más allá de ser o no democrático pudiera constituir efectivamente esa “comunidad imaginada” de la que hablaba Benedict Anderson.

Miguel de Althaus desmenuza el rol del Estado peruano como una suerte de “Estado fallido”, incapaz de cumplir con un rol histórico de construcción de una unidad nacional, que el conflicto con Chile puso al descubierto e hizo urgente. el Estado peruano recién independizado y en los años que siguieron no supo o no pudo convertir, asimilar, hacer suyas, o dar contenido de símbolo nacional a las costumbres, creencias, símbolos comunitarios del indio de la sierra ni del hombre de pueblo en la costa () Es que no existía una ‘elite’ o ‘clase dirigente nacional’, o sea una burguesía terrateniente o no, que estuviese ligada a la creación de un mercado nacional y a una estructura moderna de la economía (1979, p.226).

Para Carlos De Gregori, el problema nacional es al mismo tiempo un problema vinculado al tema indígena. Para el autor, la Guerra del Pacífico: Pone en evidencia la incapacidad del bloque oligárquico dominante para consolidar al Perú como nación, incluso para defender el territorio patrio () la oligarquía se ve obligada a replantearse el problema nacional y a encarar seriamente el problema indígena.

Por un lado, la catastrófica derrota la obliga a reflexionar sobre la fragilidad o inexistencia de la unidad nacional y, por tanto, la precariedad de su dominio. Por otro lado, se ve en la necesidad de responder, acosada por el desarrollo del capitalismo, la insurgencia del movimiento campesino y popular, y las formulaciones de otras clases: la pequeña burguesía y el proletariado (1978, pp.22-26).

  • Además, advierte que el inicio del indigenismo peruano fue uno de los legados más perdurables de la derrota.
  • La pequeña burguesía va a desarrollar con más fuerza y nitidez el indigenismo propiamente dicho, como ideología de vieja democracia para la forja de una imagen de Perú integral, que abarca los diferentes campos de la superestructura: política, artes, literatura, etc.

Estos sectores hacen su entrada de manera agresiva y rotunda luego de la derrota en la Guerra del Pacífico, en la figura de González Prada, quien enfila sus ataques contra las clases dominantes (De Gregori, 1978, p.34). Pero, además, la Guerra del Pacífico tuvo otra consecuencia de larga duración: la especial relación que, a partir de entonces, han cultivado chilenos y peruanos.

Y ha servido también para aderezar un poco más la construcción de la nación a uno y otro lado de la frontera. En el caso peruano hacia Chile, la situación tiene dos componentes: primero, de revancha, de enemistad, de desconfianza hacia un país visto no solo como agresor, sino como amenaza permanente.

La indefinición de Tacna y Arica durante 50 años, tiempo en que Chile estuvo tratando de adueñarse definitivamente de ambas, según la óptica peruana, hizo que las heridas de la guerra perduraran por muchos años más. José Rodríguez Elizondo, periodista, abogado y exdiplomático, gran conocedor de Perú, país en el que vivió casi una década trabajando en importantes medios como Caretas, nos dice que: Cuando llega la guerra, el Perú consolida una percepción de monocausa, porque los países tienden a simplificar la historia.

  • Y sobre todo luego de una guerra fratricida entre dos países vecinos queda muy claro en la percepción iconográfica cultural, mejor dicho de los pueblos, que hay una sola causa de esto, y esa es Chile.
  • Entonces, todo el rencor se sintetiza en Chile.
  • De ahí viene el calificativo que merece la guerra con Chile de ‘guerra infausta’, calificativo que no tienen las otras guerras que enfrentó el Perú.

Además, Perú perdió mucho más territorios con Brasil que con Chile (comunicación personal, 15 de junio de 2011). El segundo componente es el de espejo, de admiración. Según lo que indican los distintos autores consultados, en conjunto con los distintos entrevistados, para Perú, Chile siempre ha sido una suerte de referente.

Se ha rescatado la experiencia histórica de Chile, el rol de su clase política, su desarrollo institucional, su relativamente exitosa integración, construcción nacional y en los últimos años su despegue económico. Sobre este último punto, basta recordar que al asumir el mando, el ex-presidente peruano Alan García subrayó que su país superará económica y socialmente a Chile a mediano plazo ( La Tercera, 14 de mayo de 2008).

Una muestra más de que Chile es concebido como principal referente y principal rival, al mismo tiempo. Rodríguez Elizondo, en su libro Chile-Perú: el siglo que vivimos en peligro, asegura que la Guerra del Pacífico fue un asunto muy especial, “en cuanto fue propinado por los remotos provincianos del sur, por los descendientes de quienes habían recibido con temor o respeto a los chasquis del inca, los curacas del conquistador y los enviados del virrey” (J.

Rodríguez, 2004, p.23). El autor plantea que el tema de la guerra fue un trauma para Perú, país que a partir de entonces inició una dolorosa autoflagelación. Lo grave —dice— fue que, a poco andar, se convirtió en clave unívoca para la interpretación histórica. Como tal se desarrolló durante todo el siglo XX, transmitiendo amargura a la posteridad y ocultando verdades molestosas () La ecuación final indujo, entonces, a una historia oficial que equilibraba la previa subestimación de los chilenos con el rencor por la guerra perdida (J.

Rodríguez, 2004, pp.23-24). Señala además, que el imaginario peruano terminó convencido de que las armas chilenas: Fueron el factor maligno absoluto de la historia del Perú. Desde tal enfoque, la Guerra del Pacífico emergía como la madre de todas las guerras —‘la guerra infausta’ por antonomasia— y los chilenos asumieron el rol de ‘el enemigo de siempre’ (J.

  • Rodríguez, 2004, p.24),
  • El historiador Joseph Dager, doctor en Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile y director del Archivo Histórico de Lima, sostiene que: Mi percepción es que, querámoslo o no, aunque nuestras relaciones no se inician con la guerra, al final la percepción que hoy tenemos del otro siempre va a terminar en la guerra.

Y mi percepción es porque en el fondo ninguno de los dos consideramos a la guerra como un hecho del pasado. Creo que Chile no termina de darse cuenta que la guerra ya pasó y que por lo tanto no es el país ganador. Fue el país ganador, y ¿quién va a negar que ganara la guerra y cómo la ganó? Pero a veces hay ciertas actitudes, que este diplomático chileno (José) Rodríguez Elizondo definía como actitudes de soberbia frente al Perú, que reflejan que en el fondo se siguen sintiendo ganadores de la guerra, o ciertas actitudes demasiado susceptibles de nuestro lado que, en el fondo, podrían demostrar que seguimos sintiéndonos perdedores de la guerra.

  • Y sin duda, uno ganó y el otro perdió, pero ya fue (comunicación personal, 25 de agosto de 2010).
  • Cristóbal Aljovín de Losada es historiador de la Pontificia Universidad Católica del Perú y doctorado por la Universidad de Chicago (1996).
  • Él nos dice que el factor Chile es: Bastante importante a partir de la Guerra del Pacífico, no antes.

A partir de la Guerra del Pacífico la elite criolla peruana y ciertos sectores populares pensaron el país a partir de la derrota y constantemente nos estamos mirando frente a Chile. Está esa idea de que Chile tiene una identidad nacional más fuerte que el Perú, entre otras.

Antes de la guerra, no. Durante y después de la guerra, la nación peruana se define en relación a la chilena (comunicación personal, 28 de agosto de 2010). Aljovín de Losada destaca uno de los hechos menos recordados por la historiografía chilena, con algunas excepciones como el historiador Sergio González (2008): el asunto de Tacna y Arica y el intento de chilenización llevado a cabo por las Ligas Patrióticas en esa zona.

El artículo tercero del tratado de Ancón 4 estipulaba que (el asunto de) Tacna y Arica se tenía que resolver a través de un plebiscito, y la negociación duró entre 1883 a 1929. Fueron décadas y décadas en que el Perú consideró que la guerra fue muy injusta y diversos sectores consideraron que Chile estaba jugando sucio en las negociaciones.

Es una suerte de tratado de Versalles que no cerró bien el debate. Entonces, no solo es la guerra, sino también el proceso de negociación de Tacna y Arica, son 40 años en que cada semana salían anuncios con parte de la negociación. El artículo tercero es muy claro y dice que tenía que organizarse un plebiscito a los diez años y nunca se organizó.

Y toda la política exterior del Perú estaba orientada a la recuperación de Tacna y Arica. Te darás cuenta de esa dimensión, no fue una guerra que se cerró, sino que continuó hasta 1929. Entonces, son dos factores: la guerra y todo el proceso de negociación pos-Tratado de Ancón.

Es importante conjugar las dos cosas para entender cierta cultura antichilena del Perú (comunicación personal, 28 de agosto de 2010). Julio Cotler, afamado y prestigioso sociólogo del Instituto de Estudios Peruanos, nos cuenta que: Desde la gran derrota, para los grupos intelectuales fue siempre la confrontación: por qué Chile sí y Perú, no.

Chile había sido una capitanía perdida, un país chiquito. En cambio, nosotros habíamos sido la capital del imperio, la capital del virreinato, y con la guerra recién vinieron a hacer el descubrimiento de que ahí en Chile hubo una clase (social alta) y aquí no la hubo.

Que aquí esto era una masa amorfa, allá en Chile había una cuestión orgánica, hubo Estado (comunicación personal, 7 de septiembre de 2010). El trauma de la derrota indujo a los peruanos a buscar explicaciones que les permitieran comprender tamaña catástrofe. Y el fantasma de Chile y su devenir se hicieron presentes como antagonista y referente: Permanentemente la gente te va a hablar aquí de (Diego) Portales.

Allá hay Estado, yo mismo lo digo, he puesto tantos ejemplos de la vida cotidiana, del respeto a la autoridad, a las reglas. No es el país perfecto, pero de que relativamente hay cosas que forman parte de una vida republicana, estatal, mientras que acá no.

Entonces toda la vida ha habido esa confrontación. Por un lado es el país que nos derrotó, que siempre nos gana, es el país que nosotros aspiramos a ser. Lo tienes a Alan García, que dijo que hay que seguir los pasos, hay que ser como ellos. Entonces, hay cierta ambivalencia (comunicación personal, 7 de septiembre de 2010).

Eduardo Toche, historiador, investigador y analista político del Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo del Perú, dice que: En efecto, la Guerra del Pacífico es el punto fundante del Perú moderno. Tenemos, si nos ponemos a hacer un esquema, a Chile como el punto de referencia hacia afuera, sí lo es.

La guerra fue una cuestión de si podías sensibilizar fibras patrióticas en un país, bien difícil de movilizarlas por sus características. Todos se sienten de alguna manera identificados con una amenaza, y la amenaza se configuró por este sentimiento de los sectores dirigenciales que es volcada hacia el sistema educativo.

En la educación eso se cultivaba y lo que se transmitía era esto, aquí hay una herida y una cuestión por saldar (comunicación personal, 3 de septiembre de 2010). Por su parte, José Robles Montoya, oficial de Ejército®, máster en Administración de Empresas, analista de seguridad y defensa nacional, autor de “De la disuasión a la cooperación: dos siglos en la relación Perú-Chile”, publicado por la revista Fuerzas Armadas y Sociedad, en 2006, sostiene sobre el papel de Chile en la construcción de la nación en Perú que: Lo de Chile, más que una construcción, ha sido un pretexto que se ha utilizado para invocar nacionalismos.

  1. A mediados de la década de 1910 la idea de Chile como principal responsable de la creación de la nación peruana dejó de tener fuerza, salvo en Tacna.
  2. En Tacna todavía mantiene algún que otro hijo de plebiscitario que tiene enraizada esa traición.
  3. Ya después de las tres primeras décadas después de la guerra el problema de Chile se empezó a utilizar como pretexto.

Creo que Chile fue después de los años 50 el pretexto para aglutinar, que cada vez tiene menos resultados porque la gente está pensando, estamos comenzando a ver que no solamente es una cuestión de entrarnos a trompear (comunicación personal, 2 de septiembre de 2010).

La Guerra del Pacífico demostró, además, que Perú tampoco poseía un proyecto nacional coherente. Desde entonces, el contraste con Chile ha sido permanente, ya que Perú empezó a ver a nuestro país como un territorio pequeño, pobre y lejano, pese a lo cual tuvo la virtud de encontrar un rumbo fijo, apuntar hacia él y conseguir sus objetivos.

Eusebio Quiroz Paz-Soldán lo expresa de manera muy diáfana: Chile mostró una sólida coherencia entre sus propósitos estratégicos y políticos con la forma como conducía la guerra, esta, como desenvolvimiento militar, apoyaba en última instancia, los propósitos políticos, vale decir, el expansionismo territorial y la hegemonía marítima.

  • Con esto Chile llevó adelante la guerra.
  • En cambio el Perú no tuvo, en esos críticos momentos, la necesaria unidad, el proyecto nacional, un plan que coordinara la conducción política, los objetivos nacionales y la acción internacional (1984, p.31).
  • ¿Qué serían estos objetivos nacionales? El propio Quiroz Paz-Soldán nos da una pista: Un país no puede avanzar hacia la consecución de su destino si no tiene metas, propósitos, objetivos, planes.

Sin brújula orientada no se llega a ningún punto; de la misma suerte un país a la deriva, sin definir sus objetivos, tampoco marcha seguro, a ninguna parte. El plan guía y marca rumbos (1984, p.31). Miguel de Althaus nos da otra clave para entender por qué Chile se constituye a partir de entonces en un elemento tan importante para la vida peruana: La guerra con Chile tiene especial importancia en el desarrollo de la nacionalidad.

Es una guerra con características que en el Perú no tenía precedentes porque involucra más que ninguna otra a las distintas capas de la población. La derrota del ejército regular obliga a la conformación apresurada de regimientos de civiles de los más diversos estratos sociales y de las edades más variadas que se explica por la existencia de una identidad nacional que defender.

La ocupación de Lima y de distintos valles de la costa por el ejército chileno, y sus incursiones a la sierra produjeron entre distintos pueblos la aversión al extranjero como símbolo y saqueo. Pero allí también se reveló la debilidad del Estado peruano como forjador de una nacionalidad que incorpora a pueblos cuando percibimos la adhesión de los maltratados culíes chinos al ejército, y la diversa participación de la población de la sierra, todavía no bien estudiada, entusiasta con Cáceres, otras veces indiferente sin él (1979, p.227).

Carmen Mc Evoy no se queda atrás y sostiene que, Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la derrota frente a Chile fue el peor revés que sufrió el país luego de su destructiva guerra por la independencia () En pocas palabras, las bases económicas, políticas, ideológicas e incluso geográficas del sueño republicano fueron erradicadas violentamente por la secuela de destrucción física y moral que dejó la guerra (1997, p.252).

El hecho de que la guerra —justamente con Chile— haya provocado el gran colapso peruano del que hablaba Bonilla ha hecho que, especialmente las elites peruanas, tengan una fijación con Chile, no tanto por revanchismo, sino más bien por una mezcla de admiración y referencia.

  • El hecho de que esto haya surgido de la guerra le da a este sentimiento un cariz amargo, que suele verse como revanchista.
  • Al ver que Chile es un país suficientemente organizado, estructurado, coherente, con un objetivo y un discurso, los peruanos han estado desde entonces buscando su propio camino chileno, su propia creación de proyectos, objetivos, idearios y sentidos comunes, que les llevarán a un estadio de desarrollo superior.

En Perú, la máxima es algo así como “Si Chile lo hizo, ¿por qué nosotros no?”, en un lejano resabio de la superioridad virreinal ante la humildad de la lejana colonia sureña. Nuevamente Quiroz Paz Soldán: El proyecto nacional —del que hablamos— no es circunstancial, no es tampoco un asunto de emergencia, se trata de un proyecto orgánico, complejo, que integra los aspectos fundamentales de la existencia del país con la mira principal de conseguir la unidad nacional y la de trabajar alrededor de objetivos esenciales cuya consecución debe ser interés de todos los peruanos (1984, p.32).

Heraclio Bonilla, haciéndose parte de quienes piensan que la guerra con Chile significó para Perú el inicio de su camino moderno, dice: La forma como el Perú se “reconstruye”, es decir el nuevo alineamiento interno de sus diferentes fuerzas sociales, así como la nueva naturaleza que reviste su inserción en el mercado internacional, hace de los años inmediatos de la posguerra el punto de partida del ordenamiento del Perú contemporáneo (1980, p.223).

Julio Cotler sostiene que hoy Chile: Para la gente, cierta intelectualidad, ciertos políticos, es una presencia. Para otra gente es la amenaza. Hay un rechazo muy fuerte porque se ve como una amenaza, que se quieren agarrar Arequipa, que porque no tienen agua se van a querer agarrar el lago Titicaca () El mundo de la fantasía y el temor está permanentemente ahí.

Al mismo tiempo, es la envidia para unos y, para otros, el modelo a seguir. Si los militares dicen ‘un general en Chile gana el doble al de acá’, ‘en Chile hay esto, aquí no’, ‘en Chile esto otro’. Siempre el punto de referencia y al mismo tiempo el punto de contra (comunicación personal, 7 de septiembre de 2010).

Cotler establece que, de no haber existido la Guerra del Pacífico, nuestro país sería igualmente visto como referente para Perú : La institucionalidad chilena es lo que todo el mundo añora. Porque no es únicamente al nivel del Estado ni las cosas militares, es la vida cotidiana.

Chile es un modelo a seguir, para el sector empresarial, el sector político, el Apra, es un modelo a seguir. Estabilidad institucional, inversiones extranjeras, etc. (comunicación personal, 7 de septiembre de 2010). Joseph Dager dice que: Chile, dentro de la construcción del imaginario popular peruano, es siempre un referente.

Lo ha demostrado el mismo presidente (Alan) García. En su campaña presidencial, una de las cosas que decía con mucha reiteración era que él quería que el Perú fuera mejor que Chile. Lo cual está muy bien, ¿quién puede decir que un deseo de esa naturaleza esté mal? Pero obviamente no tiene el mismo impacto decir ‘quiero que el Perú sea mejor que Chile’ que decir ‘quiero que el Perú sea mejor que Brasil’, aunque Brasil esté mejor, o ‘mejor que Suiza’.

Si vamos a ser mejor que Chile la cosa es un poco diferente. Chile está mucho más presente en la construcción de este imaginario nacional. No es un constructor, no contribuye a la edificación nacional, pero digamos que la guerra, la ocupación posterior, el haberse quedado con territorios, la misma soberbia, hacen que en el discurso ideológico-político nacionalista del XIX y de hoy la variante de Chile siempre está ahí.

Es un tema que, tanto en el Perú como en Chile, rinde frutos. Zanjar, arreglar totalmente el problema con Chile, nos haría perder un motivo, y creo que a Chile también. Creo que es fundamentalmente por eso por qu é se han dejado pendientes algunas cosas (comunicación personal, 25 de agosto de 2010).

  1. Cristóbal Aljovín de Losada insiste en el aspecto referencial que Chile ha tenido para Perú, especialmente respecto a su formación institucional.
  2. Ha habido varios momentos en que el Perú vio a Chile como un prototipo.
  3. La lectura del siglo XIX es por qué el Perú no tuvo un Portales.
  4. Esa estabilidad decimonónica chilena.

Lo que es verdad es que Chile ha implicado una serie de transgresiones en torno al Perú, obviamente con fuerte antichilenismo, pero con mucha admiración también (comunicación personal, 28 de agosto de 2010). Chile y la Guerra del Pacífico: entre la soberbia y el mito de la nación guerrera La Guerra del Pacífico tuvo lugar entre 1879 y 1883.

Para Chile significó un antes y un después en la definición propia, la autoconcepción e identidad nacional, y condicionaría desde entonces la relación con peruanos y bolivianos. Una de sus primeras consecuencias fue la incorporación definitiva de los sectores populares como actores de esta construcción, aunque siempre dentro de la lógica de la elite.

Se necesita por de pronto integrar en la idea de nación además de los sectores medios al pueblo, al “roto”, que ha sido uno de los artífices del triunfo (en la Guerra del Pacífico) () Todo ello conforma un clima que estimula la reelaboración de la identidad nacional en una perspectiva de cohesión e integración social.

  1. Una identidad que permite sumar aunque sea simbólicamente a los sectores medios y populares, incluso a los indígenas, y que permite también corregir el imaginario liberal de ciudadanos que no eran tales (Subercaseaux, 2010, p.71).
  2. Después de la victoria surgió el roto chileno como elemento identificador de los sectores populares, al mismo tiempo que Perú pasaba indirectamente a formar parte del imaginario como un otro, que sustituyó desde ese momento a España como la “nación enemiga” por antonomasia, y que junto al pueblo mapuche (el ‘otro’ interno) ayudó a apuntalar el diferenciador del ‘nosotros’.

En los casos de Chile y Perú ha sido la guerra, a falta de otro elemento identitario de mayor profundidad histórica y social, lo que ha contribuido a generar este espacio colectivo llamado identidad y nación. Para América Latina este aserto cobraría una relevancia fundamental, en la medida que ante la ausencia de un capital histórico necesario para fundar las naciones en el siglo XIX, las guerras posibilitarían precisamente una ‘solución iconográfica’ para crear un sentido de comunidad, generando un lazo de pertenencia a un cuerpo social mayor —la nación—, definida también por oposición a ese ‘otro’ que se combate (Cid, 2009, p.233).

  • Además de la integración forzada de la nación en casos de guerra, la visión del otro toma una dimensión aún mayor.
  • La nación se reunifica a sí misma, provocando o acentuando la exclusión de la otredad,
  • Así llegamos a un enfrentamiento de un nosotros frente a un otro, que juega un papel capital en la construcción de los estereotipos y sus elementos simbólicos y discursivos.

La autoimagen y la imagen del otro, en un contexto bélico, son importantísimas en las representaciones nacionalistas de las guerras. El Estado socializa una serie de discursos e imágenes cuyo papel es justificar y ennoblecer las causas del conflicto, apelando a la emotividad de la sociedad.

Para Bernardo Subercaseaux, la Guerra del Pacífico es: Sin duda la mitología retrospectiva más importante del Chile moderno. Probablemente más significativa, incluso, que la Independencia. Una fuente de patriotismo que nutre desde la lira popular hasta los ritos y conmemoraciones cívicas y militares. Es también el tema de uno de los mayores éxitos radiofónicos y editoriales del siglo XX: el radioteatro “Adiós al S éptimo de L ínea”, y la novela homónima, de Jorge Inostroza.

La Guerra del Pac í fico, ha devenido, por ende, un ícono de lo nacional-popular en sentido gramsciano, de allí que sea posible llamarla la ‘guerra de Chile’ (1997, p.197). Subercaseaux analiza al respecto la obra de Gonzalo Bulnes sobre la Guerra del Pacífico, en la que llama la atención por su afán nacionalista aristocrático.

Señala que Bulnes olvidó algunos detalles importantes del conflicto, como el reclutamiento forzoso de niños y presos, las disputas internas en el seno de las tropas nacionales, enfermedades venéreas, deserciones y fugas, alcoholismo, los abusos varios cometidos por las tropas, el saqueo de la Biblioteca Nacional de Lima y el abandono de muchos excombatientes.

La Guerra del Pacífico es para Bulnes: Una guerra de la nación en armas (lo que se ‘dice’ pero no se ‘muestra’), conducida por la elite, por miembros de las familias patricias a quienes el historiador le otorga casi todas las medallas. Ahora bien, los rasgos con que se describe a estas figuras apuntan a la sobriedad, al espíritu de trabajo y sacrificio de la antigua aristocracia del viejo Chile (Subercaseaux, 1997, p.201).

  • Destaca que Bulnes se hizo eco de aquel mito sobre la excepcionalidad de Chile.
  • Utilizando una visión etnocentrista, Bulnes haría homenaje a una supuesta “superioridad de la historia de Chile” respecto a peruanos y bolivianos: “Lo que venció al Perú —dice— fue la superioridad de una raza y la superioridad de una historia: el orden contra el desorden: un país sin caudillos contra otro aquejado de este terrible mal” (Subercaseaux, 1997, p.201).

La importancia de la guerra es que activa, por primera vez, una idea de una supuesta raza chilena. La emergencia y uso de la categoría ‘raza chilena’ en un determinado momento histórico del país puede explicarse por distintos factores. Con la Guerra del Pacífico y más tarde con el Centenario, la ‘emocionalidad de la patria’ se reactiva y requiere de alguna instancia para productivizar una mayor cohesión social (Subercaseaux, 1997, p.202).

En este punto debemos hacer referencia a las teorías del nacionalismo étnico de Walker Connor, quien en su texto Etnonacionalismo hace un análisis de la identidad nacional en torno a su esencia psicológica y emocional, que según él tiene un valor fundamental en la identidad colectiva nacional. “La esencia de una nación no es tangible —dice— sino psicológica.

Es una cuestión de actitudes y no de hechos” (Connor, 1998, p.45). Una comunidad necesita sentirse parte de un todo, necesita creer que forma parte de una comunidad particular y definida, diferente del resto no solo en su tangibilidad, sino también en su esencia espiritual.

  1. Un requisito para la existencia de la condición de la nación es la idea o creencia popular en que el propio grupo es único, especial, en un sentido muy vital.
  2. Cuando no se da esta convicción popular, el colectivo no pasa de ser un grupo étnico () la nación no existirá en tanto en cuanto una proporción elevada de sus miembros no sean conscientes de su diferenciación (Connor, 1998, p.45).

La idea de la raza chilena, construida en parte a la diferenciación con un otro como Perú, es un elemento clave en la identidad nacional chilena y constituye ciertamente un elemento emotivo de esta identidad y su particularidad: Siendo así que la esencia de la nación es una cuestión de actitudes, las manifestaciones tangibles de la diversidad cultural solo son relevantes en la medida en que contribuyen a crear un sentimiento de particularidad () Así pues, el factor esencial para determinar la existencia de una nación no son las características tangibles de un grupo, sino la imagen que este se forma de sí mismo (Connor, 1998, p.45).

El sentimiento de particularidad en el caso chileno tiene, pues, en el otro, en Perú, su definición propia. Este elemento clave, de ser realmente comprendido y asimilado, nos permitirá, según creemos, comprender gran parte de la enmarañada madeja que han sido desde entonces las relaciones chileno-peruanas.

Comprender esto será trascendental para plantear a futuro nuestras relaciones con el vecino. La incorporación violenta de nuevos territorios al país, como las provincias del norte luego de la Guerra del Pacífico y de la Araucanía después de la intervención armada del Ejército en la zona, hicieron posible el surgimiento de una definición política de un nacionalismo y de una nación en términos geopolíticos, que hasta ese momento solo había sido advertido por muy pocos.

  1. El territorio es la base material que distingue y separa políticamente a la nación de sus vecinos.
  2. El territorio tiene, por ende, un significado moral, político y hasta metafísico.
  3. En esta perspectiva hay que entender la preocupación constante por resaltar la Guerra del Pacífico y por los problemas limítrofes pendientes, o el propósito de un discurso que buscó chilenizar como ciudadanos a los mapuches (Subercaseaux, 1997, p.118).

La Guerra del Pacífico ratificó lo que el sociólogo Jorge Larraín ha llamado la “versión militar-racial” de la identidad chilena. Para nosotros es simplemente una reactualización, una relegitimación de la supuesta identidad guerrera de Chile, país heredero de la Guerra de Arauco y que se habría formado al alero de una constante atm ó sfera militar.

Larraín explica que la influencia de la visión militar en la identidad chilena tiene una relación directa con la educación. Para nosotros, en el caso chileno ambas han sido las principales herramientas del Estado en esta empresa: La versión militar de la identidad chilena ha tenido una representación destacada en la enseñanza de la historia en las escuelas y colegios de Chile hasta muy recientemente () la guerra de Arauco, la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana y la guerra del Pacífico figuran como tres hitos decisivos en la formación de la identidad chilena.

En especial el texto de (Francisco) Frías Valenzuela, en el que se formaron generaciones de estudiantes chilenos, reafirma la idea de que la guerra de Arauco conformó una identidad en que sobresalen los valores de resistencia, valentía y sobriedad. Las dos guerras posteriores habrían sido cruciales para consolidar nuestra unidad territorial y nacional, pero además reflejarían el triunfo de la identidad chilena sobre otras identidades.

La afirmación de la identidad chilena pasó necesariamente por la derrota del enemigo (2001, pp.156-157). Este punto es muy importante de destacar ya que siempre en la construcción de la identidad existe un ‘otro’ por medio del cual apuntalar el nosotros, Y este otro puede ser un opuesto referencial (del que podemos aprender) o negativo (que signifique una amenaza).

La identidad chilena se ha ido formando, así, a través de unos ‘otros’ que han jugado el rol de diferenciadores de lo chileno, pero también de espejos dependiendo del caso. Entre los espejos, el primero de ellos fue España, la madre patria que “durante más de tres siglos fue nuestro ‘otro’ más significativo, del cual dependeríamos hasta en los más mínimos detalles, y cuyas expectativas políticas, culturales y religiosas llegaron a ser nuestras propias autoexpectativas” (Larraín, 2001, pp.262-263).

A partir de la independencia, el rol de referente que había hasta entonces desempeñado España fue reemplazado por Inglaterra y Francia. Mientras Inglaterra pasó a ser un referente en el campo político-económico, la influencia francesa se hizo sentir con más fuerza en las letras y la cultura. Después de la Segunda Guerra Mundial son los Estados Unidos los que relevan a ingleses y franceses en el imaginario referencial, manteniendo esa posición de privilegio hasta hoy.

Por otro lado, en varios per í odos de la historia nacional, como en el siglo XIX con los mapuches, y durante la dictadura de Pinochet con la militancia de izquierda, existieron “enemigos internos oficiales” que jugaron el rol del ‘otro’, encarnadores de la ‘antipatria’ o ‘antinación’.

Son los ‘otros’ como oposición. En el caso del pueblo mapuche se desató una rivalidad profunda durante el siglo XIX que terminó con la invasión de la Araucanía por parte del ejército chileno, y que dejó para la posteridad desprecio, racismo y otros rasgos antimapuches en el pueblo chileno. Pero, sin embargo, son dos los elementos de oposición más destacados: Bolivia y Perú, los antiguos enemigos de la Guerra del Pacífico y que son, según Larraín, considerados desde entonces “los enemigos naturales de Chile”.

El sociólogo tiene al respecto una opinión clave para nuestro estudio: Frente a ellos el chileno medio tiene un sentimiento de orgullo y superioridad. Se les denomina despectivamente ‘cuicos’ (sic), y se tiene una pobre impresión de su capacidad y de su cultura.

  • El hecho de ser países con grandes mayorías indígenas, con una fuerte cultura autóctona no plenamente europea, reafirma el sentido racista y antiindígena, muchas veces bien camuflado, que existe en Chile.
  • Esta actitud se aprende ya en los colegios en el estudio de la historia (Larraín, 2001, p.265).
  • ¿Es Perú un ingrediente clave en la construcción de nuestra nacionalidad? Jorge Larraín cree que sí lo es.

Perú es para Chile el ‘otro’, aquel que es distinto a mí, a un nosotros. El Perú cumple ese rol para Chile, de constituir un elemento diferenciador, en donde el chileno puede verse a sí mismo. Es algo que sucede no solo con la nación, sino además con la religión, la política, el fútbol.

  • Además, es visto desde Chile como inferior, Chile se ve a sí mismo como superior ante el Perú (comunicación personal, 18 de abril de 2011).
  • Larraín hizo además una interesante precisión, que puede explicar el porqué de la tirantez del chileno —el ciudadano común o un miembro de la elite y la clase política— ante la sociedad peruana: En Chile hay mucho temor hacia el Perú, no por creer que ellos nos van a venir a ganar en una guerra, sino porque el ‘factor Perú’ hace que Chile siga teniendo algo pendiente, algo no resuelto.

Además, Chile ve al Perú como un factor revanchista, como un país que aún no supera el tema de la guerra. Lo dice el propio Ollanta Humala, por ejemplo (comunicación personal, 18 de abril de 2011). Concuerda con él Bernardo Subercaseaux, quien apunta al legado de la Guerra del Pacífico: de alguna manera la confrontación con el Perú en la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del siglo XX ha sido un foco de nacionalismo chovinista para Chile.

  1. Hay un racismo contra los peruanos y que se construye en esos momentos.
  2. Aparece Chile como un país de excepción en relación con el Perú.
  3. Estos problemas limítrofes y lo que pasó con las guerras han insuflado un ejército que se dice ‘jamás vencido’, y no fue verdad porque fue vencido en la época de Balmaceda.

Entonces, esa idea de victoria del ejército es falsa, y viene de una construcción identitaria del ejército en base a los problemas con el Perú. El Perú ha sido un factor en el chovinismo nacionalista que de alguna manera se prolonga hasta hoy (comunicación personal, 6 de mayo de 2011) Además, Subercaseaux apunta al interés de explotar esta situación de posguerra como un símbolo, utilizado como parte del disciplinamiento social: Hay una historia de la guerra chilena y otra peruana.

  • La historia peruana no está en el imaginario chileno. Cero.
  • Entonces, no tiene presencia positiva el Perú en Chile, es una presencia por descarte.
  • Lo vencimos, está al lado, es el ‘otro’.
  • Pero esa visión de ese otro no está internalizada ni siquiera en la historiografía chilena.
  • Porque cuando hay dos países en guerra, la visión del vencedor es la que prevalece, sencillamente eso.

Y esas son formas de disciplinamiento social también (comunicación personal, 6 de mayo de 2011). Recordemos que para el filósofo francés Michel Foucault, el disciplinamiento es un medio, es la generación de un lazo social que permite el control y la sujeción funcional de ciertos sectores para el mantenimiento de un cierto orden económico, político y social: El momento histórico de las disciplina es el momento en que nace un arte del cuerpo humano, que no tiende únicamente al aumento de sus habilidades, ni tampoco a hacer más pesada su sujeción, sino a la formación de un vínculo que, en el mismo mecanismo, lo hace tanto más obediente cuanto más útil, y al revés.

Fórmase entonces una política de las coerciones que constituyen un trabajo sobre el cuerpo, una manipulación calculada de sus elementos, de sus gestos, de sus comportamientos (2002, p.126). Concordamos con la visión de Foucault respecto a que el disciplinamiento social es una herramienta de los sectores más acomodados para imponer, por medio de distintos medios, una anatomía política o una mecánica del poder, como la define el filósofo francés, que le permitan mantener bajo su control a la sociedad.

Una ‘anatomía política’, que es igualmente una ‘mecánica del poder’, está naciendo; define cómo se puede hacer presa en el cuerpo de los demás, no simplemente para que ellos hagan lo que se desea, sino para que operen como se quiere, con las técnicas, según la rapidez y la eficacia que se determina.

La disciplina fabrica así cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos «dóciles». La disciplina aumenta las fuerzas del cuerpo (en términos económicos de utilidad) y disminuye esas mismas fuerzas (en términos políticos de obediencia). En una palabra: disocia el poder del cuerpo; de una parte, hace de este poder una ‘aptitud’, una ‘capacidad’ que trata de aumentar, y cambia por otra parte la energía, la potencia que de ello podría resultar, y la convierte en una relación de sujeción estricta.

Si la explotación económica separa la fuerza y el producto del trabajo, digamos que la coerción disciplinaria establece en el cuerpo el vínculo de coacción entre una aptitud aumentada y una dominación acrecentada (Foucault, 2002, pp.126-127). El discurso pos-Guerra del Pacífico se enmarca, para nosotros, en este ideario de dominación acrecentada, que a partir de entonces sirvió como discurso aglutinador y de identidad para la nación chilena, pero al costo de condicionar para siempre sus relaciones con Perú.

Subercaseaux concuerda que Perú no tiene importancia en el imaginario chileno más allá de esto, un símbolo poderoso, pero solo símbolo al fin y al cabo. Por lo tanto, su persistencia tiene explicación por la perduración de ese discurso nacionalista construido entre la Independencia y la época del Centenario.

Hay una persistencia de un discurso nacionalista añejo. No hay una puesta al día en un mundo que ha cambiado y que las cosas son diferentes, que el aquí y el allá son distintos. Y de Perú también, de América Latina prima un poco eso. El sentido de soberanía tradicional, nacionalista, estrecho.

  1. No se ve la perspectiva que desde el punto de vista económico la globalización, los mercados comunes permitan fortalecer.
  2. Cada uno trabaja por su cuenta (comunicación personal, 6 de mayo de 2011).
  3. En esto último coincide el historiador Eduardo Cavieres, cuando señala que el discurso nacionalista: Ha tenido una evolución, pero el gran problema histórico que tenemos, no solamente en Chile sino en América Latina, es que estamos utilizando estos lenguajes, símbolos y significados de estos conceptos desde el punto de vista del Estado nacional del siglo XIX, que es la gran diferencia que tenemos hoy día con la Unión Europea, que no ha perdido la soberanía que les compete a cada Estado, pero la han modificado en términos de sus aplicaciones.

Los Estados hoy día ceden soberanía cuando permiten el libre tránsito de las personas, moneda común, políticas económicas de Estado. En América Latina estamos hablando de un concepto de soberanía propio del siglo XIX, muy contradictorio porque hablamos de soberanía territorial, pero en Chile nuestros puertos están privatizados.

  1. Hace 50 años eso era imposible porque los puertos son posiciones estratégicas.
  2. Entonces, aquí hay un problema de que el Estado precisamente por el desarrollo que ha tenido ha sido bastante poco tolerable a cambios profundos en términos de su propia consistencia (comunicación personal, 29 de abril de 2011).

Además, le baja un poco el perfil al factor Perú como constructor de la nación en Chile, aunque no descarta su trascendencia, Para el historiador, el país vecino no tendría mucha importancia: Excepto desde el punto de vista de la alteridad o construcción de alteridades.

Y esto indudablemente tiene que ver con los alcances de la Guerra del Pacífico y todo el nacionalismo cultural del siglo XX, en el sentido de que para Chile ha sido bastante dificultoso, por una parte, tener los mismos problemas sociales que el Perú, pero por otro lado sentirse efectivamente victorioso en la guerra quizás más dura y de mayores proyecciones en torno al imaginario latinoamericano.

El sentirse victorioso (Chile indudablemente ganó la guerra) es una especie de carga histórica al revés. Es decir, como ganamos la guerra, tenemos que seguir siendo exitosos. Y eso ha significado que cuando pensamos a Perú o a Bolivia nos sintamos que no solamente hemos sido exitosos, sino que seguimos siendo más exitosos (comunicación personal, 29 de abril de 2011).

Lo notable de esta situación radica en el hecho de que, para nosotros, la Guerra del Pacífico refuerza la identidad nacional en el sentido de cumplir el rol de reactualizador moderno del mito militar que el país cultivó desde la independencia. Desde La Araucana, de Alonso de Ercilla, que la cuestión militar en Chile ha sido rescatada por el poder, reprocesada y acomodada a sus intereses y presentada a los demás sectores y actores sociales como parte fundamental de la chilenidad,

Para nuestro análisis, es la Guerra del Pacífico un torrente de símbolos que refuerzan este mito identitario militar. Más que Perú en sí, es la guerra, el conflicto, sus hazañas y desventuras lo que quedó para siempre en el imaginario colectivo nacional.

  • No por nada la cuenta presidencial se hace cada año los 21 de mayo.
  • Conclusiones La Guerra del Pacífico ha perpetuado un sinnúmero de desencuentros entre ambas naciones, que junto a la demanda permanente de un reconocimiento desde Perú para que Chile efect úe gestos, se mezcla con la visión chilena de un supuesto revanchismo peruano.

Así, cualquier avance queda subyugado por estos resquemores y desconfianzas. La guerra fue para Perú un verdadero cataclismo que sacudió las estructuras más profundas del país, provocando el colapso del Estado. Chile se ha transformado en un polo de atención en dos sentidos: ha pasado a ser visto como una amenaza para Perú.

  1. El revanchismo peruano es algo presente en la vida cotidiana de algunas personas y es un elemento para algunos grupos de poder con notable influencia en los medios y en la política.
  2. El simbolismo de la guerra está presente en todos los rincones del país.
  3. Y por cierto, eso terminó formando parte de la construcción de una religión civil.

El D ía de la Bandera es el 7 de junio (aniversario de la derrota en el Morro de Arica en 1880), mientras que el 8 de octubre (aniversario del combate en Angamos), es un día feriado en el Perú. Si bien es cierto que Chile es un país donde la derrota es fuente de memoria histórica emotiva, creemos que la carga de simbolismo es mayor en Perú, ya que, a diferencia de Chile, el efecto de la derrota le da a estas celebraciones peruanas un aire de rescate de la dignidad, antes que resaltar un heroísmo épico, en una gesta que terminó en victoria, como en el caso chileno.

  1. Por otro lado, Chile se ha convertido en un referente para Perú.
  2. Como señalaba Julio Cotler, Chile encarna lo que Perú siempre ha querido ser,
  3. La admiración sincera por la institucionalidad chilena; la añoranza de una figura como Portales; el paso de la antigua Capitanía General pobre, lejana y olvidada, a ser un interesante, aunque imperfecto, modelo de desarrollo, han hecho que los peruanos no puedan dejar de mirar al sur.

La cita del presidente Alan García de superar a Chile es toda una biografía. El papel de Chile, más que simbólico, ha terminado siendo referencial, que evoca lo peor de la historia peruana, pero al mismo tiempo una suerte de ejemplo de lo que el país es capaz de hacer.

  • En cuanto al rol del Perú como constructor de la nación chilena, debemos concluir que su papel ha sido importante, pero no decisivo.
  • El gran conflicto bélico del siglo XIX no dejó en Chile los grandes traumas que dejó en Perú.
  • El tema de la guerra se unió al discurso militar del cual hablaba Larraín (2001), actualizándolo, reinventándolo y dándole un cariz diferente.

El antiguo mito del chileno hijo del español y mapuche, en medio de la Guerra de Arauco, que legó la virilidad, entrega, sacrificio y esfuerzo por un ideal mayor (en este caso la patria), quedó de manifiesto en la conflagración de 1879. La guerra apuntaló el discurso nacional militar chileno, que había estado presente a través de La Araucana por medio de la educación y la transmisión de los medios.

  1. El roto chileno fue ensalzado, a contrapunto del cholo y el indio peruano, y según este discurso Perú pasó a ser, a ojos de los chilenos, el otro débil, cobarde, derrotado, incapaz de defender su rica tierra ante las implacables armas de un pueblo pobre, pero joven y aguerrido.
  2. La larga duración del asunto Tacna y Arica dilató el fin del conflicto por décadas, arrastrando esa visión por años debido a la necesidad de mantener el país cohesionado en previsión de un nuevo conflicto con el Perú.

La carga emotiva, emocional y propagandística de ese hecho, en momentos en que la intelectualidad chilena reevaluaba la idea de nación, incorporando un discurso étnico o de raza, terminó por consagrar esa negativa visión de Perú y otorgarle un papel especial en la idea de nación que tenemos los chilenos.

Esa idea mutó en un sentimiento de arrogancia. Se trató de una autopercepción de máximo orgullo que, combinada con las necesidades de mantener lo recientemente ganado por las armas, fue reforzado por el Estado chileno. Para nosotros esa es la razón de que Perú, país que no juega un rol de referente para Chile, sí hace el papel del símbolo.

Además, el mismo derrotero histórico chileno hace que mantenga una postura reactiva frente a Perú, que al mismo tiempo —como señaló Larraín (2001)— tiene mucho de temor, temor a reevaluar lo ganado, a perderlo. Sería de una tremenda importancia para el futuro de ambos países superar estos discursos y visiones antagónicas que impiden un desarrollo mutuo, cooperación activa, la creación de una cultura de la paz que contribuya a un mejor aprovechamiento de los recursos y la constitución de ejes de acción mutuos en todos los ámbitos, desde la política hasta el deporte y la cultura.

  • Chile y Perú no solo tienen una historia de desencuentros, sino también de cooperación, apoyo y hermandad.
  • Ya que hemos hasta ahora propiciado lo primero, quizás sea hora de enfatizar lo segundo.
  • Notas * Este artículo es resultado de la tesis de Magíster en Estudios Internacionales, en el Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, 2011, titulada “Chile y Perú: cómo la idea de nación y los imaginarios condicionan la relación vecinal.1883-1980”,1 La Guerra del Pacífico fue un conflicto bélico que entre 1879 y 1883 enfrentó a Chile con el Perú y Bolivia a causa, en primera instancia, de los límites entre Chile y Bolivia; la existencia de un tratado secreto de alianza entre Bolivia y el Perú y los grandes depósitos salitreros de Antofagasta y Tarapacá.

El conflicto terminó con la victoria chilena, que anexó los territorios en disputa, ocupó Lima y el Perú por tres años y mantuvo bajo su soberanía a Tacna y Arica hasta 1929. Bolivia perdió Antofagasta y su salida al mar, mientras Perú cedió Tarapacá y, hasta 1929, Tacna.2 La Expedición Libertadora fue una operación militar argentino-chilena que tuvo por misión la independencia del Perú.

Estuvo bajo el mando del general José de San Martín, formada por tropa argentina y chilena y financiada casi completamente por Chile.3 Conocida como Guerra del Pacífico en España, fue una contienda bélica que enfrentó a Chile y Perú aliados frente a España entre 1865 y 1866. La causa del conflicto fue la ocupación de las islas peruanas de Chincha por parte de España, que motivó la alianza chileno-peruana, la cual contó con el apoyo político de Bolivia y Ecuador.

El conflicto terminó con la retirada de las tropas españolas.4 El Tratado de Ancón, firmado entre Chile y el Perú el 20 de octubre de 1883, puso fin a la Guerra del Pacífico. Entre sus disposiciones estipuló que Chile se quedaba a perpetuidad con la provincia de Tarapacá, y que Tacna y Arica lo estarían por un período de diez años, al cabo de los cuales se debería realizar un plebiscito que decidiera su suerte.

El plebiscito nunca se realizó y Chile mantuvo bajo su soberanía a ambas ciudades hasta el Tratado de 1929, que devolvió Tacna al Perú y ratificó la soberanía chilena en Arica. Referencias Aljovín de Losada, C. (28 de agosto de 2010). Historiador de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Comunicación personal.

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¿Cuántos barcos perdió Inglaterra en la Guerra de las Malvinas?

— Buques británicos hundidos por los argentinos (omitimos los averia- dos): seis (HMS Sheffield, HMS Coventry, HMS Ardent, HMS Ante- lope, RFA Sir Galahad y Atlantic Conveyor).

¿Cuántos se suicidaron después de la Guerra de las Malvinas?

Si se considera que hay 14.000 sobrevivientes de la Batalla por las Islas Malvinas, y se tienen en cuenta los datos provistos por los veteranos acerca de que se cometieron 350 suicidios, la tasa resultante es de 108,7 cada 100.000 habitantes.

¿Cuántos aviones perdieron los ingleses en la Guerra de Malvinas?

Barcos –

Reino Unido

Fuerza Nombre Tipo Clase Situación
Marina Real británica ​ ​ HMS Sheffield (D80) Destructor Tipo 42 Hundido o destruido
HMS Coventry (D118) Destructor Tipo 42 Hundido o destruido
HMS Ardent (F184) Fragata Tipo 21 Hundido o destruido
HMS Antelope (F170) Fragata Tipo 21 Hundido o destruido
Foxtrot 4 del HMS Fearless (L10) Landing Craft Utility LCU Mk.9 Hundido o destruido
HMS Invincible (R05) ( según versiones ) ​ Portaaviones ligero Clase Invincible Averiado
HMS Glasgow (D88) ​ Destructor Tipo 42 Averiado
HMS Antrim (D18) Destructor Clase County Averiado
HMS Glamorgan (D19) Destructor ​ Clase County Averiado
HMS Alacrity (F174) Fragata Tipo 21 Averiado
HMS Arrow (F173) Fragata Tipo 21 Averiado
HMS Broadsword (F88) Fragata Tipo 22 Averiado
HMS Brilliant (F90) Fragata Tipo 22 Averiado
HMS Argonaut (F56) Fragata Clase Leander Averiado
HMS Plymouth (F126) Fragata Clase Rothesay Averiado
Real Flota Auxiliar ​ RFA Sir Galahad (L3005) Landing Ship Logistics Clase Round Table Hundido o destruido
RFA Sir Tristram (L3505) ​ Landing Ship Logistics Clase Round Table Hundido o destruido
RFA Sir Lancelot (L3029) Landing Ship Logistics Clase Round Table Averiado
RFA Sir Bedivere (L3004) Landing Ship Logistics Clase Round Table Averiado
Marina Mercante británica ​ British Wye Petrolero n/a Averiado
SS Atlantic Conveyor Portacontenedores n/a Hundido o destruido

De acuerdo a la Fuerza Aérea Argentina, los británicos sufrieron las siguientes pérdidas: ​

  • 80 aeronaves derribadas o destruidas
  • 8 buques hundidos o destruidos
  • 11 buques averiados de consideración
  • 11 buques averiados

Según las fuentes oficiales británicas se produjo la destrucción de:

  • 6 aviones BAe Sea Harrier FRS.1
  • 4 Harrier GR.3
  • 3 helicópteros Chinook HC.1
  • 5 helicópteros Sea King HC.4/HAS.5
  • 9 helicópteros Wessex HAS.3/HU.5
  • 3 helicópteros Lynx HAS.2
  • 3 helicópteros Gazelle AH.1
  • 1 helicópteros Scout AH.1

De éstos, 5 Harrier/Sea Harriers y 18 helicópteros fueron destruidos por acción enemiga. ​ Otro Harrier GR.3 fue dañado por metralla de la artillería antiaérea, lo cual le provocó un incendio durante su descenso en el portaaviones Hermes y no volvió a tomar parte en el conflicto.

  1. ​ En lo que hace al componente naval de la Task Force, fueron hundidas o destruidas 7 naves de distinto porte (2 Destructores Tipo 42, 2 Tipo 21, 1 buque portacontenedores, 1 buque logístico y una lancha de desembarco), todas ellas víctimas de ataques aéreos.
  2. Dos destructores y dos fragatas fueron dañados al punto de ser retiradas del teatro de operaciones por el resto de la guerra.

Por su parte, los argentinos reconocen la pérdida de 100 aviones y helicópteros durante el conflicto, incluyendo las pérdidas por derribo, destrucción en tierra, accidente y captura por el enemigo.

¿Qué conflicto tuvo Argentina con Chile?

Existen desacuerdos sobre la neutralidad en el punto de vista de la versión actual de este artículo o sección.

Misa en conmemoración de la mediación papal por el Beagle La crisis entre Argentina y Chile de 1978 fue una situación de riesgo de guerra entre Argentina y Chile que sucedió entre los años 1977 y 1979 a raíz del laudo arbitral británico, La mediación papal en el conflicto del Beagle solucionó la crisis. Los países acordaron el Tratado de Paz y Amistad en 1984.

¿Por qué se llama Canal de Beagle?

El nombre Beagle le fue dado en homenaje al buque británico HMS Beagle, que realizaba un estudio hidrográfico de las costas de la parte austral de América del Sur entre 1826 y 1830, integrando la expedición que estaba al mando de Phillip Parker King.

¿Quién es dueño de la isla Lennox?

Isla Lennox
Ubicación geográfica
Archipiélago islas del canal de Beagle del archipiélago de Tierra del Fuego
Coordenadas 55°14′09″S 66°57′00″O  /  -55.23583333, -66.95
Ubicación administrativa
País Chile
División Cabo de Hornos
• Región • Provincia • Comuna Magallanes y la Antártica Chilena Antártica Chilena Cabo de Hornos
Características generales
Superficie 171,5
Longitud 16,3 km
Anchura máxima 14,8 km
Perímetro 54 km
Punto más alto 510 msnm
Mapa de localización
Isla Lennox Isla Lennox en la Región de Magallanes y Antártica Chilena
Isla Lennox Isla Lennox en Chile

La isla Lennox es un territorio insular del sur de Chile, en el sector sudeste del archipiélago de Tierra del Fuego, en el extremo austral de América del Sur, Se sitúa sobre el mar de la Zona Austral al sur de la isla Picton, y al este de la isla Navarino de quien la separa el paso Goree. El bosque de lengas domina en los sectores de mayor altitud de la isla Lennox.

¿Cómo se resolvió el conflicto?

¿Cómo podemos solucionarlos? – El proceso para resolver cualquiera de estos tipos de conflictos es el mismo y se basa en 7 pasos que podemos seguir:

definir el problema: buscar el origen o las causas que dan lugar a la situación que se están viviendo, intentando responder a las siguientes preguntas ¿Qué va mal? ¿Qué ocurre? analizar las causas: tener presente el porqué del conflicto, todo lo que ocurre tiene una o varias causas, saber analizarlas ayudará a resolver la situación. definir objetivos para actuar: antes de emprender cualquier acción se debe tener claro lo que se quiere conseguir en esa situación o conflicto. ¿Queremos solucionarlo? generar alternativas: se deben buscar diferentes formas de resolución del conflicto y pensar qué se puede hacer desde un punto de vista positivo. Aunque en el momento nos parezca imposible, cada situación de conflicto tiene multitud de soluciones posibles, hay que pensar en todas ellas, desde la más irracional a la más racional. elegir las alternativas apropiadas: siempre que se tomen decisiones se ha de preguntar qué se debe hacer y cuál es la forma más adecuada de actuar. La clave para ello es poder prever las posibles consecuencias que puede tener cada alternativa que se nos ha ocurrido, así podremos valorar cuál es la más adecuada. Pensar antes de actuar. poner en práctica la solución elegida: una vez que se tiene claro de qué manera se puede solucionar hay que llevarlo a la práctica eligiendo la manera más adecuada. evaluar los resultados: las consecuencias de las acciones llevadas a cabo dirán si la resolución del conflicto ha sido positiva o no.

Cuando los conflictos se produzcan entre personas es decir, sean interpersonales, tenemos también técnicas de resolución pacífica que se puedan aplicar: negociación, conciliación, arbitraje y mediación, A cada una de ellas le dedicaremos un espacio propio. Explicaremos cada una de estas técnicas se explicarán individualmente.

¿Cómo se resolvio el conflicto en Colombia?

Luego de más de cincuenta años de conflicto armado con las FARC, el Acuerdo de Paz pone fin a la violencia con esa guerrilla, la más grande en Colombia. El Acuerdo busca impedir que haya más víctimas y concentrar todos los esfuerzos en construir una paz estable y duradera.

¿Cómo se resolvio el conflicto de Brasil?

Notas y referencias –

  1. ↑ Castellanos, La Cisplatina, la Independencia y la república caudillesca, pág.73-77.• Nahum, Benjamín (1994). Manual de Historia del Uruguay 1830-1903. Montevideo. Ediciones de la Banda Oriental.• Méndez Vives, Enrique (1990). Historia Uruguaya. Montevideo. Ediciones de la Banda Oriental.• Lima, Manuel de Oliveira. O Império brasileiro, Belo Horizonte: Itatiaia, 1989.p.24, 56, 97• Doratioto, Francisco. Maldita Guerra: Nova história da Guerra do Paraguai. São Paulo:, 2002., Pg 24. • Barman, Roderick J. Citizen Emperor: Pedro II and the Making of Brazil, 1825-1891. Stanford:, 1999. Pg.112, 124, 125.
  2. Rosa, José María (1972). Historia argentina: Unitarios y federales (1826-1841), Tomo IV. Buenos Aires: Editorial Oriente, pp.23. En diciembre de 1825 el Ejército de Observación acampado en Entre Ríos sumaba 2000 hombres escogidos y dirigidos por oficiales capaces, Rivadavia esperaba aumentar el tamaño de aquel a 16 000 con las levas del interior. Contaban con el apoyo de 4000 orientales vencedores de Sarandí y acuartelados en Durazno a la espera de los occidentales.
  3. ↑ Martín Suárez (1974). Atlas histórico-militar argentino, Buenos Aires: Círculo Militar, pp.164. Fuerzas en presenciaRepublicanos: 7700 hombres, de los cuales 1800 infantes, 5400 jinetes (de ellos 400 milicianos de Buenos Aires y 2.000 de las milicias orientales) y 500 artilleros con 16 piezas. Fuerzas imperiales: 6300 hombres, 2300 infantes, 3700 jinetes, 300 artilleros con 12 piezas.
  4. Rosa, 1972: 30. En diciembre de 1826 el plan de Barbacena era reunir 15 000 hombres en Santa Ana, de ahí aplastar a los 8000 soldados que tenía Alvear y ocupar Entre Ríos para imponer la paz a Buenos Aires desde allí.
  5. Rosa, 1972: 23. En diciembre de 1825 los brasileños estaban en crisis. Abreu había sido reemplazado en noviembre como gobernador de armas por el brigadier, aquel había retrocedido a Río Grande con 5000 efectivos esperando refuerzos, mientras la vanguardia estaba en Cerro Largo. Otros 800 jinetes riograndenses estaban con Bento Manuel en Cuareim vigilando al Ejército de Observación, Las guarniciones de Montevideo y Colonia podía resistir pero no pasar a la ofensiva y desde Europa venían mercenarios alemanes.
  6. Rosa, 1972: 30. Alvear se adelantó a los planes de Barbacena y avanzó con todas sus fuerzas sobre Santa Ana, obligándolo a retroceder a Río Grande con los 8000 hombres que tenía. Mientras la flota de Brown hostilizaba las costas brasileñas hasta Río de Janeiro, de los navíos comprados a Chile solo llegó uno, el resto de hundió en el Cabo de Hornos.
  7. SCHEINA, Robert Latin America’s Wars: the age of the caudillo, 1791-1899, Brassey’s, 2003.
  8. Henry Harrise, The Diplomatic History of America, Ed.B.F. Stevens, Londres, 1897, pág.91-108 y 138-139.
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  17. J.A. Baldrich, Historia de la Guerra del Brasil, Buenos Aires 1905, página 11.
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  19. ↑ J.A. Baldrich, Historia de la Guerra del Brasil, Buenos Aires 1905, página 13.
  20. J.A. Baldrich, Historia de la Guerra del Brasil, Buenos Aires 1905, página 14.
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  26. Hugo Chumbita, El bandido Artigas, Revista Todo es Historia Nro.356, pág.8-27, 1997.
  27. , Historia de la segregación del Uruguay, en Política británica en el Río de la Plata, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1973, pág.117-136.
  28. Esa sería la razón por la cual durante la Guerra del Brasil la corona consideró más o menos seriamente la ocupación de toda la y el, la cual permitiría asegurar toda la cuenca de los ríos y, Véase el «Novo Mappa Geographico que contém as Províncias de S. Pedro, Cisplatina, Entre Rios, Paraguai e paises adjacentes»; citado por Ariadna Islas, en Límites para un Estado, figura 15 y pág.193-194, en Frega, Historia regional e independencia del Uruguay,
  29. Se han calculado arreos hacia Río Grande del Sur del orden de los 14 millones de cabezas durante la ocupación luso-brasileña. Véase Consultado en agosto de 2010.
  30. ↑ Washington Reyes Abadie, Oscar H. Bruschera y Tabaré Melogno, El Ciclo Artiguista, Tomo II, Ed. Cordón, Montevideo, 1975.
  31. Lincoln R. Maiztegui Casas, Orientales: una historia Política del Uruguay, Tomo 1: De los orígenes a 1865, Ed. Planeta, Bs. As., Montevideo, 2004.
  32. Alfredo Castellanos, La Cisplatina, la Independencia y la República Caudillesca (1820-1838), tomo 3 de la Historia Uruguaya, Ed. de la Banda Oriental, Montevideo, 2007, pág.5.
  33. Castellanos, La Cisplatina, la Independencia y la República Caudillesca (1820-1838), pág.17-21.
  34. Castellanos, La Cisplatina, la Independencia y la República Caudillesca (1820-1838), pág.21-24.
  35. J.A. Baldrich, página 39. Ver,
  36. Castellanos, La Cisplatina, la Independencia y la República Caudillesca (1820-1838), pág.24-28.
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  39. Castellanos, La Cisplatina, la Independencia y la República Caudillesca (1820-1838), pág.33-34.
  40. el 7 de marzo de 2010 en, Consultado el 17 de agosto de 2010.
  41. Existe una controversia no resuelta entre los historiadores sobre el episodio del paso de Rivera a las fuerzas revolucionarias: mientras historiadores simpatizantes del relatan que el abrazo fue real, y que la supuesta prisión de Rivera era para justificarse ante el Imperio, los historiadores de tendencia afirman que Rivera se negó a colaborar y solo se unió a Lavalleja ante la amenaza de ser fusilado. Una carta de Lavalleja a su esposa y las memorias de parecen respaldar esta última afirmación.
  42. ,
  43. Ulisses Brendão, A confederação do Equador, Ed. del Instituto Arqueológico, Histórico e Geográfico Pernambucano, Recife, 1924.
  44. ↑ Consultado en agosto de 2010.
  45. Castellanos, La Cisplatina, la Independencia y la República Caudillesca (1820-1838), pág.35.
  46. ↑ Luis Edelmiro Chelle, Los principales hechos históricos de 1825, Ed. de la Comisión Nacional de Homenaje del Sesquicentenario de los hechos históricos de 1825, Montevideo, 1875.
  47. Isidoro J. Ruiz Moreno, Campañas militares argentinas, Tomo I, Ed. Emecé, Bs. As., 2004, pág.372-373.
  48. Su jefe de estado mayor era el coronel, el comandante de la caballería era el mayor, de la infantería el capitán, el secretario militar y su comisario de guerra, Véase Ruiz Moreno, Campañas militares argentinas, Tomo I, pág.373.
  49. ↑ Vicente D. Sierra, Historia de la Argentina, Ed. Garriga, Bs. As., 1973.
  50. Castellanos, La Cisplatina, la Independencia y la República Caudillesca (1820-1838), pág.35-56.
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  56. Ruiz Moreno, Campañas militares argentinas, Tomo I, pág.381-382.
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  58. emitido por el Congreso General Constituyente.
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  60. Boris Fausto y Fernando J. Devoto, Brasil e Argentina: Um ensaio de história comparada (1850-2002), 2.ª ed., Editoria 34, São Paulo, 2005, pág.26-37
  61. repetidamente da cuenta de esa diferencia de carácter de los militares de ambos bandos en La Campaña del Brasil, fragmentos seleccionados de sus Memorias, en que Ed. Hyspamérica, Bs. As., 1988.
  62. David Carneiro, História da Guerra Cisplatina, Companhia Editora Nacional, São Paulo, 1946.
  63. Ruiz Moreno, Campañas militares argentinas, Tomo I, pág.373.
  64. Véase David Peña, Juan Facundo Quiroga, Ed. Hyspamérica, Bs. As., 1986.
  65. Busaniche, Historia Argentina, pág.458.
  66. Consultado en agosto de 2010.
  67. Sierra, Historia de la Argentina,
  68. «.ya habrá sabido la renuncia de Rivadavia. Su administración ha sido desastrosa y solo ha contribuido a dividir los ánimos. Yo he rechazado tanto sus groseras imposturas como su innoble persona. Con un hombre como este al frente de la administración no creí necesario ofrecer mis servicios en la actual guerra con el Brasil, por el convencimiento en que estaba, de que hubieran sido despreciados.» Carta de San Martín a del 20 de octubre de 1827. Citado por Héctor Juan Piccinali, Vida de San Martín en España, Ediciones Argentinas, Bs. As., 1977.
  69. Pocos años más tarde, el buque francés que transportaba a San Martín desde Europa hasta Buenos Aires debió hacer una etapa en ; al ser inspeccionado el pasaje por los brasileños, San Martín debió ocultar su apellido y declarar llamarse José Matorras ―usando el apellido materno― y ser oriundo de España. Véase, Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana, Ed., Bs. As., 1968.
  70. Iriarte, La Campaña del Brasil, pág.73-77.
  71. Ruiz Moreno, Campañas militares argentinas, Tomo I, pág.385 y 388.
  72. Ruiz Moreno, Campañas militares argentinas, Tomo I, pág.388.
  73. Citado por Juan Beverina, La guerra contra el Imperio del Brasil, Ed. de la Biblioteca del Oficial, Bs. As., 1927, pág.255-257.
  74. Ruiz Moreno, Campañas militares argentinas, Tomo I, pág.394.
  75. , Campañas navales de la República Argentina, Vol. II, Tomo 4, Guerra contra el Brasil, Ed. de la Secretaría de Estado de Marina, Bs. As., 1962, pág.253.
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  79. Carranza, Campañas navales de la República Argentina, Tomo 4, pág.253-256.
  80. Carranza, Campañas navales de la República Argentina, Tomo 4, pág.253-256. Carranza opina que el castigo fue injusto, y que los oficiales no faltaron a su deber.
  81. Carranza, Campañas navales de la República Argentina, Tomo 4, pág.277-295.
  82. Carranza, Campañas navales de la República Argentina, Tomo 4, pág.295-307.
  83. Carranza, Campañas navales de la República Argentina, Tomo 4, pág.309-311.
  84. Carranza, Campañas navales de la República Argentina, Tomo 4, pág.312-320.
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  93. A War Betwixt Englishmen Brazil Against Argentin on the River Plate 1825-1830, Brian Vale, I.B. Tauris, page 137, chapter 14
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  97. Carranza, Campañas navales de la República Argentina, Tomo 4, pág.461-474.
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  99. Historia General de las Relacciones Exteriores de la República Argentina, Capítulo 13: Las gestiones del gobierno de Buenos Aires frente a Gran Bretaña durante el conflicto con el Brasil
  100. Ruiz Moreno, Campañas militares argentinas, Tomo I, pág.385 y 393.
  101. José de Torres Wilson, Oribe: el Uruguay en la lucha de los Imperios, Ed. de la Banda Oriental, Montevideo, 1976.
  102. Ruiz Moreno, Campañas militares argentinas, Tomo I, pág.385.
  103. Iriarte cuenta en sus Memorias que la llegada de Alvear causó la deserción del coronel Escalada, enemigo personal de aquél. En su reemplazo, asumió el mando del Regimiento Nro.3 el teniente coronel,
  104. En reemplazo de Alvear, asumió el Ministerio de Guerra el general,
  105. ↑ Ruiz Moreno, Campañas militares argentinas, Tomo I, pág.387-389.
  106. Véanse las Memorias de Iriarte ( La Guerra del Brasil, pág.121-135) y el Diario de Marcha del coronel Brandsen.
  107. En sus Memorias, Iriarte llega a afirmar que la intención de Alvear era destruir su propio ejército. La Guerra del Brasil, pág.151-161
  108. Iriarte, Memorias, La Guerra del Brasil, pág.147-148.
  109. Iriarte refiere en sus Memorias que vio cómo eran quemadas las cureñas que había guardado para reemplazar las que se estaban arruinando por la larga marcha. La Guerra del Brasil, pág.155-161.
  110. Iriarte cuenta que Alvear se limitó a dormir la siesta, esperando que el río bajara. El teniente coronel lo habría despertado a los gritos, exigiéndole que tomara alguna decisión, a lo que Alvear reaccionó ordenando un retroceso a marchas forzadas hacia un lugar en que había decidido presentar batalla. La Guerra del Brasil, pág.170-177
  111. Paz y Lavalle fueron ascendidos al grado de brigadier después de la batalla; otro oficial que fue ascendido fue Pacheco. Iriarte, que creía haber hecho méritos para obtener un ascenso, fue postergado, lo cual le valió a Alvear el odio de por vida del jefe de su artillería, que en sus monumentales Memorias no ahorraría epítetos en su contra.
  112. Entre los muertos figuró el mariscal, muerto por fuego de su propio bando. Véase Achylles Porto-Alegre, Homens Illustres do Rio Grande do Sul, Livraria Selbach, Porto Alegre, 1917.
  113. No solamente Iriarte, sino también Paz y Lamadrid adjudicarían en sus respectivas Memorias el mérito de la batalla a sus oficiales, todos ellos con mucha mayor experiencia bélica que su jefe; casi todos ellos eran veteranos de la, Los tres destacan también el coraje, la destreza y la frugalidad de los gauchos rioplatenses como ventajas del Ejército Republicano.
  114. ↑ Ruiz Moreno, Campañas militares argentinas, Tomo I, pág.411-414.
  115. Latin America’s Wars, The Age of Caudillo, 1791-1899, Robert L. Scheina
  116. Como curiosidad, algunos de los descendientes de estos soldados alemanes llegaron a ser miembros destacados de la aristocracia porteña, como es el caso de la familia, Véase Jauretche, Arturo, El medio pelo en la sociedad argentina, Ed.A. Peña Lillo, Bs. As., 1966.
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  119. Iriarte, La Guerra del Brasil, pág.261-262.
  120. Iriarte, La Guerra del Brasil, pág.254-256.
  121. Ruiz Moreno, Campañas militares argentinas, Tomo I, pág.429.
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  130. Ana Frega, La «campaña militar» de las Misiones en una perspectiva regional, en Frega, Historia regional e independencia del Uruguay, pág.157-159.
  131. El «tratado de la Farola», firmado en 1819 entre las fuerzas de ocupación portuguesas y el, fijaba el límite norte de la Provincia Cisplatina en el río Daymán. No obstante, las autoridades rioplatenses siempre rechazaron la pretensión brasileña de utilizar ese tratado en favor de sus pretensiones, ya que el cabildo montevideano jamás había tenido jurisdicción más allá de los límites de la ciudad. Véase Ariadna Islas, Límites para un estado, en Frega, Historia regional e independencia del Uruguay, pág.158-160.
  132. Ariadna Islas, Límites para un estado, en Frega, Historia regional e independencia del Uruguay, pág.159-161.
  133. Ariadna Islas, Límites para un estado, en Frega, Historia regional e independencia del Uruguay, pág.162-167.
  134. Castellanos, La Cisplatina, la Independencia y la república caudillesca, pág.57-59.
  135. Castellanos, La Cisplatina, la Independencia y la república caudillesca, pág.59-60.
  136. Aparentemente, la razón por la que Ponsonby, que no tenía ninguna experiencia diplomática, fue enviado tan lejos era por pedido del rey, para sacarse de encima un competidor por los favores de su amante.
  137. Castellanos, La Cisplatina, la Independencia y la república caudillesca, pág.62-63.
  138. Castellanos, La Cisplatina, la Independencia y la república caudillesca, pág.63-64.
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  140. Castellanos, La Cisplatina, la Independencia y la república caudillesca, pág.64-65.
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  142. ↑ Castellanos, La Cisplatina, la Independencia y la república caudillesca, pág.65.
  143. La expresión «feliz experiencia», utilizada por el gobernador Las Heras en su discurso de asunción del cargo de gobernador, pasó a la historia como una acertada descripción del bienestar y optimismo reinante en la capital después de la experiencia de la guerra de independencia y de la, Véase, La feliz experiencia, Memorial de la Patria, tomo IV, Ed. La Bastilla, Bs. As., 1983.
  144. Carta de Ponsonby a Canning, Buenos Aires, 20 de octubre de 1826, citada en La Misión Ponsonby, Tomo II, pág.71-72.
  145. Isidoro J. Ruiz Moreno (2005)., Emecé, Consultado el de, «pág.414 ».
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  149. El embajador plenipotenciario de Gran Bretaña en Río de Janeiro era ]; los ministros brasileños eran el, el, y el,
  150. ( disponible en ; véase el, la y la ). Consultado en agosto de 2010.
  151. Relato del propio García a Gordon, según la carta de este a Canning del 8 de junio de 1827; nótese que no menciona la República Argentina ni a las Provincias Unidas ―que son muy poco mencionadas en otras cartas del mismo Gordon― sino solamente a Buenos Aires. Citado por, La misión Ponsonby, tomo II, Ed. Eudeba, Bs. As., 1974, pág.137.
  152. el 15 de mayo de 2013 en, Consultado el 30 de agosto de 2010.
  153. El historiador uruguayo, luego de una ardua investigación derivada de la lectura de cartas de Lavalleja y Pedro Trápani, se ha formado otra opinión con respecto a este hecho histórico: «La interpretación de los hechos que nos legaron nuestros historiadores clásicos, no nos habría permitido por cierto formarnos una idea muy halagadora de la conducta de aquel personaje. En esa creencia hemos vivido muchos años y, más aún, no tengo reparos en confesar que, quienes adquirimos nuestros conocimientos iniciales de historia en un manual, tenemos arraigada la idea de que el «famoso» Manuel José García había sido un enemigo de la República Oriental del Uruguay”. El problema es mucho más complejo de lo que se supone. El convenio de paz suscripto por García en 1827 ha pasado a la historia con el duro calificativo de ignominioso que le prodigaron las pasiones desatadas de la época y con el juicio formulado por el presidente Rivadavia en un momento crítico de su gobierno, en el que quiso, por ese medio, conquistar la opinión pública que le rehusaba su simpatía.»
  154. Gordon a Ponsonby, 1 de junio de 1827, citado en Herrera, La misión Ponsonby, Tomo II, pág.132.
  155. Cit. por Juan Carlos Nicolau, que agrega: «Sin duda, una actitud poco digna de los integrantes del gobierno, que habían acudido al comisionado para resolver un problema en el cual se había involucrado, por la decisión de entrar en guerra contra el Brasil y haber fracasado en sus intentos de organizar la República, negándose a escuchar a las provincias interiores.»
  156. Juan Carlos Nicolau (2008)., Historica, de Emilio J. Perrot, Consultado el de, «pág.214 ». Relata Nicolau que
  157. Curiosamente, el único diputado que intentó analizar la Convención antes de rechazarla era un decidido federal:, Véase Hugo R. Galmarini, Del fracaso unitario al triunfo federal, Memorial de la Patria, tomo V, Ed. La Bastilla, Bs. As., 1984, pág.60.
  158. Sierra, Historia de la Argentina, Tomo VII, pág.631
  159. Castellanos, La Cisplatina, la Independencia y la república caudillesca, pág.40.
  160. Castellanos, La Cisplatina, la Independencia y la república caudillesca, pág.69.
  161. ( disponible en ; véase el, la y la ). Consultado el 20 de agosto de 2010.
  162. , Política Británica en el Río de la Plata, Ed. Reconquista, Bs. As., 1940, pág.113.
  163. Sergio Corrêa da Costa, Brasil, segredo de Estado: incursão descontraída pela história do país, 5.ª ed., Ed. Record, Río de Janeiro, 2002.
  164. Castellanos, La Cisplatina, la Independencia y la república caudillesca, pág.77.
  165. Tulio Halperin Donghi, “De la revolución de la independencia a la confederación rosista”, p.246. Paidós,2000
  166. Alejandro Larguía, Misiones Orientales, la provincia perdida, Ed. Corregidor, Bs. As., 2000.
  167. Rivera logró no ceder a todas las pretensiones del Brasil, que exigía llevar su límite sur hasta el actualmente límite entre los departamentos de y, Véase Ariadna Islas, Límites para un Estado, en Ana Frega (coord.), Historia regional e independencia del Uruguay, Ed. de la Banda Oriental, Montevideo, 2009.
  168. Lily Sosa de Newton, Lavalle, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1973.
  169. Larguía, Misiones Orientales, la provincia perdida,
  170. , Historia de la Confederación Argentina, Ed. Hyspamérica, Bs. As., 1987.

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¿Cómo se solucionó el conflicto de la Guerra Fría?

3 de diciembre: termina oficialmente la Guerra Fría La Cumbre de Malta puso fin al conflicto que enfrentaba a los Estados Unidos y la Unión Soviética desde 1947. El día 3 de diciembre de 1989 concluyó la Cumbre de Malta, una reunión celebrada entre el presidente estadounidense George Bush y el líder de la Unión Soviética Mijaíl Gorbachov con la que se declaraba el fin oficial de la Guerra Fría, un conflicto que se extendió durante casi medio siglo.

No había pasado ni un mes desde la caída del y la situación económica y política de la URSS solo podía avocar hacia un desmantelamiento total del sistema soviético y su posterior disolución, que llegaría en los primeros meses de 1990. En la Cumbre de Malta, celebrada frente a las costas del país mediterráneo en el buque Máximo Gorki, Bush y Gorbachov analizaron los cambios que estaba viviendo el mundo en todas sus facetas y establecieron un nuevo paradigma de convivencia pacífica y fin de las tensiones entre ambas superpotencias, que conllevaría un desarme nuclear progresivo, la democratización de los países satélite y la restauración de las relaciones comerciales y diplomáticas.

El propio Mijaíl Gorbachov proclamó que ese día terminaba “una época de guerra fría y se inicia un periodo de paz prolongada”, Este momento marcó un antes y un después en la historia contemporánea. Desde el final de la, todos los asuntos del siglo XX se habían visto supeditados a la rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética y sus distintas concepciones del mundo.

Ambas potencias habían volcado todos sus recursos militares, económicos y políticos en superar al rival y habían llevado al mundo al borde de la destrucción total en más de una ocasión. El miedo a que un enfrentamiento directo desembocara en una guerra nuclear hizo que su enfrentamiento siempre ocurriera de forma indirecta y a través de terceros países,

La mala situación económica de la Unión Soviética, incapaz de mantener a todos los países que estaban en su zona de influencia, y la inestabilidad política y social que se vivía en estos llevó a la desaparición de la URSS y el final del conflicto, así como a un nuevo orden mundial.

El 3 de diciembre de 1842, tras días de sublevación armada y violencia en las calles de Barcelona, el general y regente de España ordenó a su oficial en la Ciudad Condal, Antonio Van Halen, que los cañones del castillo de Montjuic abrieran fuego y bombardearan Barcelona. La mayor ciudad de Cataluña llevaba siendo un polvorín desde hacía tiempo.

El descontento social de prácticamente todas las clases (los obreros y trabajadores reclamaban más derechos y mejores condiciones, los propietarios y burgueses acuerdos comerciales más ventajosos) se acumuló en Barcelona a la espera de una ocasión para lograr sus exigencias, aunque fuera por la fuerza de las armas.

Además, en la política catalana había tanto partidos progresistas que buscaban librarse de Espartero y poner en el trono a y republicanos que directamente demandaban la instauración de un estado catalán, La insurrección de 1842 comenzó, según documentos de la época, cuando un grupo de trabajadores se negaron a pagar los impuestos exigidos por meter alimento o bebida en la ciudad.

Lo que comenzó como una escaramuza derivó rápidamente en un enfrentamiento armado en toda regla, Las barricadas se alzaron por toda la ciudad y el ejército se vio superado y tuvo que refugiarse en Montjuic a la espera de auxilio mientras que los rebeldes se organizaban en torno a una especie de gobierno provisional encabezado por los republicanos.

  1. Espartero en persona viajó hasta Barcelona para controlar la situación e incluso llegó a rechazar una propuesta de negociación.
  2. En su lugar, ordenó el bombardeo de la ciudad como medio para asegurar la rendición total.
  3. Durante el ataque se lanzaron 1.104 proyectiles, se destruyeron 462 edificios y murieron entre 20 y 30 personas,

Los incendios se extendieron por toda la ciudad y la represión posterior se llevó a cabo con ejecuciones, arrestos indiscriminados y nuevos impuestos para reconstruir las partes destruidas de la ciudad. Esta acción tan arriesgada, aunque cumplió los objetivos de Espartero, le hizo perder el apoyo de los catalanes y deterioró la imagen que los sectores liberales de España tenían de él.

El 3 de diciembre de 1894 moría en la lejana y paradisiaca isla de Vailima Upolu, en Samoa Occidental, el escritor escocés Robert Louis Stevenson, Tenía 44 años y murió como consecuencia de una hemorragia cerebral tras años de sufrir problemas de salud. Los samoanos le acogieron en la isla como a uno de los suyos, le bautizaron como Tusitala (“el que cuenta historias”) y tras su muerte le enterraron con honores en la cima del monte Vaea.

Nacido en Edimburgo en 1850, Stevenson heredó la delicada salud y los problemas pulmonares que le afectarían a lo largo de toda su vida de su madre, Aunque cursó estudios en Derecho, nunca llegó a ejercer como abogado y pasó gran parte de su vida viajando primero por y luego por el resto del mundo.

  1. De hecho, sus primeros escritos son narraciones de las experiencias que vivió mientras viajaba.
  2. Precisamente fue este estilo narrativo-literario el que acabó por caracterizar su obra y convertirle en un maestro de la novela y el movimiento romántico.
  3. El uso de la aventura y los elementos fantásticos, los escenarios lejanos y exóticos y la contraposición entre el bien y el mal le convirtieron en un escritor de éxito.

Conocido por ser autor de clásicos atemporales como La isla del tesoro (1883), La flecha negra (1883) o El curioso caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde (1886), Robert Louis Stevenson supo combinar la nostalgia y evocación de su Escocia natal con la más pura novela de aventura en tierras lejanas.